Habrán sido realmente sabios los constituyentes de 1853 cuando establecieron el mandato presidencial en 6 años sin posibilidad de reelección inmediata. La historia nos ha enseñado que todos los intentos reeleccionistas obtenidos merced a sucesivas reformas constitucionales, no depararon nada bueno para la República. Solo por citar los más recientes; el otrora aclamado reformador estatal Carlos Menem, terminó repudiado por sus anteriores súbditos (Néstor incluido) y el actual segundo mandato de Cristina se encamina al desbarranque total e inevitable por donde quiera que se lo mire.
Asumiendo que al margen de ser un segundo ciclo de un mismo gobernante, el actual periodo se presenta como el tercero de una misma concepción de modo de gobernar, son muchos ex detractores o defensores de la gestión de Néstor Kirchner que coinciden en afirmar que a todas luces su gestión fue mucho mejor o mucho menos mala (según quien lo diga) que la de la actual mandataria. Subrayo mandataria y no mandante porque me parece que a veces la Presidente confunde los términos; en especial cuando nos reta a todos y a todas desde el podio y por cadena nacional.
“No pienso dejar mis convicciones en la puerta de la Casa de Gobierno”. Esta fue la emblemática frase con la que el ex presidente dio por iniciada la “década ganada” La lucha contra la corrupción, la bandera de los derechos humanos, el desendeudamiento, la promesa de miles de viviendas, centenares de escuelas y más fuentes de trabajo aún resuenan en los oídos de miles de argentinos; la casi imposible misión de “poner en caja a los militares”, hacerles saber quién manda al tiempo que se los miraba a la cara y se les gritaba “ no les tengo miedo”, despertó la algarabía de ex jóvenes idealistas, más gordos y calvos que en los lejanos 70, pero ansiosos de revancha.
El modelo planteado, abarcaba a todos y cada uno de los principales resortes del poder. Justicia, Seguridad, Defensa, Salud, Educación. Obviamente también la economía, la acción social y los ya consabidos Derechos Humanos. Agárrense fuertes señores y señoras (es decir todos y todas) porque tenemos el timón y vamos a virar 180 grados y a toda máquina.
El modelo comenzó a actuar, y el relato se constituyó en la interface necesaria para poner en conocimiento del pueblo cómo el accionar nacional y popular, iba transformando este país de excluidos en algo cercano a la panacea universal. Cristina más que Néstor se ocupó de explicar en podios nacionales e internacionales; desde la universidad de la Matanza a Harvard, desde El Calafate al Mercosur y de allí a la ONU; como el modelo virtuoso que proponía la nueva Argentina, debería ser observado y copiado por el resto de las naciones si querían evitar la debacle que los nuevos tiempos depararían a quienes insistieran en aplicar recetas neoliberales que solo servían para condenar a la más absoluta miseria a los pueblos.
Diez años después…. El modelo se agrieta, se arruga y se dobla, sus cimientos crujen por el cada vez más creciente peso de la devastadora realidad y el relato tartamudea a tal punto que por primera vez en su infinita lista de alocuciones magistrales, la Presidente se quebró, no por una frase lanzada en homenaje a “ÉL” sino al intentar explicar las duras circunstancias por las que deberemos transitar en los próximos meses.
Parece una burla del destino, aquel default que orgullosamente levantó Néstor nos vuelve a acechar; y con el agravante de que, a diferencia de lo ocurrido en 2001, cuando lo asumimos; ahora los timoneles de la nación lo niegan tal vez pensando que si cierran los ojos, la nave no se estrellará contra las rocas que se encuentran en su proa
La recuperación del empleo solo es visible en la plantilla de personal de la administración pública, ministerios como el de Defensa, que tenían reducidos elencos de personal, ahora los cuentan de a miles; jóvenes expertos (demasiado jóvenes para ser muy expertos) pululan por todas y cada una de las áreas gubernamentales sin más título habilitante que su predisposición para corear las consignas de moda en los actos oficiales. Por lo demás, fábricas, astilleros, comercios y emprendimientos varios se van cerrando a diario, dejando sepultadas buena parte de las promesas salvadoras del modelo.
