Por: Francisco De Narváez
Ante la reiteración de los hechos de inseguridad que tuvieron lugar los últimos días, el cercenamiento de las libertades que supone la imposición de una tarjeta única para las compras en grandes comercios y el camino propuesto por la presidente Cristina Fernández de Kirchner de “ir por todo”, tenemos la obligación y la necesidad de plantear con más fuerza: Ella o vos.
Lo hacemos porque tenemos dos realidades. Dos países. El de Ella quedó reflejado en su discurso de apertura del período 131º de sesiones ordinarias del Congreso, con un “vamos por todo” que acentúa el autoritarismo de un gobierno que no tiene reparo en castigar a gobernadores e intendentes díscolos, dejándolos sin fondos. Las provincias de Buenos Aires y Córdoba son un claro ejemplo.
En el país de Ella se cajonean los proyectos de los diputados de la oposición y el Congreso de la Nación funciona como una escribanía kirchnerista gracias a una mayoría absoluta, que avaló un vergonzoso acuerdo con Irán a espaldas de los dirigentes no oficialistas, organizaciones civiles y sociales. Irán, que promueve el terrorismo de Estado, la desaparición de Israel y niega el Holocausto, se transformó en un nuevo aliado, y al mismo tiempo el país se aísla del resto del mundo, poniendo en riesgo las inversiones.
En este país, la inflación se dispara, recorta el poder real del salario y se convierte, según numerosos economistas, en el principal problema a resolver por el Estado, pero para Ella no es tan grave; no existe. Prefiere ocultarla tras los datos de un Indec carente de credibilidad, y castigar con impuestos injustos, como IVA y Ganancias, a los más humildes.
Lo mismo hace con la inseguridad: se vive con miedo, se perdieron hábitos como estar en la calle, en las plazas; los delincuentes están libres o no cumplen sus condenas. Pero para la Presidenta la inseguridad sigue siendo una sensación y la culpa siempre es de los demás. El Gobierno nacional niega los problemas, no asume sus responsabilidades.
Para Ella, para su país, es más importante mantener un gigantesco aparato de propaganda que opere para sostener el modelo y el relato que ocuparse de los problemas reales. Por eso el uso discrecional y coercitivo de la pauta publicitaria oficial, la proliferación de medios de comunicación controlados por “amigos” o “aliados” al Gobierno nacional, y todo aquel que pregunta o cuestiona es declarado enemigo público nacional. El objetivo es avalar la corrupción y garantizar la impunidad de sus funcionarios.
Y ahora va por la Justicia. El ex presidente Néstor Kirchner cambió la Corte menemista por una Corte Suprema de Justicia independiente, demasiado para la Presidenta, que aspira a una nueva mayoría automática. Por eso busca someter y dominar al Consejo de la Magistratura a través de una elección mediante el voto popular, que terminará siendo por Ella. En su país, la Justicia no puede ser independiente, sobre todo cuando la Ley de Medios no logró avanzar como se esperaba.
En el país de Ella, si la dejamos avanzar más, no habrá más libertades: libertad para elegir; para pensar y decir; para comprar y vender; para viajar. El país de Ella no es nuestro país, el tuyo, el que querés, un lugar donde se cumple con la Constitución como pilar fundamental, se respeta la Justicia como un poder independiente, se aceptan las opiniones diferentes, con la certeza de que cuando uno va por todo puede quedarse sin nada.
En nuestro país, los delincuentes están presos y cumpliendo sus condenas; el sueldo llega a fin de mes y hasta sobra un poco; los problemas reales se conocen y se solucionan. Es una cuestión de responsabilidad. Es un lugar donde la corrupción se castiga de manera ejemplar, sobre todo cuando la genere un funcionario público, ¡sea quién sea! En nuestro país trabajamos todos los días construyendo el futuro, progresando. Aprendemos de la historia para no repetir los errores del pasado; y los derechos a la educación, la salud, la seguridad y la justicia están garantizados y son universales para todos por igual, y las obligaciones también.
En tu país, nos reconectamos con el mundo y generamos más inversiones; creamos más fábricas y, así, más empleo genuino y de calidad para disminuir los planes que generan dependencia política. ¡El derecho al trabajo no se negocia! En nuestro país inauguramos más escuelas, universidades, hospitales y modernas cárceles. Hay más trabajo, más viviendas. Hay futuro para todos. Ya no será el país de Ella, será nuestra Nación. La Nación Argentina.