Por: Itai Hagman
El pueblo argentino se expresó en las PASO, planteando una voluntad mayoritaria de cambio. Votó por un mejoramiento de las condiciones de vida, creyendo en distintos candidatos que así lo plantearon en sus campañas. Pero esa genérica vocación de cambio que surgió de las urnas abre un gran debate sobre qué camino político debe tomar nuestro país, pensando en la sucesión presidencial del 2015. Nosotros creemos que no todo es lo mismo. Las principales fuerzas de la oposición en nuestra ciudad (tanto el UNEN de Elisa Carrió y la UCR como el PRO de Macri y Michetti) plantean salidas regresivas a la década kirchnerista, y en consecuencia sería un verdadero retroceso que accedieran al poder político.
Ellos critican la gestión oficial de los trenes, de Aerolíneas y del petróleo, pero proponen volver al esquema de privatizaciones en lugar de una gestión pública transparente, eficiente y democrática. Hablan de bajar la inflación que golpea nuestros bolsillos, pero su respuesta son las políticas de ajuste fiscal, en lugar de controlar la rentabilidad de las grandes empresas. Cuestionan la política oficial sobre la deuda externa, pero en lugar de impulsar una revisión del origen fraudulento y la legitimidad de la misma, promueven la vuelta del endeudamiento externo.
Por otra parte el kirchnerismo parece creer que adoptando la agenda de la oposición puede recomponer su fuerza. Así es que comenzó a delinear medidas contra la “inseguridad” que no son más que actos demagógicos que no buscan resolver nada sino solamente recomponer su imagen. Bajar la edad de imputabilidad, designar a un abierto defensor de la mano dura policial como Alejandro Granados, defender a César Milani al frente de las Fuerzas Armadas. Pero en ningún caso cuestionar la complicidad de las mafias policiales con el delito ni rechazar la estigmatización de la juventud pobre.
A contramano de todo esto, votar a Camino Popular representa la apuesta a un cambio social profundo, el apoyo a una nueva alternativa que crece desde la juventud para transformar nuestro país. Se trata de un cambio hacia adelante, no hacia atrás.
Votar este proyecto es llevar al Congreso una agenda popular, empezando por hacer realidad el derecho a una vivienda para todos, que no debe ser un negocio sino un derecho. ¿Quién puede decir que no conoce a una persona que ansía comprarse su propia vivienda pero no tiene manera de hacerlo? También es impulsar una reforma tributaria para redistribuir la riqueza: que las grandes fortunas paguen más y el pueblo pague menos.
Nuestra lista propone diez propuestas de la juventud: despenalización del aborto y educación sexual, fin del fraude del trabajo tercerizado y en negro, legalización del consumo de la marihuana, creación de espacios culturales y deportivos para la juventud, boleto educativo para todos los niveles, entre otras.
Finalmente, votar a Camino Popular es respaldar a una izquierda que sabe que solamente se pueden cambiar las cosas en nuestro país a partir de una confluencia amplia con otras tradiciones políticas, como quienes confluimos en esta experiencia electoral. Somos los que no nos autoproclamamos como vanguardia que tiene todas las respuestas sino que aspiramos a construir junto a nuestro pueblo un camino de soberanía nacional e integración latinoamericana, justicia e igualdad social, respeto por la Naturaleza y por la diversidad cultural de nuestro continente, igualdad entre los géneros y rechazo a la violencia machista bajo todas sus formas.