Por: Jesús Cariglino
Primero me sacude la noticia de que la presidente sufriría de un cuadro de enfermedad, que sin revestir demasiada gravedad, la obligaría a un reposo de alrededor de 30 días. Más me confundo al día siguiente, cuando se anuncia la necesidad de someterla a una operación de urgencia para paliar el cuadro que el día anterior no revestía ninguna gravedad. Dos sentencias muy contradictorias entre sí, que me hacen reflexionar sobre quién tiene a su cargo la salud de nuestra presidente.
Todavía perplejo por la conmocionante noticia -que cobra mayor dramatismo aún en tiempos de elecciones como el que estamos transitando-, me detengo en la noticia que advierte sobre el pedido que desde el gobierno se le habría efectuado al vicepresidente, para que interrumpa sus paseos en motos por Brasil, y regrese al país para hacerse cargo del gobierno, de acuerdo a lo que manda nuestra Constitución.
Sin embargo, a poco de que se anunciara la firma del acta de traspaso de obligaciones de la presidente a Boudou, sorprende la diputada Diana Conti con su revelación de que ello sería tan sólo una formalidad; que el verdadero destinatario del bastón de mando hasta tanto dure la recuperación de Cristina, sería su hijo Máximo. Así las cosas, ya bastante mareado con tanta sorprendente novedad, hago una segunda reflexión, y por más que trato de comprender cuál es la legitimación que habilitaría a Máximo para cumplir con tamaña responsabilidad, no encuentro otra que no sea la de ser el “hijo” de Cristina…y me pregunto si con ello alcanzará.
Todavía inmerso en esos pensamientos, irrumpe en escena el jefe de Gabinete, Abal Medina, para echar un poco de claridad, y descalificar todo lo antes dicho con el anuncio de que aún desde terapia intensiva y no recuperada siquiera de la anestesia y haciendo caso omiso del reposo al que estaría obligada, la única que seguía dirigiendo los designios del país era la presidente. Debo admitir que me alarmé, tanto por ella como por el país.
Para tranquilizar los ánimos, apareció el diputado Kunkel, revelando que Cristina no es ” imprescindible”. Parecía entonces que alguien advertía que en esas condiciones la presidente no podía ejercer sus responsabilidades. Pero entonces, ¿quién? Porque si no era Boudou quién estaba a cargo y tampoco lo era Máximo y obviamente no era Cristina, ¿quién estaba a cargo? Fue el propio Kunkel quien aclaró que al mando estaba “un equipo suficientemente consolidado”.
Así las cosas, empecé a tejer nombres sobre quiénes podían ser los integrantes de ese equipo; confieso que me bloquee nuevamente. Pensaba en Moreno, pero no me cerraba que pudiera formar equipo con Echegaray ni con Marcó del Pont. ¿El ministro Randazzo estaría consensuando con De Vido y Kicillof? Tampoco parecía una alternativa. A Lorenzino ni lo contaba, porque quedó explicito hace rato que se quería ir. ¿A qué equipo se estaría refiriendo el diputado Kunkel?
Propuse entonces echar una mirada a la lista de candidatos del Frente para la Victoria; pronto advertí que ellos estaban más preocupados por poner distancia entre sí que por formar un equipo. Insaurralde tomando distancia de los “correctivos” de Cabandié, Filmus, tan azorado que ni las cuentas le cerraban; ni Jesica Cirio parecía querer aparecer en la foto de campaña. Kirchnerismo pensé, pero por más que me lo propuse, sigo sin poder entenderlo. Pregunto, ¿alguien sabe quién está a cargo?