Estamos viviendo momentos históricos para la Iglesia, que en sus 2000 años tiene por primera vez un Papa americano.
El Santo Padre Jorge Mario Bergoglio en su larga trayectoria, como fiel representante de su congregación la Compañía de Jesús, seguramente desarrollará su labor en el marco del lema Ad maiorem Dei gloriam (“A la mayor gloria de Dios”).
Su labor pastoral se ha caracterizado por su austeridad, su ecuanimidad y su lucha permanente por los más necesitados. En este sentido, ha manifestado que los derechos humanos se violan también por la existencia de condiciones de extrema pobreza y de condiciones económicas injustas que originan las grandes desigualdades. Ha enviado siempre un mensaje alentador pregonando que no se puede bajar los brazos llevados por la desesperanza.
Tengo la plena convicción que Francisco I, el papa argentino, ejercerá la jefatura de la comunidad católica bajo la premisa que ha orientado su vida: que el verdadero poder es el servicio -por los otros y para los otros-.