Siempre es mejor el diálogo fraterno que la confrontación desde la chicana, el golpe bajo, la simplificación y banalización del debate. Nosotros, desde Proyecto Sur, preferimos el camino del debate con honestidad y desde el reconocimiento de los aportes y las identidades de cada una de las fuerzas que habitan el arco político de centroizquierda en la Argentina. Estamos firmemente convencidos de la posibilidad y la oportunidad de generar una gran convocatoria a un conjunto de fuerzas, entre las cuales se encuentran Proyecto Sur, el Partido Socialista Auténtico, el MST, la Coalición Cívica, el Partido Socialista, el GEN y otras agrupaciones políticas, alrededor de un conjunto de pautas programáticas que venimos impulsando desde hace años, con posibilidades claras de enfrentar a los dos gobiernos generando un espacio alternativo de cara a las elecciones de octubre. No estamos dispuestos a aceptar el avasallamiento de la Justicia y de la Constitución en pos de garantizar la rerrelección de Cristina Kirchner, porque entendemos que significa la perpetuación en el poder de un modelo agro-minero-exportador cuyo nivel de depredación es criminal para la vida, el medio ambiente y las futuras generaciones.
La base del acuerdo que proponemos entre todas estas fuerzas es la decisión de llevar adelante una lucha contra la corrupción que entendemos no solamente como un problema moral sino como un nudo esencial de la política argentina: la corrupción mata como dolorosamente nos marca la tragedia de Once. También decimos que la inseguridad es un problema real y una de las principales preocupaciones de la sociedad, y que ella es hija de la corrupción y la desigualdad.
Coincidimos en algunos aspectos del diagnóstico que los compañeros de Marea Popular hacen del gobierno nacional, pero de ninguna manera aceptamos haber perdido la brújula “cuando el kirchnerismo comenzó a tener conflictos con distintos sectores de poder de la Argentina”. Con referencia al conflicto con el campo, debemos mencionar que detrás de las peleas alrededor de las retenciones, el kirchnerismo favoreció un desfalco de la ONCCA (Oficina de Control Comercial Agropecuario) presidida entonces por Ricardo Echegaray, por más de 1.700 millones de dólares a través de una declaración distorsionada de las exportaciones por parte de grandes grupos exportadores de granos. Entre otros, se favorecieron a corporaciones amigas del gobierno como la Aceitera General Deheza, del Grupo Urquía. Con motivo de ese conflicto se permitió el blanqueo de capitales que permitió el lavado de ingresos espurios provenientes de grandes actos de corrupción con dinero del Estado, realizados por funcionarios y amigos del poder como el paradigmático Lázaro Báez, histórico testaferro de Néstor y Cristina Kirchner. Sólo la ingenuidad política de algunos sectores y la enorme capacidad de manipulación del kirchnerismo, entre otros factores, hicieron de esa confrontación una “lucha del pueblo contra la oligarquía”.
Tampoco nuestro análisis desconoce el problema de la concentración de la tierra y de la riqueza en el sector rural, donde el 20% de los productores controlan el 80% de la producción; mientras la contrapartida señala que el 80% de los productores controlan el 20% de la producción: la torpeza de no haber decidido golpear sólo a ese 20% concentrado de productores le daría a la Sociedad Rural una base social que jamás hubiera tenido.
Con referencia a la confrontación del Gobierno Nacional con el Grupo Clarín, lo primero que decimos es que no puede ignorarse que en nombre de la democratización de las comunicaciones, la Ley de Medios ha permitido crear un nuevo tipo de monopolio de amigos -Szpolski, Moneta, Cristobal López, Vila-Manzano, entre otros-, que actualmente dominan casi el 80% de los medios televisivos, radiales y gráficos, financiados por la pauta de publicidad oficial. En este sentido, hay que tener cuidado de no caer en la trampa de la espuria polarización planteada entre el Gobierno y la “Corpo”, ya que esconde por detrás los acuerdos de Cristina Kirchner con la Barrick Gold, Minera Alumbrera, British Petroleum, Chevron, Monsanto o Repsol, que no han sido mencionados en el documento de Marea Popular firmado por el compañero Itai Hagman.
A su vez, en su caracterización política de la Ciudad de Buenos Aires, tampoco han mencionado la profundización del pacto corrupto y entreguista entre el macrismo y el kirchnerismo para intercambiarse terrenos públicos con el fin de favorecer la especulación inmobiliaria de sus amigos corporativos comunes: entre otros, el inefable señor Eduardo Elsztain, del Grupo Irsa. También son socios en la construcción de dos represas en la Provincia de Santa Cruz, que estarán a cargo del consorcio entre Lázaro Baez, Calcaterra Macri y capitales chinos, con los conocidos sobreprecios de la obra pública. Nuevamente, en la convocatoria a la construcción de una alternativa superadora de estas opciones políticas degradadas, decimos que el peor delito de un funcionario es hacer negocios privados con los bienes públicos.
