El ‘Mexican Moment’ de Herminio

Jorge Castañeda

Lamento la derrota de Herminio Blanco en la contienda por la dirección de la Organización Mundial del Comercio; se trata de una derrota de México, de un candidato competente y del ex jefe de amigos personales. Abundan las explicaciones personales, diplomáticas y geopolíticas; repasemos algunas, por no dejar.

No nos ha ido bien en candidaturas internacionales competidas en los últimos años. Ganamos dos -el Consejo de Seguridad de la ONU en 2001 y la designación de José Ángel Gurría en la OCDE; hemos perdido seis -Jaime Sepúlveda Amor a la Organización Panamericana de la Salud; Julio Frenk dos veces ante la Organización Mundial de la SaludLuis Ernesto Derbez a la Organización de los Estados Americanos, Agustín Carstens al Fondo Monetario, y ahora Blanco a la OMC; ganamos dos sin rivales -el Consejo de Seguridad en 2008 y la elección de Bernardo Sepúlveda Amor a la Corte Internacional de Justicia.

En casi todos los casos la razón de nuestra derrota es geopolítica. Por la ubicación geográfica y la orientación económica del país, tenemos más representaciones consulares que ningún país del mundo en Estados Unidos y menos embajadas en África y en Asia que países como Brasil; en América Latina nos ven con suspicacia, hágase lo que se haga en la Cancillería: defender derechos humanos y democracia representativa, como fue mi caso, o tratar de ser amigo de los cubanos y en menor medida de Chávez, como Derbez, Patricia Espinosa, y ahora José Antonio Meade.

En segundo lugar, aunque Blanco era un muy buen candidato en lo tocante a su currículum, el brasileño vencedor fue embajador ante la OMS durante cinco años; era parte de la cofradía de Ginebra. Brasil contó con buena parte, si no es que la totalidad, de los votos africanos y latinoamericanos, por las razones ya mencionadas; si bien México parece haber obtenido el voto (es secreto y en realidad es una opinión) de los países miembros de la OCDE, éstos ni se opusieron realmente a la candidatura brasileña ni cabildearon a favor de la mexicana en sus antiguas colonias (Francia e Inglaterra) o en sus esferas de influencia geográfica (Estados Unidos en el Caribe).

Pero hay una razón adicional que sintetizó un diplomático mexicano con un término ingenioso pero engañoso: “el efecto Peña”. Se refería por supuesto a la buena imagen del Presidente y en menor medida del país en los medios internacionales. El problema con el “efecto Peña” es que responde a un atavismo mexicano muy profundo y que ha caracterizado al nuevo gobierno desde sus primeros minutos. Me refiero a esta noción tan extraña y a la vez tan funcional a través de la cual el mexicano suele pensar que con enunciar (con e, no con a) un deseo, un propósito o una conclusión, automáticamente lo transforma en un hecho puro y duro. Cuenta el enunciado no su materialización o consumación: es un respeto reverencial por el valor mágico de la palabra. Abundan ejemplos en la gestión del gobierno, con quien comparto buena parte de sus enunciados.

Si se habla menos de la violencia y se pone el énfasis en otros temas, la violencia adquirirá menos importancia y los otros temas más. Sabemos que por un lado se habla menos de la violencia, pero por el otro no hay menos violencia. Si ahora la prioridad es crecer (como si antes no lo fuera), vamos a crecer. Sabemos que creceremos un poco menos este año que el año pasado, y el siguiente apenas lo mismo que éste. Si gracias a la Reforma de Telecomunicaciones habrá una tercera y cuarta cadenas de televisión, las habrá. Sabemos que podrá o no haberlas, con o sin reforma: todo depende si las condiciones materiales, financieras, de mercado, atraen inversionistas nacionales y extranjeros. Si se desea que la relación con Estados Unidos se centre en comercio y economía, y ya no en la guerra contra las drogas o migración, así será. Sabemos que el deseo puede o no coincidir con la otra parte, que por cierto tiende a ser más poderosa e insistente que nosotros.

Evidentemente el gobierno de Enrique Peña Nieto pensó que su nueva buena imagen -The Mexican Moment- bastaría para darle el triunfo a Blanco. En estos asuntos los deseos no alcanzan.