Por: Laura Alonso
Señora Presidenta:
No se preocupe, no hay un golpe en marcha. Ni blando, ni suave, ni sutil.
Nadie pide para Ud. lo que Ud. pidió para el Presidente Fernando de la Rúa en 2001.
Hoy el silencio de millones de ciudadanos representa un grito aturdidor para Ud. y para quienes la sucedan. Retumba otro “Nunca más” contra la omnipotencia de los que se creen con poder, la impunidad, la corrupción y la muerte.
Participo de la marcha del silencio por varias razones:
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Porque la democracia sigue siendo la vida, la paz y la libertad pero está debilitada y en riesgo.
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Porque la república -hoy devastada- es el único sistema que puede poner límites, controles y contrapesos al poder político de turno, sea cual sea el partido que esté en el gobierno.
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Porque el Poder Judicial es el último bastión en el que podemos refugiarnos los ciudadanos cuando las demás instituciones han sido arrasadas por autócratas electos que se creen omnipotentes y se sienten impunes.
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Porque la muerte volvió a la política y la del fiscal Nisman es un crimen de Estado.
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Porque la impunidad y la corrupción corroen la legitimidad y la confianza de la gente en las instituciones y porque no alcanza con “dar testimonio” desde una banca en el Congreso frente a imposiciones autoritarias de circunstanciales mayorías parlamentarias.
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Porque la desunión y el enfrentamiento volvieron a dividirnos y somos los argentinos los que debemos decir “basta” a la división promovida desde la más alta magistratura.
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Porque en la democracia el poder es de la gente y de nadie más.
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Porque la denuncia de Alberto Nisman es de una gravedad institucional inusitada que debería se analizada además por el Congreso de la Nación, y no sólo investigada por la Justicia.
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Porque los muertos de la AMIA, el fiscal muerto y la sociedad argentina tenemos derecho a saber.
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Porque sigue siendo nuestro derecho inalienable expresarnos en libertad.