Por: Mundo Asís
Martingalas atractivas y delirantes del cristinismo en retirada.
escribe Oberdán Rocamora
“Urribarri, Rocamora, el Elegido es Urribarri”, confirma la Garganta.
Para inflarlo con aire político, y retenerlo a Scioli. Mantenerlo cerca. Pegado.
La estrategia, en el fondo, es clara.
“Como un anillo”, diría Neruda. “Casi simple” como un patio, diría Parra.
Para acotar a Daniel Scioli, el líder de la Línea Aire y Sol, es necesario darle rodaje nacional a Sergio Urribarri, El Pato, o El Padre del Marcador de Punta.
El gobernador de Entre Ríos -que mantuvo la admirable confirmación electoral- emerge como la máxima garantía sucesoria para el cristinismo.
Es consciente Urribarri que la lealtad es un acto de la inteligencia que sirve, en definitiva, para escalar.
“El mérito de hacer buena letra. Y los deberes”. O sea, lo que le pidan. Estar presente, para acompañar y aplaudir.
Un mecanismo de lícita especulación que suele brindar réditos.
Aunque el entrerriano, según nuestras fuentes, sea frontalmente sincero.
La construcción de Urribarri
Los insensatos, los más reticentes, se dan cuenta que, a este paso, sólo Scioli les queda en pie.
Son cada vez más Scioli-dependientes. Pero les duele la resignación de rendirse y apoyarlo. Idea que no les cierra.
Deliran entonces con el proyecto de construirlo al providencial Urribarri. Mostrarlo, “darle rodaje”.
Si ya hasta públicamente cualquier comentarista le reserva la jefatura de gabinete, en desmedro de El Abalito. Lo cual atenta, en el fondo, contra la probable designación.
Pero también lo tienen, en el muestrario, a Milton Capitanich. Al que, según nuestras fuentes, le desconfían. Casi tanto como a Scioli.
Entonces, para que Scioli no se les agrande tanto, deben fortalecer a Urribarri.
Para que Scioli no se suponga el sucesor natural. Ni crea que, por cargarse la campaña al hombro, tiene la herencia atada.
Ante la opción, llegado el caso de la interna, Urribarri es el preferido.
Si Urribarri se impone en la pugna eventual sobre Scioli, los cristinistas más sensibles saltarán de alegría.
Caso contrario, si queda Scioli, Urribarri sería el instrumento eficaz para que Scioli se desgaste más aún. Entre los gestos esmerados de reconocida fidelidad. Hasta, incluso, la sobreactuación.
Para permitir, en su docilidad, que le formen el gobierno. Que sólo le dejen el lugar para sus dos o tres funcionarios incondicionales.
Alberto Pérez, Gustavo Marangoni, Santiago Montoya. Complementos de la banda cristinista.
Así como Duhalde, El Piloto de Tormentas (generadas) le dejó a Kirchner, El Furia, como base de gobierno, los ministros claves (Lavagna, Ginés, Pampuro, Aníbal), La Doctora podría dejarle también a Scioli los cuatro o cinco claveles del aire.
Elementos sustanciales que garanticen la continuidad. Y estimulen la certeza del regreso ilusoriamente triunfal.
Como si le prestaran, a Scioli, en todo caso, el ejercicio del gobierno por cuatro años. Como si fuera un Encargado de Negocios de Embajada. Pero recortado, marcado muy de cerca.
Para que a Scioli ni se le ocurra imitar a Kirchner y se sumerja en la dinámica de la traición admitida por los continuadores de Maquiavelo.
Como (relativamente) lo traicionó Kirchner a Duhalde. Hasta pulverizarlo, en 2005. Con la perforación de la provincia (inviable). Buenos Aires.
Ventajas de Massa
A escasos tres días de las fatigantes elecciones parlamentarias, tal vez sea de inoportuno mal gusto señalar que predomina, también, según nuestras fuentes, otra línea de interpretación. Y de acción. Alude a la revelación del momento. Sergio Massa, la Rata del Tigre, Aire y Sol II.
Se tiende más a fomentar la negociación con Massa, La Rata del Tigre, Aire y Sol II, que a profundizar la operación lanzada sobre Scioli, con Urribarri.
“A Scioli se lo agredió demasiado”, confirma la Garganta. “Se lo forreó. Mancusso puede incubar el deseo de la venganza”.
Aunque Scioli lo niegue, y nada tenga que ver la venganza con el positivismo de su estilo.
“En cambio Sergio no tiene ningún motivo para vengarse. Si se le dio todo, se lo hizo Jefe de Gabinete. Tomó distancias cuando quiso”.
La mirada de la Garganta es bastante amplia, inusual en el cristinismo.
“Nos tira con idioteces. ¿Quién va a defender a Moreno, al Indec, la reelección? El Pibe la hizo muy bien”.
Brotan, por lo tanto, los eventuales lazos de acercamiento con Massa. El triunfador que se fortaleció en la cruzada reciente, justamente con muchos de los funcionarios que se le cayeron, de a poco, por desgaste, al gobierno.
Para colmo Massa cuenta con el apoyo de los mismos empresarios que no terminan nunca de alejarse. Y aún faltan dos años.
Los caminos de la negociación se extienden, a través de amigos que mantienen un pie en cada bando.
Para encararse, en todo caso, a partir del regreso estelar de La Doctora.
Mientras tanto, se planifica en exceso, en medio de la convalecencia minuciosamente calculada.
Martingalas
Las delirantes martingalas fueron desplegadas durante la semana anterior por Carlos Zannini, El Cenador, en Río Gallegos.
Fue antes de la quema implacable de los edificios públicos, que genera horribles sospechas en el gobernador Peralta, El Campera.
Y antes que la Corte volviera a palpar las nalgas del cristinismo. Al voltear La Gran Zamora. El proyecto de la reelección eterna en Santiago del Estero.
Zannini estuvo en Gallegos, según nuestras fuentes, el martes 15, para sostener la frágil candidatura de Mauricio Gómez Bull, el “candidato de Máximo”.
Pero donde El Cenador exhibió su incontinencia verbal fue, según nuestras fuentes, en la habitual reunión con los “históricos del FVS”.
Los amigos del Frente Para la Victoria de Santa Cruz. La incontinencia se desató a partir de la pregunta que le formuló uno de los 20 militantes presentes en el taller de Mansilla, El Batata.
“¿Cómo sigue esto, Chino?”.
Y con visión más estratégica, flotó otra pregunta casi desesperada:
“Después del 2015, Chino, ¿qué viene?”.
Cuesta mantener los carbones transformados en brasas. Resultan insuficientes para entibiar a tantos que temen resignar la capacidad ambulatoria, conocida, vulgarmente, como libertad.
Ampliaremos.
Oberdán Rocamora