Por: Lorena Pokoik
Hace ya dos semanas el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires hizo público el Presupuesto 2014. Según el proyecto, el año que viene el gobierno de Mauricio Macri contará con alrededor de $ 59.000 millones en recursos. Es decir, contará con cerca de $ 20.000 por cada porteño. Para ilustrar esa magnitud, téngase en cuenta que los presupuestos vigentes de Rosario y la ciudad de Córdoba no superan los $4.000 por habitante.
En 2007, los ingresos de nuestra ciudad no superaban los $10.000 millones. En estos años, de la mano del crecimiento del país, el macrismo vio multiplicar su recaudación por ingresos brutos. Sin embargo, los habitantes de la Ciudad no viven su traducción en un Estado activo y presente que encare obras estructurales ni preste servicios integrales y de calidad. El macrismo, además, combina la multiplicación de los ingresos con un inexplicable aumento del endeudamiento, falta de planificación y crónicas subejecuciones.
Más en detalle, en los últimos años el GCBA se ha caracterizado por una asignación de recursos que favorece ciertos intereses y menoscaba otros. De las distintas clasificaciones que permiten analizar la ejecución presupuestaria, la que agrupa a los gastos por finalidad y función es la más adecuada para observar el destino al que se le asignan las partidas del presupuesto en una jurisdicción proveedora de bienes y servicios. Además, la clasificación por finalidad y función permite entender cuáles son las prioridades de gestión. En ella, se percibe claramente la orientación presupuestaria de la gestión macrista, que promueve el crecimiento del gasto en servicios de deuda pública y dirección ejecutiva, a instancia de la reducción de la inversión en servicios sociales como la salud, la promoción social, la educación, la cultura, el trabajo y la vivienda.
Estos cambios en la distribución de los fondos públicos configuran un presupuesto inclinado a la derecha, a contramarcha de lo que sucede en Nación desde 2003. Durante los años de gobierno macrista la función salud se redujo, alcanzando en 2007 el 23% y pasando paulatinamente al 21,2% en la proyección de 2014. En el caso de la función educativa, la situación es peor, ya que en 2007 representaba el 28,3 % del total del gasto y para 2014 sólo representa el 23,3 %.
Una finalidad que, por el contrario, se benefició en los últimos años es la de Administración Gubernamental, allí los gastos pasaron de representar en 2007 un 10% del presupuesto total a un 13,6 % para 2014, aumento que dista mucho de los discursos de campaña de Macri cuando anunciaba el achicamiento de los cargos políticos. Otro tema a considerar es el de la deuda pública y el pago de intereses. En 2007 y en 2008 los desembolsos significaban alrededor del 1 %, pero año tras año y de manera progresiva fueron aumentando hasta alcanzar el 2,35 % en la proyección del 2013. Aunque lo peor todavía no llegó ya que de manera contraria al proceso de desendeudamiento llevado a cabo por el Gobierno nacional, la deuda de la Ciudad se incrementó de manera constante entre 2008 y 2013, con un aumento del 300 %.
El macrismo conjuga, entonces, una tendencia a la asignación regresiva de los recursos con falta de planificación y subejecuciones. El Plan Director de Ordenamiento Hidráulico es un símbolo dramático de este perfil de gestión. De las grandes obras del plan sólo se terminó (recién en 2012 y con un crédito del Banco Mundial que contó con el aval de la Nación) la obra del Arroyo Maldonado, que había sido inciada en anteriores gestiones. La obra del Arroyo Vega está recién en la primera etapa y faltan las obras del Arroyo Medrano, para las cuales el gobierno porteño aduce que es una cuestión metropolitana que tiene que resolverse con los municipios de San Martín, Vicente López y Tres de Febrero. Sin embargo, el Gobierno de la Ciudad no participa del comité de cuenca recientemente creado. Por otra parte, las obras en el Medrano del otro lado de la General Paz (en particular el entubamiento del último tramo a cielo abierto y la consolidación y aumento de capacidad del reservorio) fueron financiadas por el Gobierno nacional y licitadas por el Municipio de Vicente López, lo cual da cuenta de que al menos del lado de Provincia las obras avanzaron.
Resumiendo: en siete años, el crecimiento económico del país hizo crecer sideralmente los recursos presupuestarios de la Ciudad, sin embargo aún no se vio su traducción en sus calles. En este tiempo, el Gobierno porteño no la transformó, no pensó como hacerla más inclusiva, justa e integrada. Además, no protege como debería a sus habitantes, ya que asigna cada vez menos fondos en salud y educación y no motoriza las obras que se necesitan para impedir nuevas y peores inundaciones. Desde el Frente Para la Victoria creemos que los porteños nos merecemos un gobierno a la altura de la Ciudad que tenemos. No nos merecemos el macrismo.