Por: Karel Becerra
Ante los ojos de los cubanos, con la aparición del “Período Especial”, que no fue otra cosa que el hambre repartida entre todos, algunos grupos de poder comandados por los militares comenzaron a adaptar las viejas empresas estatales a nuevas formas de gerenciamiento. Aparecieron grupos económicos dirigidos por los propios generales o en algunos casos discípulos civiles, que con anterioridad habían demostrado con palos y turbas su fidelidad al sistema.
Desde inicios de los 90 comenzó a gestarse esa separación entre los burócratas del comunismo más recalcitrante y los camajanes de verde olivo deseosos de vivir la buena vida sin tener que estar a escondidas. Ambos grupos estaban comandados por dos hermanos, de nombre Raúl y Fidel, que siempre fieles entre sí, debieron llegar a un pacto “tu coje pa allá y yo cojo pa acá, a ver a cuál nos sale mejor”. Raúl tomó el rumbo de la economía controlada y Fidel la batalla de ideas.
Entre esas dos visiones nos hemos comido los cubanos 20 años, tiempo suficiente para probar que ambos llegaron al mismo lugar, al descalabro total de la economía. Pero como buenos comunistas, ya cansados de culpar a otros, deben estar ahora mismo culpándose entre ellos. Claro está que esos 20 años no pasaron en vano, y hoy se mueven como vejestorios o marionetas de sus herederos. Raúl tiene sus herederos, los militares de verde; y Fidel tiene los suyos, los burócratas de traje. Integran estos grupos, como lideres agazapados sus respectivos hijos, los de Raúl de “carrera” y los de Fidel “a la carrera”.
Las disputas tienen origen en las pocas áreas de la economía insular que pueden ser rentables y dar dividendos. Los herederos de Raúl se disputan el turismo, industrias mineras, transporte, automotores, comercio minorista, tecnología. Por otra parte habanos, bebidas como Havana Club, majestuosos campos de golf para el placer burgués y la incipiente industria deportiva mediante contratos esclavos y exportación del beisbolistas a las Grandes Ligas, copado los herederos de Fidel. Los padres prepararon el camino lanzando a la calle a miles de cubanos y cerrando lo que no dé dinero, simple, asumieron el costo político pues van pronto para el “reparto boca arriba” y no tendrán que pagar en vida los platos rotos.
Pero, como decimos en Cuba, “de los planes, salen planazos” y esta repartición económica los hará estallar por los aires pues en el medio hay un tema que para ambos grupos es primordial. Esto es la larga disputa con los cubanos y ciudadanos norteamericanos a los que les fueron robadas sus propiedades. No sólo que aún no logran salir de ese atolladero, sino que fidelistas y raulistas no coinciden en cómo se debe salir. Los primeros creen que deben seguir firmes y ganar por cansancio y los segundos creen que deben llegar a un “arreglo”.
Esta diferencia no pasó desapercibida en los últimos 30 días; al menos, no para todos. Se evidenció claramente con el “apretón de manos de Raúl y Obama” el día 10 de diciembre, donde el desesperado Raúl intenta avanzar con su plan, de acercamiento, para llevarse el gato al agua.
Tendencias de Raúl y Fidel Castro en Google en los últimos 30 días: es notable cómo ambos “volvieron como zombies” a su nivel más alto, gracias a Obama el día 10 de diciembre. También cómo Fidel logró un máximo de atención el 22 con Maduro y el 9 de enero con su “paseo cultural”. El pico de atención que tuvo Fidel el 6 de diciembre no fue controlado, fue gracias a la profunda amistad del dictador con Nelson Mandela, quien murió el día anterior.
Luego del encuentro con Obama, Raúl Castro tuvo el mayor momento de exposición en los medios de comunicación desde el retiro de su hermano mayor. Dicho en criollo, “Obama le dio una mano”.
Fidel, con mayor preponderancia desde siempre y por el temor de sus grupos de poder, no tuvo más remedio que publicar un artículo sobre ese “saludo” menospreciando a su hermano. Indirectamente reconociéndolo como su discípulo y dedicando sólo 40 palabras a su hermano de las 2271 palabras utilizadas en un bodrio interminable de batallas en África, en fin, “tremendo tabacón”.
“Felicito al compañero Raúl por su brillante desempeño y, en especial, por la firmeza y dignidad cuando con gesto amable pero firme saludó al jefe del gobierno de Estados Unidos y le dijo en inglés: ‘Señor presidente, yo soy Castro’”. Esto significa que Fidel y su grupo, le dedicaron menos del 2% de sus palabras al evento más relevante que ha provocado Raúl Castro durante más de 6 años. ¡Lo hicieron talco!
Pero como no fue esto suficiente y para borrar de un plumazo los “8 segundos de fama de Raúl”, Fidel apareció públicamente días después luego de meses sin siquiera en foto alguna. No apareció una, no dos, sino tres veces seguidas, primero con Ignacio Ramonet, luego Nicolás Maduro -benefactor económico del régimen, señalando con esto que “la caja la manejo yo”- y finalmente paseo por un centro cultural de La Habana. Fidel salió tres veces a negarlo, a negarle la autoridad y para decir “aquí quien manda soy yo”. Los Castros están divididos, están debilitados, están desesperados y también con temor porque el tiempo se les terminó.