Por: Horacio Minotti
El discurso político, o politiquero mejor, es recurrentemente utilizado por buena parte de la dirigencia, y si bien todavía hace mella en algunos sectores de la sociedad (hay quienes se sienten impactados por él), a veces resulta sorprendente cuando se escucha de quien además tiene una especialidad profesional, y que debería poder adaptar ese discurso a tal especialidad. En mi caso me refiero al derecho, simplemente porque es lo que conozco.
En una entrevista publicada el domingo al secretario de Justicia y novel miembro del Consejo de la MagistraturaAlejandro Julián Álvarez, al margen de una serie de afirmaciones con las que puede coincidir o no, dice: “Ojalá pueda convencer a los jueces de este país. No quiero convencerlos de que sean kirchneristas, quiero convencerlos de que un país inclusivo y pensar en el otro es importante; venimos de un país demasiado ensimismado, del sálvese quien pueda, quisiera que los jueces hagan política a través de sus sentencias mirando al más débil”.
Imperdible, infinidad de conclusiones surgen de esos pocos renglones. Como primera medida, es claro que Álvarez no conoce el rol de los jueces, que no son los que pueden hacer un país inclusivo. Los magistrados tienen el rol de interpretar y aplicar la ley, y ningún otro. Si las leyes que emanan del Poder Legislativo -que controla el kirchnerismo hace 10 años y el peronismo en su conjunto hace 30 años- no son inclusivas, no existe modo alguno de que los jueces tengan criterios inclusivos. El juez no hace lo que se le da la gana, hace lo que marca la ley.
Si una persona usurpa el predio que es propiedad de otra por no tener vivienda, y el propietario no tiene ese predio en uso, seguramente sería más “inclusivo” dejar al intruso permanecer, pero el magistrado tiene la obligación de desalojarlo porque es lo que marca la ley emanado del Poder Legislativo que, repito con énfasis, controla el kirchnerismo.
Por cierto que es muy bueno que toda persona piense que el otro es importante, no solamente los jueces, y que éstos, cuando deban resolver, tengan siempre en consideración la cuestiones sociales que rodean al caso, como por ejemplo lo hizo la Corte Suprema al exigir a las provincias una reglamentación del aborto no punible en los términos de su propio fallo en el caso “A.F. medida autosatisfactiva” el 13 de marzo de 2012. El del aborto es un problema social, y el Poder Judicial estuvo incluso más allá de la altura de la circunstancias, casi podría decirse que hasta superó los límites de sus prerrogativas, dado que el Congreso, y sigo repetitivo, que controlan los K hace 10 años, no se digna a legislar las cuestiones sobre el aborto en forma razonable.
El doctor Álvarez pide además que los jueces hagan política. Imagino que no partidaria, por cierto, eso está fuera de sus facultades y prohibido por la ley. Cabe entender que pretende que surjan políticas sociales desde el Poder Judicial. Pero ¿es que el Ejecutivo y el Legislativo tienen pensado no hacer nada?
La Justicia ha mostrado una gran sensibilidad social pero ajustándose a derecho. Por ejemplo tanto el fuero de la Seguridad Social, como la Corte Suprema misma han dictado miles de sentencias favorables a los jubilados para que se les actualicen sus haberes. El problema es que el Poder Ejecutivo, mediante el ANSES, se niega a cumplir las condenas y pagar a ese sector vulnerable de la población. No puedo saber si el tema estará en la agenda de Álvarez, pero si lo está, tal vez entonces pretenderá que la Corte decrete la intervención judicial del ANSES, y la detención de sus autoridades por incumplimiento de órdenes judiciales. Y probablemente debería hacerlo, sería una enérgica nota de la Justicia “mirando al más débil”, como promociona el secretario y consejero Álvarez.
Algunos personajes de este kirchnerismo son verdaderamente fabulosos. Si uno los escucha y no observa lo que hacen, si uno fuese por ejemplo ucraniano y solo escuchase sus declaraciones, creería que el kirchnerismo es oposición o, como mucho, un oficialismo recién llegado con una pesada herencia y con tendencia socialdemócrata. Si uno los observa, pero en “mute”, bien podría creer que Carlos Menem sigue en el poder. Ahora el ucraniano que haga ambas cosas al mismo tiempo, si abusa, puede terminar en un neuropsiquiátrico.