Por: Mónica López
En la provincia de Buenos Aires –específicamente- y en todo el país tenemos dos grandes problemas relacionados con la inseguridad: la exclusión social y la conformación de estructuras criminales vinculadas a organizaciones del narcotráfico. Y como complemento, la impunidad y el mensaje de que se puede hacer cualquier cosa y no habrá castigo.
La marginalidad social, la falta de contención familiar y la carencia de una red educativa fuerte que contenga a los chicos, son las grandes productoras de delincuentes.
La tentación es exigir y estructurar planes de seguridad que se atengan a prevenir y perseguir el delito, pero el gran problema de Argentina es que el país se ha convertido en una inmensa fábrica de excluidos sociales que carecen de horizonte, no tienen futuro y encima están amenazados por la droga y un sistema sin controles, sin premios ni castigos.
Si da lo mismo estudiar que no estudiar, abandonar la escuela o seguir, trabajar o no trabajar, el mensaje que se les envía a los chicos es ambiguo. Millones de jóvenes en todo el país están en una posición vulnerable porque la droga está donde ellos están.
Es muy fácil conseguir un arma en el gran Buenos Aires y en cualquier conglomerado urbano del país. Y también es muy difícil que alguien sorprendido cometiendo un delito pase mucho tiempo detenido. Lo saben los que han elegido este camino.
A los vecinos hay que responderles con un programa serio que garantice su seguridad y eso no se resuelve con planes de marketing y publicidad como los que nos tiene acostumbrado el gobernador bonaerense.
El plan es simple y de sentido común: Policía y Poder Judicial comprometidos y con recursos. Una Policía que sea castigada cuando no cumple con su deber pero protegida cuando lo hace. Un Poder Judicial que entienda que es parte del problema en la generación de la idea de impunidad que tiene la gente respecto a que se cometen delitos y no hay castigo.
Descentralización efectiva de Fiscalías y fueros. Para eso se necesita que el gobernador ejecute el presupuesto provincial, dote de recursos y autorice las partidas para infraestructura judicial y el nombramiento de jueces, fiscales y auxiliares de la Justicia.
Replanteo del sistema de Jefaturas departamentales y cuadrículas urbanas y rurales. Un plan serio y realista, no para armar un spot publicitario sino para proteger a los vecinos.
Sistema de monitoreo integral, equipamiento accesible a todos los municipios y apoyo para la constitución de los Comandos de Patrullas Comunitarias (CPC) realistas, es decir con las patrullas y los agentes reales, no para la foto publicitaria.
Más allá de las cifras oficiales, que me gustaría revisar en profundidad, el problema con la Policía es que no hay suficientes vocaciones. La mayoría de los que se inscriben lo hacen luego de pasar años como desempleados. Llegan a las Escuelas de Policía buscando un sueldo y la obra social. Es decir, no hay una carrera policial que apunte a incorporar a los mejores sino a los que se cansaron de buscar trabajo.
La irresponsabilidad es tan grande que sacan a la calle a chicos con seis meses de instrucción en un aula. Encima en muchos casos, los sacan a la calle solos, hacen rondas solos, ya ni siquiera salen en parejas. Andan en las patrullas solos, de noche, sin apoyo. Los están mandando al matadero al sólo efecto de mostrar una fantasía de seguridad.
Y ahí tenemos las dos puntas del problema: como en el caso de la oficial que estaba sola en la comisaría de Sarandí con 30 presos en custodia y el del motochorro que el sistema judicial no pudo o no quiso detenerlo. Es decir, improvisación e impunidad.
No hay patrullas, no hay policías, no tienen armamento ni protección adecuada. Han abandonado durante siete años a los bonaerenses. Más allá de la buena voluntad de la Policía y del ministro, cuando vemos que el gobernador anuncia ampulosamente un plan de seguridad y que en realidad es un rejunte de iniciativas que ya se hacían más el condimento de publicidad marketinera, no queda otra que pensar que se nos ríe en la cara.
Me gusta separar a las personas de los problemas. El ministro Alejandro Granados no es el problema, ha sido un intendente exitoso y sabe de los problemas cotidianos, el tema es que no vivimos seguros y no hay a la vista posibilidad de solución. Todos los años votamos el presupuesto provincial, con críticas, con aportes constructivos, pero siempre acompañamos al Ejecutivo y la verdad es que no hemos avanzado nada.
El Frente Renovador es una fuerza política responsable, con muchos intendentes en ejercicio, con representantes en todos los concejos deliberantes y una fuerza importante en la Legislatura provincial. Aspiramos a que Sergio Massa presida este país en 2015 y en este caso yo, que tengo la intención de postularme, o algún otro compañero de esta corriente, gobernaremos la provincia de Buenos Aires. Por eso tenemos la gran responsabilidad de señalar los errores y a la vez, hacerlo con seriedad.