Sensación de cambio

Martín Pittón

Imprevistamente, la presidente Cristina Fernández decidió realizar cambios en su gabinete, que conociendo su forma de gestionar no implicarán ningún cambio de rumbo en las áreas de Defensa y Seguridad.

Arturo Puricelli dejó el Ministerio de Defensa, luego de una gestión envuelta en varios desmanejos que no lo dejan bien parado a la hora de hacer un balance de su gestión. A la poca cintura política que mostró durante la crisis de la Fragata Libertad, se suma los poco claros manejos presupuestarios de la Campaña Antártica con denuncias por sobreprecios incluidas. Como si esto fuera poco, el rompehielos Almirante Irizar quedó fuera de servicio en 2007 y las reparaciones, que en un principio iban a demandar casi tres años, al parecer van a estar terminadas este año.

“El problema es que nos tenemos que manejar con licitaciones públicas”, explicó Puricelli al ser consultado por la demora en las reparaciones. Pero los problemas con las licitaciones públicas que tiene Puricelli no se reducen a las demoras que a su juicio provocan, sino también a posibles casos de sobreprecios en los contratos. Al menos esa es la opinión del diputado radical Julio Martínez para quien los costos de reparar el Irizar son tan “sospechosamente” altos que hubiera convenido comprar un barco nuevo.  Hombre de fe, el flamante Ministro de Seguridad sostiene que el rompehielos va a quedar “mejor que nuevo”.

Ahora Puricelli llega al Ministerio de Seguridad, materia sobre la cual nada se sabe sobre sus conocimientos o antecedentes. No debe olvidarse que la seguridad está al tope de los reclamos de la sociedad y que decididamente se requiere un cambio de política que genere resultados palpables, porque a esta altura todo el mundo sabe que la inseguridad no es una sensación. Sin embargo, es probable que poco importe lo que sepa o no; porque el Teniente Coronel y diputado provincial Sergio Berni hace mucho que está al frente del ministerio que deja Nilda Garré. Es más, hasta sería una injusticia cargarle la responsabilidad a la flamante embajadora ante la OEA de los problemas en esta materia porque desde hace mucho tiempo ha dejado de tener injerencia real en esa cartera. Berni sigue y hasta dónde se sabe no ha perdido el favor de la Presidenta. Muchos se preguntaban por qué Cristina Fernández nombró a Puricelli, en vez de formalizar en los papeles el rol que efectivamente cumple Berni. Nadie puede contestar el interrogante con precisión, pero no sería antojadizo especular que la Presidente le reserve alguna misión a Berni en la Provincia de Buenos Aires. Como sea, frente a este panorama es difícil pensar que Arturo Puricelli signifique algún cambio de fondo, las riendas seguirán en manos de Berni y por supuesto en las de Cristina Fernández. Se trata en definitiva de tan sólo una sensación de cambio.

Probablemente, el cambio que más llamó la atención fue la llegada de Agustín Rossi al Ministerio de Defensa, designación que se parece más a un castigo que un agradecimiento por los servicios prestados al frente del bloque oficialista en la Cámara de Diputados. Rossi defendió como pocos el modelo, fue una eficaz espada del kirchnerismo para hacer realidad todas las iniciativas alumbradas desde la Casa Rosada. Gritó, argumentó y supo mantener la disciplina del bloque para que fueran pocos los que sacaran los pies del plato. Proyectaba renovar su banca en su  territorio, la Provincia de Santa Fe, un distrito esquivo para el kirchnerismo. El Chivo, como lo llaman a Rossi, no medía bien pero igual había decidido a competir en las primarias de agosto. Así, la decisión de la Presidente podría leerse como el primer golpe de timón de cara al proceso electoral.

El Ministerio de Defensa es un sitio devaluado que no tiene importancia para el gobierno. Su gravitación es prácticamente nula y sus titulares, en términos generales, sólo se encargan de administrar un presupuesto cada vez más exiguo. Esa será la tarea que Rossi tendrá a partir de ahora, muy alejada de la trinchera parlamentaria. Su lugar en la Cámara de Diputados será ocupado, tal vez provisoriamente, por Juliana Di Tullio. La flamante jefa de bloque ya declaró que se deben seguir profundizando los cambios y, por si quedaban dudas de que la Presidenta se refería a Daniel Scioli en su discurso en Lomas de Zamora, cuando afirmó que “algunos se hacen los idiotas”; Di Tullio lo dejó claro: “A mí me gustaría que, más allá de decir: ‘Yo soy parte’, también se sientan actitudes concretas. Scioli fue vicepresidente de Néstor Kirchner. Cuando se agravia a un hombre que no puede defenderse, uno espera que desde lo humano, lo defienda”.

En pocas semanas el Congreso entrará en receso por la campaña y con los resultados de las elecciones en la mano se verá si seguirá el frente del bloque. Es por ello que no son pocos los que afirman que su cargo por ahora es provisorio y habrá que ver cómo queda armada la relación de fuerzas en Diputados después de las elecciones de octubre.

Finalmente, Nilda Garré parte a la representación argentina en la OEA, que tiene su sede en Washington, capital de los Estados Unidos; ese extraño país donde la gente es obligada a usar dólares. Otro destino devaluado para la política exterior de la Argentina, que no se había preocupado en ocupar esa embajada desde hace algo más de dos años. Garré deja atrás una muy controvertida gestión en el Ministerio de Seguridad, donde nunca pudo mostrar resultados palpables en el principal reclamo de los argentinos. Además, no salió bien parada del escándalo cuando se descubrió el Proyecto X, un sistema de inteligencia interna “montado para controlar militantes sociales, religiosos y políticos”, como fue definido por el diputado radical Miguel Bazze. “Es un software para entrecruzar información de inteligencia criminal e investigación de delitos complejos. Es requerido por jueces de todo el país y ya se utilizó en 285 causas”, había explicado Garré cuando estalló el escándalo. Más tarde se supo que se había investigado al padre Pepe, a Vilma Ripoll, Néstor Pitrola y delegados de Kraft entre otros.

La designación de Nilda Garré el frente de la embajada argentina ante la OEA también implica un mensaje político del gobierno hacia ese organismo al que se considera anacrónico y manejado por los Estados Unidos. Países como Cuba, Ecuador y Venezuela, donde Garré fue embajadora, son los más críticos del organismo. Garré comulga con el eje bolivariano de naciones y su designación puede leerse como un acercamiento más de la Argentina a esos países.

Hubo cambios de nombres pero no habrá cambios en las políticas, cualquier cosa en contrario es solo una sensación.