Por: Jorge Castañeda
Entre los muchos astros alineados que ha tenido el gobierno de Peña Nieto, quizás uno de los primeros que se empieza a desalinear es una simple aberración estadística, que mucho le hubiera servido al régimen y al país, pero que parece no va a materializarse. Me refiero a las implicaciones en la cuenta de capital de la balanza de pagos de la compra, cada vez más hipotética, de la Cervecería Modelo por parte de la empresa belga, brasileña y norteamericana Anheuser-Busch InBev.
En efecto, como ya se ha comentado en esta página, las cifras de Inversión Extranjera Directa en México en los últimos años han sido, en el mejor de los casos, mediocres y si se miden en términos más sofisticados, francamente malas. En un artículo del 20 de septiembre de 2012, apuntaba que si medimos la IED como proporción del PIB, caímos en el 2011 y en el 2012 a niveles cercanos a 1981, es decir, antes de la entrada al GATT, de la apertura de la economía, y por supuesto de los Tratados de libre comercio con EU, Canadá, Europa y Japón. Atribuí dicha mediocridad en alguna medida a la guerra de Calderón, los 70.000 muertos (según el secretario Osorio Chong) y los 25.000 desaparecidos (según la PGR). Otros podrán considerar que ese factor ha sido mucho menos importante que otros, por ejemplo las restricciones a la IED en energía, playas y telecomunicaciones hasta cierto punto. Y otros más pueden explicar esas malas cifras por las deficiencias del Estado de derecho en México y, en particular, la falta de seguridad jurídica para transacciones, personas y propiedades.
Como señaló Reforma el 3 de enero, EPN parecía encaminarse a un magnífico resultado para su primer año de gobierno en este rubro, no por algo que él hubiera hecho, sino simplemente por azares del destino. Así como en 2001, cuando Citibank compró Banamex y en 2010, cuando Heineken compró FEMSA, al comprar una empresa extranjera un activo mexicano importante, incide en las cifras de IED, aunque sólo sea por una vez y no se creen nuevos activos a corto plazo. Sólo se transfieren activos existentes.
De todas maneras, aunque la venta del 50% de Modelo se firmó en 2012, la transacción contable no iba a tener lugar sino hasta 2013. De ese modo, ingresarían al país (o a los registros del Banco de México) la totalidad o una parte importante los 20 mil millones de dólares que iba a pagar AB InBev. Si a eso le sumamos los 2.340 millones de dólares de la venta de Comex a Sherwin Williams, que también se contabilizaría este año, y el monto más o menos automático de 20 mil millones de dólares que venimos atrayendo desde hace tiempo, el primer año de EPN se saldaría con una IED de más de 40 mil millones de dólares, casi el 3% del PIB, como 1995 y 2001.
El problema es que por algo a lo que no estamos acostumbrados en México, la venta no se consumará en 2013 y posiblemente ni siquiera tenga lugar en el futuro. Como algunos lectores recordarán, el 30 de enero el Departamento de Justicia de los EU (DOJ) presentó una demanda para impedir la compra a InBev por prácticas monopólicas. Tanto InBev como Modelo anunciaron que apelarían, e incluso Corona se aprestó a vender a un tercero la empresa de distribución de Corona en EU para darle mayor solidez a sus argumentos en contra de la demanda. En vista de que Modelo, Corona y Budweiser tienen casi el 60% de las ventas de cerveza en EU, el mercado más grande del mundo, y que el nuevo director ”anti-trust’’ del DOJ, William J. Baer, tiene fama de ”perro’’ antimonopólico, es muy posible que dicha venta nunca se realice. En todo caso se antoja casi imposible que tenga lugar en 2013. Y por tanto la cifra de IED en México para este año sólo va a reflejar los flujos ”de cajón’’, que podrán ser mejores o peores que antes pero sólo en el margen. Esto no es responsabilidad de EPN y tampoco significa que no pueda suceder otra cosa en el futuro. Sólo implica que una buena noticia que hubiera querido dar el gobierno a principios del 2014 ya no podrá darse.