El triunfo del “no” en el referendo griego por casi 62 %, contra 38 % del “sí”, fue contundente, una gran victoria de los trabajadores y el pueblo griego. Derrotaron todas las presiones de los poderes centrales, de los banqueros y la patronal griega y su campaña del miedo. El gran dilema es cómo va a utilizar esta victoria popular el Gobierno de Syriza.
El “no” ha sido una gran victoria política del pueblo griego. Dijo “no” a nuevos acuerdos para seguir los ajustes. Hubo muchas presiones hacia el “sí”. Varias encuestas agrandaban el “sí”. La realidad está a la vista. Nuevamente, el pueblo griego expresó en las urnas y en las calles su larga resistencia contra los recortes y los memorandos de la Troika. Ratificó su lucha de más de 30 huelgas generales y su giro a izquierda para buscar una salida a la miseria, al desempleo masivo y al saqueo del país por parte del FMI y de la Unión Europea.
Fracasó el “sí” de la Troika y la derecha griega. También la nefasta política del estalinista KKE (Partido Comunista griego), que llamó al voto nulo y, sumado al blanco, apenas llegó al 5,7 %. La Troika ha sido nuevamente derrotada. Desde ya, la crisis es muy aguda. Cada día hay idas y vueltas. Este mismo artículo puede quedar desactualizado al llegar a los lectores. Pero lo que no se va a desactualizar es el dilema planteado en Grecia: seguir atados a los acuerdos con la Troika para seguir pagando una deuda fraudulenta o dejar de pagar para volcar esos fondos para las necesidades del pueblo.
La deuda externa griega es tan impagable que el propio FMI salió, días antes del referendo, a proponer una quita del 30 % y un “período de gracia” de los acreedores de 20 años. ¿Se hizo de izquierda el FMI? No, apela a una nueva maniobra, que ya aplicó en otros países. La deuda se transforma en “bonos” a renegociar y la “quita” va condicionada a un “nuevo rescate” (una “ayuda” de unos 52 mil millones de euros) para seguir con los recortes al pueblo griego. O sea, una “nueva deuda” para seguir saqueando.
A este tipo de mecanismos se le dice “reestructuración” de la deuda. Por eso, llama la atención que esa sea también la propuesta del gobierno de Syriza y de muchos que se dicen de izquierda o progresistas, como el economista Thomas Piketty, quien declaró que “la única solución para Atenas será reestructurar la deuda”.
Esa receta ya se aplicó en nuestro país a partir del 2005, bajo el gobierno de Néstor Kirchner, y su resultado fue negativo para el pueblo argentino. En vez de bajar la deuda, aumentó. Se la llamó “desendeudamiento”. En el 2001, en el momento más grave de la crisis, la deuda era de 144.453 millones de dólares y del 50 % del PBI. En el 2009, luego del supuesto “desendeudamiento”, subió a 147.119 millones y seguía en el 50 % del PBI. Y ahora, en el 2015, sigue la deuda, la pobreza y el saqueo de Argentina por las multinacionales. La alternativa a la crisis no es reestructurar la deuda, sino dejar de pagarla. Una estafa no se paga.
La única salida que le queda al pueblo y a la juventud griega es aprovechar el triunfo del “no” para seguir la movilización que exija al gobierno de Syriza volver al mandato que le dio el pueblo trabajador y la juventud en las elecciones de enero del 2015 para terminar con los memorandos y los recortes sociales pactados con la Troika. Para ello, es muy importante que esa bandera la tomen los sectores de la izquierda de Syriza, que se han pronunciado contra todo pacto con la Troika, por la suspensión del pago de deuda y por la nacionalización de la banca. Y que, unidos a sindicatos y a otros sectores de la izquierda revolucionaria griega, convoquen a movilizar por estos objetivos.