Por: Martín Yeza
Tal vez una de las más poéticas introducciones de la filosofía del derecho haya sido escrita por Hans Kelsen -autor con el que la presidente Cristina Fernández de Kirchner alguna vez dijo sentirse identificada- en su libro ¿Qué es la Justicia?. Kelsen traza un paralelo con el pasaje bíblico en el que Jesucristo se encuentra con Poncio Pilato y cuenta que viene a dar “testimonio de la verdad”, a lo que Pilatos pregunta “¿qué es la verdad?”, de la que se deriva la inevitable pregunta “¿qué es la justicia?”.
En el día de ayer la presidente anunció la serie de medidas que ella entiende necesarias para “democratizar la Justicia” que recuerdan -ya de un modo trillado- a 1984 de George Orwell. En 1984 se le llama Ministerio del Amor (Minmor) a la cartera encargada de disciplinar y castigar a la ciudadanía cuando no se adapta a los cánones de lo que se considera correcto.
En un primer momento sentí que decirle “democratización de la Justicia” era un intento horrible por maniatar a una ya politizada Justicia que podría ser explicada con el sobreseimiento de Ricardo Jaime, el desentendimiento en el caso Boudou, y que recientemente hayan liberado a los Schoklender, todo con un factor en común: el mismo juez, Norberto Oyarbide . Se ve que con uno no alcanza.
Pese a que para la presidente “nunca ha habido tanta libertad”, hay debajo suyo un sistema horrible de control, denuncia y persecución ideológica que parte desde el proceso de hegemonía mediática del kirchnerismo así como la disposición arbitraria de la pauta oficial como herramientas de control. Lamentablemente todos sabemos que hay cosas que configuran “lo correcto” y “lo incorrecto” así como se sabe que hay cosas que no se pueden decir. Tal es así que preguntarle a un diputado nacional K si entregar recursos del Estado con pecheras de “La Cámpora” está bien merece una reprimenda de todo el arco mediático oficialista. Ese es un camino de ida del que es difícil volver.
Pensé en escribir una nota sobre las distintas concepciones de la Justicia, pero me di cuenta de que no tenía que ver con el contexto y los contornos del debate. Este nuevo debate no tiene nada que ver con la Justicia. También me di cuenta de que el énfasis está puesto en la palabra “democratización” a propósito, pero eso es una trampa, la mentira está en la palabra Justicia. Lo que quieren no es democratizar la Justicia o “partidizar la Justicia”-dixit-, lo que quieren es partidizar la impunidad.
Como todo ciudadano, puedo tener buenas y/o malas referencias de la Justicia, pero el solo hecho de pensar que con cada elección el criterio de qué es lo correcto o lo incorrecto puede cambiar, me aterra. Me aterra que este Gobierno avance cada vez más sobre la eliminación de certezas para planificar nuestras propias vidas, que avance cada vez más sobre nuestro propio mundo, nuestra capacidad de decidir.
La presidente, kelseniana declarada, se inscribe dentro de la lógica de una escuela jusfilosófica que ha permitido justificar las más grandes atrocidades del siglo XX o, como se ha dicho, “en nombre de las mayorías se han cometido los mayores crímenes contra las minorías”. La Justicia es un órgano de contrapoder porque nace para proteger a esas minorías de las mayorías cuando las mayorías gobiernan.
También voy a admitir que en un principio fui bastante escéptico respecto de las convocatorias ciudadanas a manifestarse contra la “democratización de la Justicia” porque me parecía abstracto y era un año electoral. También pensé que no iban a presentar ningún proyecto, que iba a quedar en discurso como tantas otras cosas del relato. Me equivoqué. Voy a participar y asistiré a la marcha del #18A. No importa si somos pocos los que creemos que todo esto ha tomado un cauce peligroso, lo que importa es cumplir con el deber ciudadano de oponerse a los abusos, más allá de la conveniencia o no política.
Lo que está sucediendo hoy en materia política es muy grave, en el que el tono y las palabras de la presidente, van cada vez más en contraste con la realidad. El kirchnerismo ha llegado a un nivel de cinismo muy alto. Nos quieren hacer pelear entre nosotros para quedarse ellos, quieren apostar a la desesperanza del conservadurismo para generar que“son todos lo mismo”. Otra grave mentira.
A Poncio Pilatos no podríamos ayudarlo demasiado a responder su pregunta, pero sí podríamos contribuir diciéndole que la justicia es todo lo contrario a lo que busca el kirchnerismo con esta batería de medidas, que lo único que buscan es impunidad ante la inevitable eventualidad de saber que en 2015 se van.