Por: Juan Gasalla
Los u$s40 mil millones de reservas son un monto muy importante, pero la dinámica de deterioro de los activos líquidos del Banco Central es preocupante. Desde el inicio de 2013, cayeron u$s3.280 millones, un 7,6% en tres meses y medio. Es más que lo perdido a lo largo de todo 2012, unos u$s3.086 millones, y representa casi el 60% de retroceso de todo 2011 (u$s5.814 millones), dos años en los que hubo importantes vencimientos de deuda.
Las reservas finalizaron este lunes en u$s40.010 millones, su volumen más bajo desde el 21 de mayo de 2007 (u$s39.967 millones), hace casi seis años, y un 24% menos que el récord de u$s52.654 millones del 26 de enero de 2011.
Los análisis oficiales insisten en negar el déficit fiscal, el atraso cambiario y la inflación. Si fuera por el nivel de reservas no debería haber razones para temer una corrida hacia el dólar, pero la aversión por la moneda doméstica refleja la incertidumbre ante las medidas oficiales, que relegan la defensa del valor del peso. Por ello, la salida de depósitos en dólares del sistema financiero sigue siendo la principal variable que erosiona las reservas y que explica la mitad de la caída. Estas colocaciones se computan como reservas en concepto de encajes bancarios.
Además de las cancelaciones de deuda, otro ítem que es clave en la fluctuación de los activos es el de la liquidación de divisas del agro, que lentamente comienza a desperezarse. Hasta el viernes 12 de abril alcanzó los u$s5 mil millones, y aunque no equipara el ingreso de dólares en el mismo lapso del año pasado, se le aproxima, aún cuando las exportaciones de trigo del verano menguaron como consecuencia de la sequía. Inclusive, según la consultora Empiria, desde fines de marzo “por primera vez en el año, las liquidaciones diarias de agroexportaciones superan los valores del año anterior”. Todas las expectativas de la entidad emisora están puestas en los ingresos de dólares del campo para recomponer reservas en el segundo trimestre del año.
Un golpe que acusaron las reservas llegó desde el exterior y se debió al retroceso del oro, que representa poco más de 7% del total de activos líquidos. El metal dorado cayó casi 13% en dos jornadas y redundó en una pérdida de reservas de unos u$s400 millones desde el jueves último.
En este contexto, un dato positivo es el esfuerzo de la autoridad monetaria por moderar la presión que ejerce el exceso de liquidez sobre el dólar paralelo, que se observa en una desaceleración del crecimiento de la base monetaria. La creación de dinero disminuyó en marzo a un 35,8% interanual, desde el 40% que promedió en 2012. Así, al contabilizar los pesos circulantes más los de cuentas a la vista y cajas de ahorro suman $462.310 millones al término del primer trimestre del año.
A la vez, la deuda en Letras del Banco Central (LEBAC) se duplicó en el último año: la entidad que preside Mercedes Marcó del Pont llevó de $46.642 millones a $96.640 millones sus pasivos, un 107% más. Un estudio de Abeceb.com pondera el ritmo de esterilización del organismo, aunque advierte que “la brecha entre el tipo de cambio oficial y el paralelo volvió a marcar un record, después del cual encontró un nuevo piso en torno al 63%-65%”.
La solvencia del BCRA se debilita, no porque las reservas sean pocas, sino porque decrecen cada vez más respecto de sus pasivos financieros (principalmente pesos circulantes, depósitos en pesos y Letras y Notas emitidas en moneda nacional) y también frente a otros activos que no son líquidos, como bonos soberanos, letras intransferibles del Tesoro y adelantos transitorios al Gobierno nacional.
Según Economía & Regiones, a fines de 2007 la liquidez del Central ascendía a 64% del total de sus activos, mientras que su exposición a letras del Tesoro era tan sólo del 26 por ciento. “Luego de cinco años de mandato de la actual presidente, la liquidez cayó a la mitad (37%) y su exposición al sector público más que se duplicó (58%)”, indica la consultora. Es decir, esta debilidad se debe al aumento de la exposición del BCRA al sector público, que se agudizó después de la reforma de la Carta Orgánica de la entidad.
La nueva normativa permitió a los directivos del BCRA determinar un nivel mínimo de reservas, para que el resto se aplique al pago de deuda pública. Además fijó el mecanismo automático de adelantos al Tesoro nacional para financiar el déficit fiscal. La fragilidad financiera estuvo precedida de una concesión institucional, al alterarse los objetivos de la entidad.