Con los últimos aleteos del 2015 se cierra un año electoral en el cual predominó un estilo político decadente, obstruccionista, con mucho de desideologización. El kirchnerismo se despidió del poder luego de doce años de gobierno. Su ingreso a la alta política tuvo algunos momentos de gloria y muchos de ocaso. El último gobierno de la presidente Cristina Kirchner ayudó a desdibujar aquellos aciertos en donde el país, con la dupla Kirchner-Lavagna, volvió a la normalidad.
El 2015 comenzó con una tragedia política: la muerte del fiscal Alberto Nisman y termina con un hecho político trágico cuyo desenlace al cierre de este análisis se ignora: la fuga de los condenados a cadena perpetua por el triple crimen de General Rodríguez. La apertura y el cierre de un año con dos hechos de enorme implicancia política reflejan en sí el grado de oscurantismo y decadencia y, por qué no, la red mafiosa que cohabita dentro de las instituciones de nuestro país, que las vuelve débiles, frágiles y poco legitimadas.
En este contexto asume el Gobierno del Ing. Mauricio Macri con tres máximas responsabilidades sobre su espalda: Capital Federal, la provincia de Buenos Aires y la nación. Estos pocos días de gestión muestran a un Gobierno que llegó sin gran planificación y que, al igual que el de Kirchner del 2002, aunque la circunstancia sea otra, dado que Macri ganó tras un ballotage, se lo nota ansioso por demostrar que ejerce el poder. Cuando esto sucede, los errores aparecen más rápido.
A mi criterio, lo ocurrido en el penal de General Alvear le señala al Presidente el camino de prioridades. La Argentina necesita imperiosamente la reconstrucción de sus instituciones. El imperio de la ley. Combatir la corrupción que ha llegado y penetrado hasta los cimientos mismos de la república. Y esto se logra con la Constitución Nacional en una mano y el Código Penal en la otra.
Respetuosamente creo que el PRO es el claro emergente del abandono y, por ende, de la caducidad que hicieron las respectivas conducciones de los dos grandes partidos políticos argentinos: el peronismo y el radicalismo.
El radicalismo, de la mano de Ernesto Sanz, tras una jugada altamente riesgosa, consiguió revitalizarse. También es cierto que la no aceptación de Sanz de participar del Gobierno de Macri obedece a una estrategia de fortalecimiento del centenario partido para prepararse ante nuevos desafíos. Para algunas circunstancias en este andar, la Unión Cívica Radical (UCR) será Cambiemos y para otras, intentará adquirir musculatura propia.
Mucho se habla del acierto de Jaime Durán Barba al no haber bendecido la participación de Sergio Massa en las PASO del PRO y la UCR. No obstante, la realidad indica que el peronismo expresado por Massa-De la Sota fue gravitante para su triunfo. Ese peronismo representa a hombres y mujeres que sintieron la necesidad de adherir en síntesis a un proyecto superador afín a la justicia social y a la cultura del trabajo. El peronismo buscará en breve un conductor. En esta ocasión, entiendo, Massa debería apuntalar a José Manuel de la Sota, quien podría ser el articulador de un peronismo deshilachado. De la Sota tiene la experiencia y el conocimiento para intentar una segunda renovación de este partido.
El año cierra mal para el socialismo que, a través de su conductor Hermes Binner, logró echar raíces en Rosario, Santa Fe, y tuvo presencia nacional. Con gran irresponsabilidad política Binner se bajó de la candidatura presidencial, eligió como su sucesora a Margarita Stolbizer, para luego desentenderse. Si el socialismo, al igual que los otros dos partidos, no pega un salto de la autocrítica a la modernidad, seguirá perdiendo lugares importantes como le ocurrió recientemente en el Senado de la nación.
Si bien las inundaciones y el conflicto político en la provincia de Buenos Aires ocuparán la atención del presidente Macri, el sindicalismo marca su inquietud y hasta dice en voz alta (Juan Carlos Schmid) que no es necesaria la convocatoria a un Consejo Económico y Social cuando ya existe un Consejo del Salario, ámbito tripartito habilitado para la discusión de temas urticantes.
Se ha conocido la intención del Gobierno de Macri por investigar (realizar auditorías) en sectores estratégicos; lo mismo sucede en el Gobierno de la provincia de Buenos Aires. En este último caso los indicios que aparecen podrían llevar a judicializar la gestión del Gobierno de Daniel Scioli.
La incógnita es si la administración de Macri, con un enorme componente de técnicos en las principales carteras, podrá manejar la política solamente con Marcos Peña y Rogelio Frigerio. Los días que se avecinan indican la presencia de grandes sofocones originados no sólo por las altas temperaturas.