En plena cuenta regresiva para el fin de la era K, son públicas y cada vez más notorias las tiranteces entre la tropa oficial en la natural búsqueda de acciones que permitan a los candidatos posicionarse de la mejor manera posible en la primera interna real que tendrá el partido gobernante ahora que Néstor no está y Cristina no puede candidatearse.
Habrá notado, amigo lector, que los distintos postulantes oficialistas se esmeran en marcar sus diferencias internas en todos los casos, contra el gobernador Daniel Scioli. Sus recientes declaraciones sobre una eventual polarización del voto entre su propuesta y la opción macrista, han enfurecido a los soldados de Cristina quienes raudamente han salido al cruce de tamaña “ofensa”.
Entre las espadas más filosas de los soldados de la “Jefa” se destacan el actual ministro del Interior y Transportes Florencio Randazzo y de defensa Agustín Rossi. Si bien un análisis primario podría determinar con certeza que la Presidente no marca aún sus preferencias – al menos en público- se puede realizar con todo derecho una segunda lectura que indica claramente que el título de esta columna tiene sobrado fundamento.
Randazzo se va convirtiendo día a día en un funcionario con un nada despreciable halo de eficiencia; Rossi, por el contrario, fue invitado a abandonar su privilegia posición en la Cámara de Diputados para ser puesto al frente de la inoperante cartera de Defensa. Florencio compra trenes nuevos y los exhibe primero en afiches pero luego en vivo y directo; Agustín tiene que justificar por qué los barcos no andan y porque el Rompehielos pasará otro año más sin ver el mar. El ministro de transportes se muestra orgulloso con la Jefa a su lado, inaugurando nuevas estaciones de tren, de subte y hasta la “General Paz”. El ministro de Defensa no consigue ni tan solo que la Presidente le confirme su asistencia a la cena de camaradería de las Fuerzas Amadas, la que ya por tercera vez le acaba de aplazar, difiriéndola ahora para el 20 de agosto (a confirmar) y no lo acompaña a las ceremonias militares que suele organizar su ministerio.
Florencio, nos facilita la vida: obtuvo recursos para implementar un nuevo sistema de identificación acelerada, el que de seguir avanzando permitirá hacerse el DNI o el Pasaporte hasta en lo del chino de la esquina. Agustín anuncia que va a comprar aviones con 30 años de uso y que va a construir barcos, pero por ahora no puede mostrar ni una maqueta. El bonaerense es querido por buena parte de los gremios del transporte y respetado por los gremios de la actividad que no comulgan con el gobierno, maneja relaciones con 10 gremios marítimos, 5 de aeronavegantes, varios de transporte terrestre, 4 de ferroviarios, más algo de ATE y de UPCN con relativa tranquilidad. Agustín es muy poco querido por sus subordinados de uniforme y por los gremios que representan al personal civil de las FFAA. Tolerado apena por 4 Generales, 4 Almirantes y 3 Brigadieres que tratan de hacer de fuelle para que el Ministro no perciba lo que opinan de él los cuadros intermedios de las fuerzas. Florencio es Florencio; Agustín es “Pinocho”.
Seguramente; más allá de la personalidad de cada uno de los autoproclamados precandidatos, la mano todopoderosa de la Jefa hubo de seleccionar cuidadosamente qué tareas asignar a cada quién. Es más que obvio que una mejora en el modo de viajar de la población “paga” mucho más que la reparación de media vida de un submarino. Por ello no podemos dejar de prestarle atención al lugar que cada uno de los nombrados ocupa en el gabinete.
También es cierto que el área del ministro Rossi a fuerza de estar prácticamente desactivada, lo pone a resguardo de grandes problemas; no hay insubordinadas demandas salariales entre los uniformados y el último valiente que se animó a reclamar algo, fue un almirante del Estado Mayor Conjunto, que pedía balas y chalecos para las tropas en Haití -reclamo hecho por cierto con el adecuado respeto y sumisión que marca la actual relación entre el poder político y el militar-. Por el lado de Randazzo, sus mayores problemas por estos días parecen ser los grafiteros que pintan sus nuevos vagones ferroviarios, el “pollo” Sobrero que cada tanto le hace una travesura y una particular interna entre sus funcionarios del área de transporte marítimo, la que si bien es feroz, no llega a la opinión pública porque como siempre decimos “el mar y los ríos nos quedan lejos”.
En su afán de demostrar compromiso con el modelo y sus postulados generales, mientras Florencio hace lo que a la jefa le gusta “ inaugurar cosas”, desde el ministerio de Defensa, don Agustín planificó cuidadosamente la presencia de la Fragata Libertad en el mega acto llevado a cabo este 27 de julio en la República Bolivariana de Venezuela para celebrar el 191° aniversario de la creación de la Armada caribeña. Modernas (pero modernas en serio) naves militares, decenas de lanchas patrulleras (acá no hay ni una) miles de infantes de marina, de comandos anfibios, aviones, tanques y hasta marinos civiles, desfilaron ante un entorchado presidente Maduro. No había obviamente tropas de la OTAN; pero tampoco de la URSS, ni de Uruguay, ni de Cuba. Allí estábamos nosotros con nuestro buque escuela participando de un acto en el que si algo quedó claro es que el ministerio de Defensa ocupa un rol bastante más importante allá que aquí; Maduro lo tiene claro, Cristina también. Florencio lo festeja y Agustín, al igual que las fuerzas que dirige, se quedó sin munición.