Lo que importa es resolver los problemas de la gente. Las ideologías son cosa del pasado. La dicotomía “más mercado” o “más Estado” es falsa. El pragmatismo y sobre todo la honestidad es lo que importa. Nos permitimos disentir con el planteo anterior. El diseño de las reglas de juego que guían la organización económica de un país requiere más que sentido común y supuesta armonización de intereses entre partes.
El reciente affaire entre el gobierno argentino y la empresa LAN ilustra a las claras lo que está en juego. La presidenta acusa a Chile de no “ofrecer reciprocidad” en lo relativo a acceso a rutas en el vecino país. ¿Por qué esto resulta una variable a tener en cuenta? Lo que como argentinos nos importa en definitiva es el acceso al transporte aéreo barato y de buena calidad, cosa que puede ofrecer en mejores condiciones un mercado aéreo local más competitivo. Nos conviene que LAN ofrezca vuelos aquí, aún cuando Aerolíneas no lo haga en Chile. Que Aerolíneas penetre en otros mercados si Chile no lo permite, o que venda aviones y reduzca personal si tiene recursos ociosos. Es lo que cualquier empresa haría. Mariano Recalde, el mandamás de Aerolíneas, reclama para “nuestra” compañía privilegios que en última instancia los pasajeros o los contribuyentes terminan pagando.
Se presenta el falaz argumento que es necesaria una empresa nacional para “cubrir destinos no rentables” para “conectar el país”. Este argumento no resiste el menor análisis: cualquier empresa privada a la cual se subsidie una actividad puede producirlo aun cuando los ingresos generados por la venta directa de servicios sean menores a los costos. LAN -de recibir un subsidio- podría conectar la Base Marambio en la Antártida con la localidad de Añatuya en Santiago del Estero. El personal de Marambio -que votó en las PASO por CFK- tendría así la posibilidad de un periódico chivito al asador.
Por último, la reciente “cumbre” entre el viceministro de Economía Kiciloff y el CEO de LAN Enrique Cueto constituye un triste ejemplo de una economía que no funciona por reglas impersonales, sino por la participación periódica de un funcionario con poder. ¿Qué tiene que opinar el viceministro sobre el acceso de una empresa (LAN) a un recurso particular (un hangar)? ¿No corresponde que estas decisiones sean resultado de contratos, licitaciones o mecanismos similares? ¿Qué costos tienen para los ciudadanos este tipo de mecanismos decisorios?
Lo anterior se resume de la siguiente manera: Argentina enfrenta serios problemas de organización económica. Como ejemplo, una empresa como Aerolíneas desperdicia recursos no por “desconocer” como administrarlos mejor, sino porque lisa y llanamente, ésta empresa es fuente de rentas para los favorecidos del poder político. No es casualidad que su presidente, Mariano Recalde sea justamente hijo de un importante político y gremialista. Los problemas que observamos persistirán hasta tanto nuestro dirigentes (especialmente los de la oposición) reconozcan las bondades de mercados competitivos y de reglas de juego generales. Estamos, desgraciadamente, muy lejos de esto.