Por: Néstor Pitrola
La batalla por polarizar el voto en la provincia de Buenos Aires ha llevado a Sergio Massa a revisar su planteo en jubilaciones. Efectivamente, Mirta Tundis y sus “prudentes” declaraciones en el sentido de que el 82% móvil es imposible y que cualquier aumento dependería de un impuesto a la renta financiera, que luego su jefe destinó a una rebaja parcial del impuesto al salario, fueron un pelotazo en contra. Virtualmente, la sacaron de la campaña electoral, a pesar de su popularidad como informante televisiva de novedades jubilatorias.
Ahora Massa propondrá una gratificación de carácter anual para todos los jubilados, equivalente a una jubilación mínima bruta, es decir de 2.477 pesos. El adicional se financiaría con el superávit de la Anses, que en 2012 alcanzó 23 mil millones de pesos, de manera que una parte volvería a los jubilados bajo esta modalidad.
El adicional, al ser igual para todos los jubilados, achata toda la pirámide jubilatoria reforzando la política kirchnerista de desprender la jubilación de lo aportado.
Por otro lado, no dice una palabra de los juicios que se acumulan en número aproximado a los 600 mil. Menos aún apunta a restituir el 82% móvil del último mejor salario cobrado. Se trata apenas de una contribución asistencial más, en la línea de transformar a la jubilación en una pensión de la tercera edad y no en el derecho que tenemos los que aportamos durante una vida.
Massa ha sido siete años interventor de la Anses por el kirchnerismo. Con él se consolidó la política actual en torno a las inversiones financieras de la Anses -que Mirta Tundis rescata por completo-. De la mano de Massa empezó el “desendeudamiento” con la banca acreedora para empezar el “endeudamiento” con los jubilados, cuyo Fondo de Garantía y Sustentabilidad está hoy invertido en un 64% en bonos de la deuda pública. La mayoría de ellos están ajustados por el coeficiente de estabilización de referencia (CER) de Moreno, o sea, en plena desvalorización.
La recomposición del 82% móvil requiere una reorganización económica que parta de considerar a la jubilación como un derecho. Ello conduciría a terminar con la rebaja de aportes patronales dispuesta por Menem en los ’90, con el trabajo y los salarios parcial o completamente en negro, privados o estatales y con los salarios de hambre en toda la economía. Claro, todo esto no pasaría el filtro de la Unión Industrial representada en la lista de Massa, ni del macrismo que es un fiel representante político patronal y que también la integra.
Desnudemos la demagogia de Massa, destinada a una falsa polarización en la provincia de Buenos Aires. Más que nunca difundamos el proyecto de ley elaborado por el Partido Obrero, por el 82% móvil, el pago de todos los juicios y el cese de la intervención de la Anses devolviendo su gestión a un directorio electo por trabajadores y jubilados.