De cómo borrar la Historia

Mario Chiesa

En nuestra bendita tierra, que se nutrió de contingentes enteros de inmigrantes, siempre se respetó su memoria, sus sacrificios y sus logros … hasta ahora.  Resulta que los altos ideales de independencia, trabajo honrado, esfuerzo diario y en comunidad ahora ya no tienen valor ….  Y el Monumento que los representa por excelencia, tampoco.

En 1907, los representantes del pueblo de la Nación aceptaron el Monumento a Cristóbal Colón donado por una de las comunidades que más había hecho por la Argentina naciente, desde antes de la Revolución de Mayo. La Comisión Nacional del Centenario había solicitado un monumento a varias de esas comunidades, y se decidió que el de los italianos estuviera ubicado frente a la Casa Rosada -que en ese momento miraba al río-.

Era un reconocimiento a la inmensa cantidad de inmigrantes que trajeron su empuje y sus ilusiones, muchos de los cuales habían llegado al país por ese mismo lugar, tanto por el muelle de la Aduana Taylor, como por el muelle de pasajeros ubicado apenas un poco hacia el norte. Lo cual quedó plasmado en el propio Monumento: la proa de la nao que partía de Palos, empujada por cuatro hombres musculosos, guiada por la Ciencia y el Genio descubridor, y coronados por la Civilización con su lámpara votiva. El frente del Monumento reconoce al trabajo, a la ciencia, al genio y a la civilización como los motores de la sociedad moderna; y el resto del basamento muestra todo lo demás: la Justicia, la Fe, la Historia, todo lo que Europa enviaba a estas tierras, lo bueno y lo malo, pues es imposible separar una cosa de la otra.

El Monumento se diseñó para estar exactamente donde se lo ubicó -pues primero se eligió el emplazamiento, y recién luego se empezó a elegir la forma del mismo-. Así, si uno lo recorre todo a su alrededor, descubre más de doce figuras escultóricas, más dos bajorrelieves, la cripta-museo interior y cantidad de ornamentos. Y cuando Arnoldo Zocchi hubo de coronar su ‘capolavoro’, no eligió a una personalidad típicamente italiana, como pudo haber sido un Michelangelo, un Dante o un Leonardo, sino que se quedó con la figura renacentista del Almirante de la Mar Océano, al cual en esa época se lo consideraba más español que italiano.

En definitiva, todo el conjunto escultórico aspiraba a ser universal, a representar a todos los inmigrantes, al pueblo y a la civilización que los iluminaba; y eligió a una figura reconocida por todos, y en quien todos se sintieran representados, para colocar en su punto más alto.

La entonces centenaria República recibió como regalo la Memoria de esa época, para guardarla entre sus tesoros, para poder mirarla y recordar de dónde venimos, y hacia dónde vamos. Eligió colocar los valores que representa el Monumento junto a la Casa de Gobierno de la Nación, que ellos fueran guía de sus pasos y faro de sus ideales. ¿Será que hemos perdido el rumbo, que ya ni recordamos de dónde venimos? ¿O será que preferimos mirar hacia otro lado, e inventarnos otra historia, otros orígenes como Nación?

Estamos a doscientos años de la Revolución que nos dio origen, una revolución basada en las ideas europeas de la época, provenientes de la misma Europa de donde vino Colón … ¿Cómo es que ahora que somos una República independiente nos olvidamos gracias a quiénes estamos acá? ¿Ya no existe la gratitud y el recuerdo para con quienes hicieron grande a nuestra Nación?

¿Así muestra nuestra Nación su respeto por su Historia, sus antepasados inmigrantes y todas las personas “de buena voluntad” que la poblaron y la pueblan? ¿Demoliendo el Monumento que la y los representa? ¿Sacándolo de su sitio específico, para llevarlo a cualquier otro lugar menos donde pertenece?

¡Ojalá que nuestros hijos y nietos sepan mostrar más respeto por nosotros, que el que ahora sabemos tener por nuestros padres y abuelos!  Pues si no sabemos honrar nuestra propia Historia, ¿qué le queda a las generaciones futuras? 

En estos días los representantes del Pueblo -tanto de la Nación como de la Ciudad- han sido convocados, para decidir si respetarán lo que votaron sus antecesores, y que está plasmado en cantidad de leyes sobre patrimonio, monumentos, bienes intangibles de la Nación, anti-discriminación por cuestiones de raza, religión o clase social, independencia de cada poder de la República de los otros dos, y control del gasto público mediante la asignación de partidas presupuestarias.

O si -por el contrario- avalarán con su voto semejante barbarie, indigna de un pueblo que se llama civilizado, republicano y democrático.

¿Sabrán de la responsabilidad que pesa sobre ellos?  ¿Sabrán que sus actos serán juzgados? ¿Sabrán responder con conciencia y honor a la noble tarea de defender la Memoria y la Historia de la República Argentina?

¿O se escudarán en supuestos pactos entre funcionarios, y en la “obediencia debida” de la disciplina partidaria, que sólo tienen en cuenta los mezquinos intereses de unos pocos?  En breve los conoceremos …