De Hotesur al HSBC

Marcelo Ramal

La revelación de que el Banco HSBC inscribió 4.000 cuentas secretas de argentinos en Suiza terminó de tirar abajo la cantinela de que el país padece una “crisis de financiamiento”. Si a través de un solo banco se habrían evadido impuestos, según la Afip, por unos 10.000 millones de dólares, ¿qué cabe esperar de la fuga de capitales considerada en su conjunto? En la lista de los autores del desfalco, que la Afip difundió a cuentagotas el pasado viernes, están el grupo Clarín y Deutsche Bank hasta los “ex amigos” K Midlin (Pampa Holding) o Ezquenazi, y también los emblemas de la patria sojera, como el grupo Grobo. Según algunas estimaciones, los capitales argentinos en el exterior alcanzan los 200.000 millones de dólares, una cifra similar a la deuda pública en dólares que está en manos de acreedores “externos”.  

Extorsiones recíprocas

De todos modos, el gobierno ni siquiera ha destapado un caso novedoso. Las revelaciones sobre las maniobras internacionales del HSBC eran conocidas desde 2006-2008, cuando un ex empleado de la entidad le entregó a la Justicia francesa los datos de miles de depositantes clandestinos en Suiza. Echegaray dijo haberse reunido con el “informante” a comienzos de este año y contar con los datos desde hace varios meses.

La tardía revelación de estas cuentas es la réplica de la camarilla oficial a la escalada del juez Claudio Bonadio, que acaba de reclamarle a la Afip las declaraciones de bienes de la familia Kirchner. El deschave de las 4.000 cuentas, por lo tanto, responde a un juego de extorsiones, que incluye las de Bonadio contra los K en defensa de su sector de la corporación judicial, el cual puede incluir hasta el procesamiento de CFK. A nadie se le ha escapado que el merodeo de Echegaray con las cuentas suizas se ha frenado con las de Lázaro Báez.

Que la crisis de conjunto de este final de régimen se desplace hacia Comodoro Py pone de manifiesto la inutilidad completa de la oposición política patronal como tal. La campaña de Clarín y La Nación en defensa de Bonadio, presume que el “establishment económico” tiene poca confianza en que el proceso electoral sea efectivo para devolver el poder político que los K le han arrebatado en parte. Si como anticipa Julio Blanck, en Clarín, la corporación judicial ‘va por todo’, quedaría un escenario de golpes y autogolpes para el año a punto de comenzar.

Desde el Partido Obrero denunciamos la descomposición del régimen político en su conjunto y en todas las instituciones, y convocamos a suplantarlo por un gobierno de trabajadores.

 

Conspiración

El cariz que toma la transición política quedó graficado cuando los popes empresariales de la UIA emplazaron al gobierno a un arreglo con los fondos buitre; esto es mucho más que especular con una expectativa en ese sentido -es un ultimátum. CFK respondió a este emplazamiento con una defensa apasionada de la obra pública, o sea de los sobreprecios y de los negocios de su camarilla; la crisis fiscal podría decretar la quiebra de la patria contratista. La caída de la cotización de los nuevos bonos que emitió Kicillof para contener el mercado paralelo, ajustados al dólar, es un voto en contra de la gestión K. Esto no pasaría de un incidente si no fuera que el gobierno ha explicitado su pretensión de renegociar el Boden 2015, lo cual lo pone en manos de los acreedores. Habrá que ver qué hace la diplomacia de Obama para mediar en esta crisis de modo de asegurar que los K no terminen antes de diciembre del año que viene.

Ninguna fuerza política denuncia el trasfondo económico y político del tiroteo judicial; no solamente esto, se empeñan en iniciar nuevas causas de unos contra otros. Distraídos por la ficción de la democracia, ignoran el crujido del régimen político y la disposición conspirativa de las fuerzas en pugna. Advertimos a los trabajadores que los protagonistas oficiales de esta crisis, les tienen reservado el lugar del sacrificio de sus condiciones de vida. Por eso llamamos a acelerar la campaña por la organización política independiente del movimiento obrero y la fusión con la izquierda clasista.