Todos necesitamos ser “la mujer más fea del mundo”

Guillermo Nanni

En estos días las redes sociales y los medios se inundaron del nombre Lizzie Velásquez, la denominada “mujer más fea del mundo. Ella padece una enfermedad muy rara, al punto de que sólo dos personas en el planeta tienen dicho síndrome, el cual le impide ganar peso. A sus 24 años, Lizzie pesa sólo 29 kilos y su nivel de grasa corporal es del 0%.

¿A qué se dedica Lizzie? Se graduó en la Universidad Estatal de Texas con especialización en el área de Comunicación. Trabaja de oradora motivacional y publica libros, uno de ellos es bestseller y se titula: Be Beautiful, Be You (Sé bella, sé tú misma).

Su testimonio de vida inspira a unos cuantos. Mucho se ha comentado en estos días sobre el ejemplo de Lizzie y la verdad, lo es. Pero como decía un amigo: ¿y por casa cómo andamos? ¿Vos y yo qué estamos haciendo? ¿Cómo nos comunicamos con nuestro entorno? ¿Somos capaces de cambiarlo? ¿Qué transmitimos a los demás?

Todos queremos ser felices. Tenemos sueños, metas. En este sentido, sin caer en el exitismo, todos deseamos tener éxito, y la comunicación es una variable clave para el “éxito” en nuestra vida, que es sentirnos realizados, completos e integrados a los demás.

Lizzie descubrió la fórmula y es tan generosa que nos la transmite. Y además es muy inteligente porque la comunica de una manera atractiva que nos golpea el corazón y nos mueve a la acción.

La comunicación es la clave para superar nuestras barreras, porque es la forma que tenemos de llegar a los demás. Y cuando lo hacemos bien, nos va bien. Como ha hecho Lizzie.

La brillante campaña de Dove, titulada Real Beauty Sketches, que busca cambiar la forma en que nos vemos a nosotros mismos, consta de un experimento en donde un artista experto en identikits dibuja a mujeres basándose en la propia descripción que ellas hacen de sí mismas. Luego el artista las dibuja viéndolas y la diferencia es notable, al punto de que casi todas las mujeres se quiebran y reconocen que tienen una opinión negativa de ellas mismas.

Lizzie da justo en la tecla. Nos da donde más nos duele. Nos invita a enfrentarnos a nosotros mismos, en un momento de absoluta sinceridad para llegar a la conclusión de que no tenemos excusas de lanzarnos a la felicidad, de desplegar nuestros mejores dones y comunicarlos al mundo entero, a fin de que nos beneficiemos nosotros y los demás de todo lo bueno que podemos hacer y expresar.

¿Cuál es la fórmula que emplea Lizzie? Como gran comunicadora que es, se trata de una estrategia de comunicación que la denomina “Negatividad”, y que consiste en dar vuelta lo negativo que tenemos y transformarlo en positivo, siendo esta transformación lo que nos defina. En definitiva ser capaces de definirnos a nosotros mismos sin dejar o esperar a que nos definan los demás.

En términos de comunicación, Lizzie es auténtica. Su comunicación es sólida porque dice lo que hace. La imagen que transmite está en sintonía con su identidad. Ella tiene el sexto sentido del optimismo. Está buscando con gran hambruna lo positivo de la vida, lo bueno que tiene aquí y ahora y después lo comunica. Esto les gusta a las personas de su entorno, y el entorno de Lizzie cada vez es más grande, porque la belleza interior bien comunicada atrae.

Lizzie habla al corazón, utiliza argumentos Why, no se queda en el What ni en el How. Concreta lo que Simon Sinek desarrolla con su modelo de liderazgo del Golden Circle (Circulo de Oro), que se basa en un círculo de tres anillos: ¿por qué?, ¿cómo? y ¿qué? Dicho modelo tiene un fundamento biológico de acuerdo con cómo funciona nuestro cerebro. En ese círculo la pregunta ¿por qué? representa la parte que busca las razones más profundas de las elecciones que realizamos en nuestra vida, y a medida que nos alejamos del centro están las razones más superficiales o descriptivas. Simon Sinek concluye que los grandes líderes tienen ese don de saber hablar al por qué de su público. Lizzie hace lo mismo.

Ella también utiliza la emoción para contagiar su mensaje. El profesor Jonah Berger de la Wharton Business School, en su reciente libro Contagio. Por qué prenden las cosas, fundamenta con serios trabajos de investigación el efecto que causa la utilización de la emoción. Se pregunta: “¿Cómo podemos crear mensajes e ideas que hagan que la gente sienta algo?” Y responde: “Naturalmente el contenido contagioso suele evocar algún tipo de emoción. Las cosas que generan emoción suelen compartirse. Por eso, en lugar de machacar sobre la función, tenemos que concentrarnos en los sentimientos. Tenemos que encender el fuego. A veces hasta las emociones negativas pueden ser útiles”.

La comunicación de Lizzie Velasquez es similar a la del papa Francisco, Steve Jobs, Nelson Mandela y tantos otros líderes que invitan a que nos superemos.

El profesor Rodolfo Rivarola, del IAE Business School, en un reciente artículo en el diario La Nación titulado “Nelson Mandela y un estilo de liderazgo que une”, destaca que “todos podemos ser un poco Mandela, porque esto fue lo que él quiso dejarnos con su testimonio de vida”. Además, explica que el líder sudafricano “tuvo a su alcance las armas del revanchismo y eligió el diálogo para la construcción de un futuro común. Mandela nos ha mostrado que fue capaz de desafiar a todos por igual, a los suyos y a sus opositores, con un firme propósito superador: unir al país pensando más en un futuro mejor que en un pasado drástico.”

Lizzie encontró en la comunicación de su historia la mejor herramienta para superar sus dificultades y poder llegar a definirse a sí misma. Lo hace bien desde un punto de vista humano y profesional. Parafraseando a Rivarola, considero que todos podemos ser un poco como Lizzie. Es más, pienso que necesitamos serlo en nuestra vida cotidiana. Como poder podemos, ¿queremos?