Solemos desconocer a los íconos académicos que tiene nuestro país y de los que fue pionero. Uno de ellos es la prestigiosa Academia Nacional de Medicina que nace a poca distancia del amanecer de la Patria y es la más antigua de América. Cabe destacar que la Academia Nacional de Medicina es una entidad civil sin fines de lucro y su autonomía es importante porque ofrece la posibilidad de trabajar e investigar con continuidad en un medio totalmente ajeno a los vaivenes políticos, a las influencias gubernamentales y a los intereses personales, dedicándose exclusivamente a lo científico. Por ello es primordial conocer su postura en temas controvertidos, por esos vaivenes, a la hora de sopesar un tema relacionado con la salud. El 30 de septiembre de 2010 el Plenario Académico aprobó la Declaración, en la que recuerda los principios básicos de la ciencia.
En didáctica hay un juego interactivo que permite escoger una necesidad básica de la humanidad: comunicación, alimentación, vestido, medicina, transporte; para ver cómo ha sido resuelta gracias a los avances de la ciencia y la tecnología a lo largo de historia. Una vez seleccionada una necesidad, aparecen cuatro avances tecnológicos, y se plantea al alumnado en qué época histórica se han dado cada uno de ellos.
El principal interés didáctico de este juego interactivo radica en poder enseñar en forma visual y sencilla cómo y cuándo se han producido los avances que nos han hecho la vida más fácil. De esta forma, historia, ciencia y tecnología van de la mano en todo momento y ofrecen una visión holística de los más importantes avances de la humanidad. Busca la participación del alumnado, que debe reflexionar y aplicar tanto sus conocimientos previos, como incluso su sentido común, para responder y los prepara para encrucijadas futuras en los cargos de decisión. Es de augurar que en ese juego nunca aparezca como alternativa de solución: “el aborto”.
El Papa decía en una entrevista que “no podemos insistir sólo en cuestiones ligadas al aborto, al matrimonio homosexual y al uso de métodos anticonceptivos”, algunos periódicos lo presentaban como si el discurso sobre estos temas no fuera a estar presente en el magisterio del Papa. Sin embargo, él lo ha aclarado, en su audiencia, el pasado 20 de septiembre, a los participantes en el Encuentro de Ginecólogos Católicos, al afirmar el respeto a la vida en todas sus fases. Insistiendo en dar testimonio y difusión de “la cultura de la vida”. “Vosotros que estáis llamados a ocuparos de la vida en su fase inicial, recordad a todos, con los hechos y con las palabras, que ésta es siempre, en todas sus fases y en toda edad, sagrada y siempre de calidad. Y no por un discurso de fe, sino de razón, por un discurso de ciencia”. Porque “la credibilidad de un sistema sanitario no se mide solo por la eficiencia, sino sobre todo por la atención y el amor hacia las personas, cuya vida es siempre sagrada e inviolable”.
Es importante considerar en este tiempo electoral que esto no nace hoy, que detrás de los proyectos de ley y de las leyes hoy vigentes hay una historia de raigambre antropológica, filosófica, económica, nacional e internacional. Para que estos principios puedan ser plasmados en la legislación cuando las posturas son no consensuables, es necesario contar con mayor cantidad de votos. Los cuales están directamente relacionados con quiénes están sentados en las bancas. Nosotros los elegimos con nuestro voto y acciones cotidianas. Es en este juego y dentro de esta problemática política que se da una danza legislativa en la cual avanzan y retroceden ambas culturas: “vida y muerte”.
La vida humana es concreta y es un continuo que debemos proteger en todo tiempo, lugar y circunstancias. Para ello es muy importante “enamorarnos de la vida”. Enamorarse de la vida significa querer acunar al niño que está creciendo en las entrañas, pues si bien es dramático para una mujer sacar al niño de su útero mucho más difícil es sacarlo de los pensamientos evitando así todos los traumas pos-aborto. Es superar el flagelo de la droga que puede llegar a obnubilar los sentidos, condenando a privarse de gozar de la verdadera belleza. Supone velar por la seguridad. Exige velar por el porvenir, como lo hacen tantísimas ONG que a diario se multiplican para garantizar que el derecho a la vida desde la concepción de todo ser humano sea respetado. Enamorarse de la vida es pensar, como dice el doctor Abel Albino, que “debemos terminar con la lucha del hombre contra el hombre hasta comprender que el verdadero triunfo está en la lucha del hombre contra el hambre”.
Partiendo de una lectura de los signos de los tiempos y a la luz de los valores de solidaridad humana, me parece sumamente importante y urgente contribuir con valentía y esfuerzo en la edificación de la nueva realidad que se avecina, con una firme adhesión a los ideales que, en el pasado reciente, han inspirado y guiado a los grandes estadistas. Son los valores de la libertad, la paz, la verdad y la solidaridad los que nos deben impulsar a realizar nuestro trabajo en la formación y en el desarrollo de las culturas presentes. Hace falta una movilización general de todas las fuerzas, para que nuestra realidad progrese en la búsqueda de su unidad, mirando al mismo tiempo más allá de sus fronteras y de su propio interés.