Mentira estadística y pobreza

Martín Simonetta
El Indec midió por última vez  la pobreza en Argentina el primer semestre del 2013. La falta de datos claros sobre un tema tan relevante –tanto en términos económicos como sociales- ha despertado un debate en torno a cuál es la verdad de la cuestión, y nos lleva a preguntar si aquello que no se mide, no se ve y, en consecuencia, no existe.
El político británico Benjamín Disraeli señalaba que hay tres tipos de mentiras: las mentiras, las malditas mentiras y las estadísticas, en referencia a los riesgos que pueden existir detrás de números manipulados y no creíbles. En este sentido, la caída de la confiabilidad de un organismo público otrora prestigioso, como es el caso del Indec, así como las numerosas manifestaciones de sus ex funcionarios al respecto, son por demás elocuentes.
¿Cuánto hay que ganar para no ser pobre?
La dinámica inflacionaria –negada en las mediciones oficiales- golpea fuertemente el poder de compra del salario, especialmente en un marco de firmes niveles de informalidad como la que caracteriza a nuestro país. Un reciente estudio de FIEL estimó que –en febrero 2015- una familia tipo precisaba 5.857 pesos para no caer en la pobreza y 3.222 para no caer en la indigencia.
Desde el gobierno se reitera que la pobreza disminuyó fuertemente entre 2003 y 2013, pasando de afectar a un 54% de las personas a sólo un 4,7% y mientras que la indigencia se redujo a apenas 1,4% de la población, según el último dato oficial disponible. En tanto otras mediciones, como la de la Universidad Católica Argentina (UCA) muestran una realidad diferente según la cual uno de cada cuatro argentinos es pobre. Incluso recientemente el Banco Mundial publicó el estudio titulado “Los olvidados: pobreza crónica en América Latina y el Caribe” (Banco Mundial, 2015) que señala que la pobreza golpearía a un 15% de la población argentina,  lo cual representa el triple de la cantidad de pobres reconocidos por el Indec en su última medición.
El tema de fondo es cuánto dinero es necesario para no ser pobre en Argentina y, en un contexto de elevados niveles inflacionarios que carcomen el poder de compra de la ciudadanía (27% según InflaciónVerdadera.com y 31,43% según el IPC Congreso), la velocidad de esta dinámica hace que sean altamente cambiantes los montos requeridos para acceder a la “canasta básica”, para no caer en la “pobreza” o la “indigencia”. Más aún si sumamos el hecho de que uno de cada tres argentinos se emplea en un contexto informal y que –si agregamos a los trabajadores autónomos informales a tal medición- uno de cada dos ciudadanos trabajaría “en negro”.
La ausencia de datos fiables mina la credibilidad de la información oficial. Esto lo observamos no sólo en lo referente a la medición de pobreza, indigencia y canasta básica, sino también es otros indicadores como inflación, nivel de actividad, valor de la moneda extranjera, etcétera.
Sin dudas, el reconocimiento de la existencia de un problema sería el primer paso necesario para encaminar su solución.