Por: Martín Simonetta
Donald Trump continúa redoblando su apuesta en la polémica temática de los inmigrantes hispanos en Estados Unidos. En su discurso de campaña en las últimas horas hizo público su anuncio de que -en caso de llegar a la Casa Blanca- deportaría a los más de 11 millones de indocumentados que habitan aquel país. En consonancia, mostró su voluntad de culminar la construcción del muro fronterizo con México (que alcanzaría los 3145 km).
Diversos analistas consideran que estas declaraciones son casi suicidas desde el punto de vista político, en un contexto en el que el voto latino es clave y ha definido elecciones previas. Especialmente teniendo en cuenta el peso creciente de la población hispana en los Estados Unidos, que desde hace algunos años es la primera minoría, ya que supera a los afroamericanos. Mirando los números observamos que la comunidad hispana representa el 17 % de la población total del país y ya ha superado los 50 millones de habitantes en aquel país. La composición del grupo hispano es diversa y está integrada en más de un 60 % por población de origen mexicano (más de 30 millones), 9 % de puertorriqueños, 4 % de salvadoreños, 3 % de cubanos, cerca de 3 % de dominicanos y 2 % de guatemaltecos, tal como informa el U.S. Census Bureau.
Pero las proyecciones respecto del futuro peso de la comunidad latina en los Estados Unidos son aún más sorprendentes que el presente: Un estudio realizado por Associated Press asegura para el año 2040 los hispanos superarían en cantidad incluso a los caucásicos (población blanca), grupo étnico predominante en la actualidad. En consecuencia, nos encontraríamos cada vez más cerca de un Estados Unidos de Latinoamérica (Raúl Ferreira, “Los hispanos serán mayoría en EEUU la próxima década”, El mundo, 19/3/2013).
Tal como lo ha estudiado Guillermo Yeatts en su obra Raíces de pobreza, en el continente americano encontramos dos regiones bien diferenciadas por su nivel de desarrollo económico (la América hispana o latina y la América anglosajona), separadas apenas por el río que divide a México de los Estados Unidos. Dada esta situación, es esperable que muchos de los habitantes de América Latina se lancen al vacío en la búsqueda de hacer realidad el sueño del inmigrante. Asimismo, una de las ventajas competitivas de estos inmigrantes es la posibilidad de trabajar sin cargar con el peso de costosas regulaciones e impuestos, que muchas veces asfixian a quienes operan en el marco de la formalidad.
La posición de Trump -que atemoriza incluso por sus coletazos a los demás candidatos republicanos- no parece centrarse en los desafíos centrales que enfrenta la economía de los Estados Unidos. El atractivo de aquel país para los inmigrantes no es sino otra cara del mismo crecimiento que experimenta aquel país, en contraste, por ejemplo, con la estancada Europa.