Menos reservas que en 2001

Juan Gasalla

Fue un duro semestre para las reservas del Banco Central. Entre la vigencia de las restricciones cambiarias, el pago de deuda y las transferencias al Tesoro, cayeron a u$s37.156 millones, su monto más bajo desde el 9 de abril del 2007, y también debajo del récord de reservas de la convertibilidad, de u$s37.380 millones el 18 de enero de 2001, de u$s37.249 millones del 19 de enero, u$s37.194 millones del 2 de febrero, además de los u$s37.283 millones del 21 de julio de 2000.

La potestad del Gobierno para equilibrar sus cuentas con los dólares de la entidad emisora, luego de la reforma de la Carta Orgánica a comienzos de 2012, alteró esta variable fundamental para establecer el valor del peso por su respaldo en divisas y, por lo tanto, el del dólar en el mercado local.

Al mismo tiempo, la desconfianza generada por la restricción cambiaria para adquirir divisas en el circuito minorista desde el 31 de octubre de 2011, a la que se sumó la prohibición de las ventas para atesoramiento desde el 5 de julio de 2012, detonó la salida sin pausa de los depósitos en dólares del sistema financiero. Estas colocaciones, que forman parte de las reservas como encajes, explican más de u$s7 mil millones de la merma, mientras que el pago de deuda siguió encabezando la salida de dólares del Central, apenas compensada por las adquisiciones que realizó el organismo que preside Mercedes Marcó del Pont en el mercado mayorista. En menor medida, incidió este semestre la pérdida de valor del oro, en unos 900 millones de dólares. En el año, las reservas descendieron u$s6.164 millones o 14,2 por ciento. Desde que empezó a aplicarse el cepo cambiario perdieron u$s10.431 millones (-21,9%), y unos u$s15.498 millones desde el récord del 26 de enero de 2011 (-29,4%).

A diferencia de la etapa de la convertibilidad, cuando el financiamiento externo originó una voluminosa deuda que arrasó con el gobierno de Fernando de la Rúa, las administraciones de Néstor y Cristina Kirchner optaron por financiarse con los dólares acumulados en el Central, ante un renacido superávit comercial. En el primer caso, se produjo la salida traumática del “1 a 1”, con estallido social y una devaluación del peso del 67 por ciento. En el segundo, se advierte un deterioro gradual y menos dramático de los indicadores económicos -entre ellos, las reservas- ante un contexto internacional muy favorable. En ambos casos, el creciente déficit fiscal es un denominador común.

El récord de reservas en poder del Banco Central durante la convertibilidad se registró el 18 de enero de 2001, tan sólo once meses antes del estallido social que representó el punto álgido de la recesión más extensa de la historia argentina (desde fines de 1998 al primer cuatrimestre de 2002), cuando alcanzaron los u$s37.380 millones, Megacanje de por medio. Hace doce años, las reservas sumaban más del 80% de los activos totales; los títulos públicos, sólo el 4,1 por ciento. La incontenible fuga de capitales de aquel 2001 hizo retroceder a los activos líquidos del BCRA unos u$s19.000 millones (desde los u$s34.234 millones del cierre de 2000 a los u$s15.232 millones del 31 de diciembre de 2001). Cuando Carlos Menem entregó el mando el 10 de diciembre de 1999 se situaban en 34.169 millones.

Al asumir Eduardo Duhalde el 2 de enero de 2002 las reservas contabilizaban u$s15.164 millones. Ya instaurado el “corralito” sobre los depósitos bancarios y con una acuciante situación social -que llegó al 22% de desempleo y 53% de pobreza-, el 12 de junio de aquel año quebraron el piso de los 10 mil millones de dólares. Basta advertir que pocos días después, el dólar en casas de cambio alcanzó los 3,80 pesos. El gobierno del dirigente bonaerense quedó condenado cuando el 26 de junio fueron asesinados en Avellaneda los militantes sociales Maximiliano Kosteki y Darío Santillán a manos de policías que reprimieron una protesta.

El mínimo de reservas post-convertibilidad fue de u$s8.245 millones, el 24 de enero de 2003. Al tomar la Presidencia Néstor Kirchner, el 25 de mayo de 2003, se situaban apenas en 11.045 millones. Al finalizar su mandato, los activos habían trepado un formidable 312,5%, cuatro veces más, a u$s45.566 millones, el 10 de diciembre de 2007. El 12 de abril de ese año, las reservas superaron el récord anterior de enero de 2001, incluso luego del pago al FMI.

Fue la sucesora y esposa de Néstor Kirchner, Cristina Fernández, quien pudo reafirmar este ponderable récord de reservas, hasta el máximo histórico del 26 de enero de 2011, en 52.654 millones de dólares. Sin embargo, una nueva fuga de capitales, que saltó a u$s21.504 millones aquel año, desembocó en una rígida veda para la comercialización minorista de la divisa que sigue hasta hoy y amenaza profundizarse.

En los últimos años también se observó un deterioro en la composición de los activos de la autoridad monetaria. En 2011, las reservas internacionales representaban el 51,7% del activo total, mientras que un 39,3% correspondían a títulos públicos y adelantos transitorios al Tesoro nacional. En la actualidad, el 57,8% del activo consiste en títulos públicos y adelantos al Tesoro y sólo 35% del total de activos son reservas líquidas. Estos títulos intransferibles no pueden ser dispuestos por el BCRA hasta su cancelación y restringen la capacidad de la entidad para intervenir en la plaza.

A ello hay que sumarle la presión por la fuerte emisión de pesos a un ritmo superior al 30% anual, sin que las reservas se incrementen en la misma proporción, dato que alienta la preocupación por una devaluación de la moneda argentina cada vez más intensa hasta las elecciones de octubre. De hecho, quedan fuertes vencimientos de deuda en 2013, con la amortización del Bonar VII por unos u$s2.000 millones en septiembre. Para reflexionar al respecto, esta semana se autorizó la impresión de pesos con la Doble A: al Banco Central se le acabaron las letras del abecedario.