Por: Juan Gasalla
Las medidas restrictivas encaradas por el Gobierno para detener la fuga de capitales, mediante los controles sobre las importaciones, la compra de divisas extranjeras y el giro de utilidades al exterior, tuvieron repercusión en diversos sectores de la economía y generaron el efecto no deseado de una notable caída en las reservas del Banco Central. El stock quebró la barrera de los u$s42 mil millones en el transcurso del año y si bien se sostiene en un rango importante, está en su menor monto en casi seis años.
En 2012 se frenó la dolarización de carteras con el “cepo” cambiario, creció el superávit comercial y se mantuvo estable el desembolso de dólares para el pago de deuda pública. No obstante, la pérdida para los activos de la entidad que preside Mercedes Marcó del Pont fue de u$s3.100 millones en el año, a los que hay que sumar otros u$s1.753 millones en sólo dos meses transcurridos de 2013, a los actuales 41.537 millones.
El Gobierno enfatizó el éxito obtenido para reducir la fuga de capitales, es decir, la salida de dólares del sistema financiero que se pasan a cajas de seguridad, al “colchón” o directamente salen del país. En 2011, la fuga fue de u$s23 mil millones, mientras que en 2012 disminuyó a 4.000 millones.
Otros indicadores llevaron a pensar que las reservas debían sostenerse e incluso aumentar. En el último año, el superávit comercial fue de u$s12.633 millones, superior a los u$s10.347 millones de 2011. Los dividendos girados al exterior por las empresas fueron apenas u$s253 millones, contra u$s4.495 millones de 2011. Los ingresos por inversión extranjera directa aumentaron un 7%, desde u$s3.239 millones en 2011, a u$s3.476 millones en 2012, justificados por la reinversión de utilidades en el país.
Por otro lado, el pago de vencimientos de capital e intereses del Gobierno con organismos internacionales no aumentó en 2012: demandó el año pasado unos u$s9.300 millones de las reservas internacionales frente a u$s9.500 millones en 2011.
La formación de activos externos del sector privado se situó en su nivel más bajo desde 2007, pero tampoco impidió la caída de las reservas ¿Por qué? Por un lado, influyó el retiro de dólares que estaban depositados en bancos privados, drenaje que acumuló unos u$s3.542 millones en 2012. En 2013, hasta el 22 de febrero, ya sumaba otros 891 millones. Por otra parte, impactó en forma negativa una menor liquidación de exportaciones por la sequía de la campaña agrícola del año pasado, así como una merma en los pagos por derechos de importación, vinculados al “cepo” comercial.
Otro factor de enorme incidencia en la caída de reservas -y que no representa fuga de capitales- fue el de la caída de ingreso de dólares por créditos privados tomados en el exterior y las mayores cancelaciones de este tipo de préstamos. En su Balance Cambiario, el Banco Central informó que el saldo positivo de préstamos del exterior a empresas en Argentina en 2011 -u$s4 mil millones- pasó a egresos de divisas por u$s3 mil millones en 2012, movimiento que explica que en el último año hubiera fronteras adentro u$s7 mil millones menos.
Los préstamos a empresas y particulares desde el exterior fueron u$s14.016 millones en 2011, mientras que en 2012 se redujeron a 8.720 millones, lo que significó que ingresaran u$s5.296 millones menos al país. Por el contrario, la cancelación de deudas privadas implicó una salida de dólares de u$s11.817 millones de 2012, unos u$s2.321 más que los u$s9.496 millones de 2011. Por eso, el saldo positivo por líneas del exterior de u$s4.520 millones en 2011, se convirtió en egreso de u$s3.097 millones en 2012, que también se evidenció en la caída de reservas.
La reticencia de las compañías a tomar crédito en el exterior no es un dato positivo: tiene su contrapartida en menores inversiones, imprescindibles para generar más empleo y producción, y contribuir al crecimiento de la economía.
Otro duro golpe para los activos de la entidad monetaria fue el egreso neto de divisas por turismo y viajes y pasajes, por u$s4.670 millones en 2012, resultado de una demanda de residentes argentinos por u$s7.300 millones (alza de 54% interanual), contra ingresos de u$s2.600 millones por los gastos de turistas extranjeros. Sólo una lectura política podría explicar la persistencia de este dólar “subsidiado” para vacacionar en el exterior, ante el malhumor que generaría aplicar un tipo de cambio diferencial para el turismo.