El desafío de conseguir datos estadísticos confiables

Martín Burgos

Desde 2007, se empezaron a poner en dudas los datos oficiales a raíces de ciertas contradicciones dentro del mismo sistema de cuentas nacionales y cambios metodológicos por lo menos discutibles. Esto abrió la puerta para que empiece a florecer datos alternativos con una metodología poco fiable, pero que se difundieron como ciertos desde los medios de comunicación dominantes. Así surgieron distintas inflaciones provistas por las consultoras, distintos tipos de cambio paralelos, e incluso datos de desempleo y PBI alternativas. Si bien se puede considerar el cambio del INDEC como un error político, en cuanto el propio gobierno perdió una herramienta en el debate público, también es un error responder desde la academia con otras “mentiras” con tal de apuntalar una posición distinta.

Se viene repitiendo desde hace algunas semanas una comparación por lo menos sorprendente, según la cual nuestro país registraría niveles de pobreza similares a los del año 2001, cercana a 30%. Sobre estos datos –de la Pontifica Universidad Católica Argentina- se apoyan numerosos economistas y sociólogos de izquierda para criticar el “giro” neoliberal del gobierno, que confirmaría su versión según la cual el kirchnerismo llegó para recomponer el capitalismo en esta extraña formación geográfica y social llamada Argentina. Esta suerte de alianza intelectual eclesiástica-marxista no parece preocupar a la izquierda, mientras pueda surfear sobre la ola mediática anti-kirchnerista.

El propio Carlos Marx insistía en que los niveles de pobreza estaban muy relacionados con el estado del mercado de trabajo, lo que él mismo conceptualizó como el “ejército industrial de reserva”. Por lo tanto, aparece contradictorio que los niveles de pobreza de 30% del 2001, con una tasa de desempleo de 18%, sean los mismos que los niveles de pobreza actual, en un contexto en el cual el desempleo es del 7%. A esto deberíamos agregar que la cobertura de jubilación en la actualidad alcanza 94% de los mayores de 65 años, mientras que en 1996 solo alcanzaba 69% de los mismos. En cuanto a la Asignación Universal por Hijo, funciona como un “subsidio” para los desocupados o empleados en negro –al estilo europeo- con el cual durante los años noventa ni siquiera podíamos soñar.

Sin embargo hay un antecedente histórico en 1988 y 1989, años en los cuales la desocupación llegó al 7% y la pobreza estuvo por encima de 30%. La principal causa de la pobreza en ese período era la inflación, que por entonces superaba ampliamente 100% anual, llegando a episodios hiperinflacionarios en el invierno de 1989. Nada parecido a lo que ocurre en la actualidad donde la inflación se encuentra entre los 20 y 25% anual.

Estos datos de inflación son publicados por las provincias, entre las cuales se encuentran Santa Fe, San Luis, Neuquen, Salta y Jujuy, que calculan la inflación provincial y sin lugar a dudas son los más serios desde 2007. Con estos datos, el CESO (Centro de Estudios Scalabrini Ortiz) calculó la pobreza en 15% y la indigencia en 5% para 2013.

Estos datos de inflación y de pobreza son desconocidos por la mayoría de los argentinos, a pesar de ser calculados por los equipos estadísticos de las provincias de nuestros países. Al contrario, los medios de comunicación concentrados muestran datos de consultoras privadas sin ninguna estructura de personal para realizar esa tarea ni metodología adecuada. El desafío de los economistas en estos tiempos, además de conseguir datos estadísticos confiables, es poder hacerlos llegar a la población. En caso contrario, quedarán presos de los intereses mediáticos. En cuanto a la izquierda argentina, una vez más, parece ser funcional a los intereses que pretende combatir.