Tres hechos están cambiando profundamente el panorama energético de las Américas. Todos ellos resultan de la persistencia de $100 por barril de crudo, lo cual ha viabilizado el uso de nuevas tecnologías.
En septiembre pasado, la Agencia Internacional de Energía dijo que este año Estados Unidos rebasará a Rusia como el mayor productor de combustibles líquidos, fuera de la Organización de Países Exportadores de Petróleo. Estados Unidos ya es exportador neto de productos de petróleo refinado, lo cual no se veía desde 1949. Nuevas tecnologías, como la fracturación hidráulica y la perforación horizontal, han empujado las reservas de petróleo de Estados Unidos al mayor nivel desde 1985, mientras que las reservas de gas aumentaron 10 % al nivel más alto desde 1977.
La explotación en Canadá de arenas alquitranadas ha aumentado la producción de crudo pesado, el cual debe ser transportado a refinerías del Golfo de México, diseñadas para procesar dicho crudo. Sin embargo, la construcción de la porción norte de lo que se conoce como el oleoducto Keystone, para transportar crudo desde Canadá, está pendiente ante la oposición de organizaciones ambientales. La construcción de esa porción es esencial para que Canadá se mantenga como principal abastecedor del petróleo importado por Estados Unidos.
Finalmente, si el gigante petrolero brasilero Petrobras puede superar las dificultades de explotar los yacimientos de crudo descubiertos en mares profundos, la empresa espera duplicar la producción a 4,2 millones de barriles por día. Por ende, Brasil puede convertirse en el principal productor de petróleo de Latinoamérica, con Venezuela y México desplazados a segundo y tercer lugar, respectivamente.