Por nuestra parte, no cuestionamos “al gobierno por lo limitado de sus medidas”, sino por la magnitud de la corrupción cuyas consecuencias dramáticas se revelan en graves tragedias como la de Once y las recientes inundaciones. Nos parece injusto que desde Marea Popular se intente meter en la misma bolsa a Pino Solanas y a Mauricio Macri en la agenda de la “Defensa de la República”. Al respecto, nos parece un gran error político no tomar en cuenta que la supuesta “democratización de la Justicia” es un claro intento de domesticar a los jueces a través de la partidización y el control del Consejo de la Magistratura, que es la institución encargada de designarlos o destituirlos. Esta es claramente la forma que ha encontrado el Gobierno nacional para garantizar un pacto de impunidad entre funcionarios, empresarios y jueces corruptos.
No negamos tampoco la existencia de marcadas diferencias con la Coalición Cívica en distintos aspectos, como es el caso de nuestra posición sobre la Revolución Bolivariana. Recordemos que Pino Solanas viajó a Venezuela a rendir homenaje al Comandante Chávez, con quien ha mantenido una larga amistad y permanente diálogo político de más de diez años, que nació cuando se realizó en Caracas el estreno de Memoria del Saqueo. Pero por encima de las diferencias que puede haber con cualquiera de las fuerzas políticas integrantes de esta construcción alternativa, el objetivo es impedir la consolidación de la mafiocracia que ha ido construyendo el kirchnerismo a lo largo de estos diez años, como continuidad del menemismo.
De ninguna manera se trata de reeditar la Alianza: ya en 1994 Pino Solanas y su grupo se opusieron a la distorsión del proyecto del Frente Grande y al posibilismo de Chacho Álvarez que creía en el “camino único”y culminó con la designación de Domingo Cavallo como ministro de Economía. Suponer que el kirchnerismo y sus negocios con las corporaciones que hemos mencionado -y que el artículo de Hagman omite- no forma parte del proyecto de la clases dominantes es otra ingenuidad que surge de su análisis político.
Siguiendo esta lógica, omitir la mención al tratamiento que el kirchnerismo ha dado a la deuda externa y sus complicidades con los grupos financieros –denunciadas reiteradamente a lo largo de más de 20 años por Alejandro Olmos (Padre), Alejandro Olmos (Hijo), Pino Solanas, Miguel Ángel Espeche Gil y Elisa Carrió (los dos últimos integrantes de la Coalición Cívica), entre otros. No mencionar las dramáticas secuelas ambientales y sociales irreversibles provocadas por la megaminería a cielo abierto y el fracking; no mencionar la intervención del Indec y la hipocresía de afirmar que en la Argentina hay un 5% de pobreza y un 1% de indigencia -que en Tucumán y en Jujuy sería del 0,1%- y cuya única respuesta de una voz autorizada del gobierno como es un ministro de Economía es un pálido Lorenzino diciendo “me quiero ir”, da cuenta de las serias falencias en la evaluación de la coyuntura política que han realizado los compañeros de Marea Popular.
Desde su nacimiento, Proyecto Sur ha venido construyendo un movimiento político, social y cultural de carácter nacional, popular, democrático y emancipador. Si los compañeros de Marea Popular, esta noble fuerza naciente, son capaces de reconocer que el movimiento encabezado por nuestro principal referente, Pino Solanas, ha venido instalando en la agenda pública temas centrales, entre otros, la denuncia de la inmoralidad que en un país tan rico como el nuestro haya más de 600 mil chicos desnutridos, la necesidad de recuperar los ferrocarriles, la flota mercante y aeronáutica, la reconstrucción industrial, la auditoria de la deuda o recuperar los recursos naturales como forma de construir un proyecto nacional que enfrente las nuevas formas de dominio neocolonial en la Argentina. Si evaluamos que el escenario electoral va a oponer a tres grandes bloques: el macrismo, el kirchnerismo y un tercer espacio de izquierda y centroizquierda, entonces los invitamos a un debate fraterno, para evaluar en profundidad, con rigurosidad, seriamente y sin chicanas, las alternativas que permitan a corto plazo vislumbrar cuál podría ser el aporte de cada uno de los sectores de un tercer espacio alternativo de cara a las elecciones de octubre; y a mediano y largo plazo, la posibilidad de construir un proyecto realmente emancipador para la Argentina ante este cambio de época histórica, que plantea grandes desafíos para nuestro país y para el continente.