Por: Jorge Castañeda
Las últimas encuestas permiten vaticinar un triunfo relativamente holgado de Obama el 6 de noviembre. Muchas cosas pueden cambiar de aquí a entonces, sobre todo por los debates de octubre. Pero tres elementos parecen apuntar a la victoria de Obama.
Primero, gracias al voto adelantado un buen porcentaje, quizás el 40%, sufragará antes. Esto ya ha comenzado en muchos estados y la semana que entra se precipitan las fechas de apertura de este tipo de votaciones. Esto significa que el universo de votantes sobre el cual todavía pueden influir los candidatos es menor. No desaparece del todo, pero la mayoría de los especialistas considera que casi la mitad de los ciudadanos habrá votado antes del 6 de noviembre.
Segundo, las elecciones se juegan en pocos estados por el peculiar sistema norteamericano del Colegio Electoral, una especie de segunda vuelta. Como se recordará, en este país no gana el que sacó más votos populares, sino el que sacó más votos en el Colegio Electoral, compuesto por los 538 electores repartidos por cada estado. En cada uno todo o nada: el que gana California se queda con los votos electorales de California; el que gana Vermont, el estado más pequeño, se lleva todos sus votos en el Colegio.
Como algunos estados siempre votan igual -como California, Nueva York, Massachusetts, por los demócratas; Texas, Alabama, Utah, por los republicanos- la elección en el fondo se juega en ciertas entidades. Se llaman estados ”swing’’ o ”battleground’’ y son pocos: Florida, Virginia, Pennsylvania, Ohio, Colorado, Nevada y Wisconsin, quizás Michigan.
En la encuesta de ayer del NY Times, Obama tiene una ventaja de entre 7 y 10 puntos en Ohio, Florida y Pennsylvania; otras encuestas le dan ventajas más pequeñas pero significativas en Virginia, Colorado y Wisconsin. Si Romney no vence por lo menos en dos de los tres primeros estados mencionados, no hay cómo tenga los 270 votos electorales necesarios para ganar. Por esta razón, un número creciente de analistas empieza a dar por descontada la victoria de Obama.
El tercer elemento reside en los resultados de las encuestas nacionales sobre el desempeño de cada candidato en distintos ámbitos de la gestión presidencial. Obama se acerca o supera el 50% en la mayoría de las encuestas; la sabiduría convencional reza que el candidato arriba del 50% a un mes de las elecciones no puede perder. Pero además, en el tema de mayor importancia, a saber quién pueda conducir mejor la política económica, Obama empieza a rebasar a Romney, aunque sin gran entusiasmo de los votantes.
Si esto se confirma la próxima semana, va a resultar difícil que pierda la elección.
Permanecen tres dudas. Los pares americanos de los ”pejezombis’’ en Estados Unidos, a saber la ultraderecha, ha inventado ahora un sitio en internet (www.unskewedpolls.com) donde sostienen que las encuestas publicadas son falsas, que buscan generar la sensación que el triunfo de Obama es inevitable, para restarle fondos a Romney. Dicen que si las encuestas estuvieran bien hechas, mostrarían una ventaja del republicano. En todas partes se cuecen habas.
En segundo lugar, la gente más cercana a Obama, directamente vinculada con la participación electoral, teme lo que se ha llamado la ”disuasión electoral’’: los intentos republicanos por impedir el voto de negros, latinos y jóvenes, al exigir una identificación oficial con foto para poder sufragar. Conviene recordar que en Estados Unidos no hay Carnet de Identidad Nacional como en Europa o Chile, ni credencial del IFE como en México.
Tercera duda: ¿hasta dónde puede llegar la ola obamista? Lo más probable es que los demócratas conserven la mayoría en el Senado, ganando uno o dos escaños, y que los republicanos mantengan su mayoría en la Cámara de Representantes. Pero si la ventaja de Obama alcanza 6 puntos, no resulta imposible que los demócratas reconquisten la mayoría que perdieron en 2010. Todas estas son magníficas noticias para Estados Unidos y para México.
(Distribuido por The New York Times Syndicate)