Jubilaciones para todos, menos para los que trabajaron toda su vida y reciben a cambio algo muy parecido a una limosna: mucho menos por cierto que la reciente pensión vitalicia aprobada para los ex guerrilleros que tanto terror sembraron en nuestro suelo hace 40 años. Las oficinas de Anses reciben cada día a una cantidad infinitamente superior de jóvenes beneficiarios de todo tipo de ayuda económica que de miembros de la tercera edad a quienes originalmente estaban destinados sus servicios.
Aquella prometida lucha contra la corrupción… poco tenía que ver con la proliferación de los Lázaro, Cristóbal, Ricardo; Felisa; Hebe; Pablo y Sergio; Romina; Maurice (el que paga para que le pongan “me gusta” en face) y, obviamente, por sobre todos ellos el multiprocesado y archiprotegido Amado.
El descabezamiento ejemplificador de varias cúpulas militares, la expulsión de las filas de las FFAA de varios oficiales -por el solo hecho de ser parientes de quienes habían delinquido- y el pase a retiro de oficiales con esposas “díscolas” mutaron a la entronización, como indiscutido jefe máximo del quehacer militar, de un general sospechado de violaciones a los derechos humanos y por enriquecimiento ilícito. Siendo que la razonable defensa que de su honor se hace cuando se dice que en los 70 era un simple teniente sin poder de decisión y que sólo cumplía órdenes es muy atendible pero no se aplicó a cientos de camaradas del hoy jefe del ejército.
Dejé para el final, amigo lector, el factor donde tal vez más se resquebraja el fallido modelo – al margen de la crítica situación económica y social en la que estamos inmersos-: la seguridad.
Acostumbrados casi a cualquier cosa, los ciudadanos fuimos espectadores, el pasado fin de semana, del desalojo del acampe usurpador estratégicamente bautizado como “Papa Francisco”. Creo que no hace falta que le aclare que la elección del nombre no fue casual sino que obedeció a la intención de que la sola mención al Santo Padre argentino, oficiara de escudo ante eventuales intentos de desalojo
Hemos tenido en esas últimas horas una verdadera sobredosis de “Berni”; el militar en actividad que este gobierno, que prohibió a las fuerzas armadas intervenir en cuestiones relacionadas con la seguridad, puso paradójicamente al frente de las mismas.
Al margen de no cansarme de reconocer que el hombre da la cara cada vez que se lo reclama, el teniente coronel encarna una de las mayores contradicciones de esta casi fenecida gestión de gobierno. Aquella declamada y puesta en práctica consigna de “descriminalizar la protesta” comenzó a volverse en contra en la medida que la protesta empezó a ser efectuada contra las propias políticas del gobierno; ese gobierno que se juramentó no tener jamás un muerto sobre su conciencia los acumula de a cientos, fruto de una falta de control de la criminalidad. Los derechos humanos de las víctimas de hoy parecen valer mucho menos que los de los “idealistas de ayer” y las reiteradas tomas de predios urbanos, mezclan la necesidad de miles de desposeídos con el delito organizado de quienes primero les “venden” los terrenos usurpados y luego albergan bandas de delincuentes en medio de barriadas precarias; todo ello sin que nuestro brillante estratega urbano, atiene a actuar como debería hacerlo sin colisionar con las sagradas escrituras nacionales y populares.
El modelo cruje; se arruga; se dobla; se agrieta; en sus pliegues y fisuras se acomodan como pueden sus principales actores protagónicos y de reparto; con la secreta esperanza de no resultar demasiado heridos cuando finalmente y por imperio de las circunstancias, definitivamente se rompa en mil pedazos y poder participar con igual convicción en algún nuevo modelo; aunque sea totalmente diferente al actual. Total a quien le importa.