Me decía Dante Caputo que los argentinos vivimos de desilusión en esperanza, de esperanza en espejismo, de espejismo en fracaso. El tema es que en este vaivén pendular que plantea Caputo nos encerramos en un círculo donde la esperanza le muerde la cola a la desilusión y viceversa. El excanciller se anima a propuestas para romper lo que parece un designio fatal. Habla de coalición política no electoral. De establecer cinco prioridades políticas para concretar en un año. E insta a los candidatos presidenciales a atreverse a integrar gabinetes para juntar poder político en lo que imagina como un Gobierno de coalición dentro de una democracia en transición. ¡Sueña con una república recuperada por las instituciones donde el poder se adapte a las leyes y no al revés!
Me quedo pensando en las propuestas triviales con que a cuarenta días de la elección nacional buscan el voto quienes pretenden, y de hecho uno lo será, presidir nuestro destino. A decir verdad, Sergio Massa se viene atreviendo a ser más concreto. Lo que ninguno parece tener, y mucho menos propiciar, es iniciativa política para empujar propuestas como desde el llano lo intentan Caputo, José Octavio Bordón, Rodolfo Terragno.
Hoy los candidatos ni siquiera muestran saber distinguir lo urgente de lo importante. Y si lo saben, no lo dicen. Pregunto, ¿el arreglo con los fondos buitre es urgente o importante? ¿Atacar la desnutrición infantil que mata o discapacita para siempre a nuestros niños -¡a muchos!- es urgente o importante? ¿Tener un Poder Judicial independiente es urgente o importante? ¿Terminar con la corrupción es urgente o importante? Tal vez si la respuesta a esta última coincide con la necesidad ciudadana, se aglutine allí lo referido a narcotráfico, pobreza, mala vida. Lamentablemente asistimos a carpetazos por corrupción o droga. A un Tucumán símbolo de nuestra independencia convertido en un Tucumán símbolo de la antipolítica.
La educación es la encargada de convertir habitantes en ciudadanos, nos recuerda el maestro Alfredo van Gelderen, y la política es la encargada de convertir a habitantes dolientes en ciudadanos felices.
Argentina en seis años estará en condiciones de alimentar 600 millones de personas y Óscar Sánchez, el tristemente célebre niño qom, como dijo su papá “nació con hambre y murió con hambre”. Pero resulta que ya su mamá estaba desnutrida cuando se embarazó. Y se embarazó en un Chaco gobernado por Ángel Rozas y su hijo muere en un Chaco gobernado por Jorge Capitanich. En ese mismo Chaco, en 1964, Deolindo Felipe Bittel, gobernador de entonces, inauguró un pabellón para tuberculosos en el hospital Perrando. Recuerda Edith Michelotti, partera del hospital, las palabras de Bittel: “Tengo la tristeza, el desagrado y el deshonor de venir a inaugurar esta sala para tuberculosos. Algo venimos haciendo mal y algo continuamos haciendo mal para que la tuberculosis siga presente en nuestra sociedad, cuando ella en sí misma es representante de la miseria, de la pobreza, de la falta de educación, de la carencia de trabajo”.
Rolando Núñez, coordinador del Centro Mandela, resume en una palabra el problema y la solución de los habitantes del Impenetrable: ¡comida! “Solo consumen harinas, ¡están inflados!” Agrega: “En Sauzalito (1700 habitantes aproximadamente) hay 82 niños deformes. Allí, además, 70 niños terminaron la primaria y son analfabetos plenos. El resto también son analfabetos, dado que no comprenden lo que leen”.
Jorge Sábato dijo alguna vez: “Argentina es un trompo que gira vertiginosamente sobre sí mismo, pero se desplaza a una velocidad exasperantemente lenta”.