Por: Jorge Castañeda
La semana pasada el Comité Jurídico del Senado de Estados Unidos aprobó una reforma migratoria integral que incluye buena parte de la ”enchilada completa’’. Falta mucho para que las 837 páginas del proyecto se conviertan en ley, ya que deben ser aprobadas por el pleno del Senado y posteriormente por la Cámara, donde enfrentarán muchos más escollos. Al revisar la cantidad de enmiendas rechazadas por la coalición denominada ‘‘Pandilla de los 8’’, sobre todo los regalos envenenados de la ultraderecha, es muy factible que la reforma vea la luz en el transcurso del verano.
Los dos componentes más pertinentes para México son la legalización de casi 12 millones de indocumentados en Estados Unidos, la mitad de los cuales son mexicanos, y que obtendrán un permiso legal de estancia casi inmediatamente después de solicitarlo, si cumplen con los requisitos mínimos que implica, y que los colocará en el ”camino a la ciudadanía’’. El segundo, donde las cosas se ponen más interesantes, es el programa de trabajadores temporales de baja calificación y que sigue pareciendo demasiado pequeño para las necesidades mexicanas.
Aunque se prevé un techo de 200 mil trabajadores para la industria de la construcción, de la salud y hospitalidad, con nuevas visas W, arrancará el programa con sólo 20 mil visas. Tamar Jacoby, la principal proponente de una ampliación del programa de trabajadores con visas W, manifestó lo siguiente: ”Un elemento clave del debate del Congreso de la semana pasada, con los dos ‘grupos secretos’, el Comité del Senado y la Coalición bipartidista, fue considerar cómo incrementar el número de visas de trabajadores temporales en el Senado. La deliberación no produjo mejorías -pero el debate apenas ha comenzado. La buena noticia: los legisladores de las dos Cámaras, particularmente los republicanos, están enfocándose no sólo en un programa de visas de baja calificación que vaya a funcionar, sino en el papel crítico de evitar la inmigración ilegal en las próximas décadas. En la coalición, los miembros republicanos estaban tan preocupados que el proyecto de visas fuera inadecuado para alcanzar las necesidades de trabajo de Estados Unidos que se presentarán dos programas temporales de trabajadores alternativos, uno demócrata y otro republicano.
‘‘Como nación hemos hecho la inmigración ilegal muy fácil y la inmigración legal bastante difícil’’.
Ahora bien, la iniciativa sí aumentó el número de visas H1B de alta calificación, de 65 mil hasta 110 mil y pudiendo llegar hasta 180 mil al año. Dos razones explican por qué fue más fácil elevar el número de visas de alta calificación que las de baja calificación. La primera es que ”la Pandilla de los 8’’ consideró que el voto del senador conservador de Utah, Orrin Hatch, era indispensable para aprobar la ley; él insistió, como si fuera un asunto de vida o muerte, que debía ampliarse el número de visas. Lo hizo porque en su estado la industria de alta tecnología es de gran importancia.
La segunda razón fue, según un artículo de The New York Times publicado el 13 de mayo de este año, el cabildeo de países como Irlanda y Corea para incrementar el número de visas apartadas para ellos, y la ausencia de cabildeo por parte de México para conseguir más visas para los migrantes mexicanos, que por desgracia tienden a concentrarse en profesiones de bajos salarios y calificaciones.
The Times of India se congratuló de que el Senado de Estados Unidos hubiera aceptado un número mucho más elevado de visas de alta calificación cada año. No vi ningún periódico mexicano que haya manifestado su beneplácito por el bajo número de visas de baja calificación aprobadas. Ciertos países han hecho la chamba para defender sus intereses en Washington. Según la prensa de EEUU, esos países son Corea del Sur, Irlanda, Canadá, Polonia y la India. Otros países no han hecho la chamba, porque consideran que la política migratoria es un asunto interno de EEUU. Seguramente los primeros no saben cómo es EEUU (hay muy ”poca’’ relación entre Irlanda, Polonia, Corea y Canadá con EEUU), y el segundo (México) sí sabe. Qué mal se ven los otros en no hacernos caso.