Desde los albores de mi conciencia retumban los discursos de Chávez contra los “pitiyanquis” y el imperialismo estadounidense. Ademanes que causaban gracia y no demostración de poder, algunas anécdotas escatológicas y una suerte de conversación llevadera de horas en Aló Presidente ya me decían que este tipo era una artista; también los divertidos enfrentamientos simbólicos de Jaime Bayly contra El Dictador, la entrevista de 1998 donde Chávez se pronuncia rimbombantemente a favor de la globalización, el orden constitucional, la conquista democrática del poder, la división de poderes y demás eternos bastiones de la derecha contemporánea.
Muchos señalaron insistentemente que ese era el mismo comandante militar que dividió a la fuerza burguesa por excelencia: el Ejército; e intentó ajusticiar al criminalísimo represor Carlos Andrés Pérez, homólogo y compañero de aventuras de Collor de Melo, Cardoso, Menem y Fujimori. Claro que en el afán de demostrar contradicciones y no sus causas o consecuencias se pierden pedazos enteros muy interesantes de la realidad:
¿Por qué fracasó el golpe de 1992?
“¡Porque las revoluciones armadas están pasadas de moda!”
La biografía política del chavismo nos dice otra cosa: porque los militares sublevados carecían de apoyo popular.
“¡Porque las revoluciones armadas son de otra época!”
No, porque no disponían de un aparato propagandístico.
Los opinólogos ignorantes de los medios de comunicación convencionales, desde El Universal a Clarín, pasando por El Mercurio, ABC y los burdos comensales de Fox News (contagiando a grupos mediáticos mediocres y blogueros que se creen periodistas) especulaban y especulaban sobre la cultura de Chávez.
Como de costumbre, juzgaban la inteligencia del caudillo por sus modos y formas, mientras sus mentes quedaban kilómetros detrás de las jugadas bolivarianas. No me cabe duda de que el coronel de la boina roja fue excepción a la regla de los militares estúpidos y leyó Qué Hacer de Lenin.
Lector jugando a vidente, creo que sólo una idea-fuerza leninista sustentó la estrategia del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV): la revolución de conciencias es la victoria antes de comenzar una lucha.
Irónicamente, los ahora 15 años cumplidos de gobierno “revolucionario”, que no dieron a lugar ningún cambio estructural en el sistema socioeconómico venezolano, le dan continuidad al falso socialismo bernsteniano una nueva y radical enajenación de filosofía y ejercicio del poder. Entre otras cosas, porque en algún momento de la vida de Chávez y sus hombres las convicciones desaparecieron y se convirtió en un político más -en términos éticos, pero no en términos de poder.
Observemos en breve la evolución de su figura:
En 1992 era un referente sectario, tildado por todas las tendencias mundiales como “golpista”, cuya condición de preso político ni siquiera era aceptada.
En 1998, un trajeado moderado que logró incluso caerle bien al establishment que antes lo condenó al ostracismo y después lo intentaría asesinar… En varias acepciones del término. Un gran intérprete de las subjetividades del momento, advirtió que no había una competencia de estilos, propuestas, promesas… sino un monopolio del ánimo social por parte de los canales, radios y diarios unificados bajo los intereses de PDVSA, los lobbies privados y la embajada norteamericana.
Por tanto si no puedes con tus enemigos, únete a ellos. Y lo hizo.
Pero para 1999 prescindió de esa necesidad y arremetió contra ellos.
En 2002 un juego de fuerzas expectantes (nadie tendría claro si la Revolución sería real o figurada y cuánto se dañarían los grupos de poder históricos) se quebró en una destitución fallida, y quedó armada a la perfección la fórmula del éxito: un movimiento, con las siguientes características:
- Nacionalista. Ergo que permita, en tono del caso peronista en Argentina, infectar irreversiblemente cada región del país de la liturgia bolivariana, y afiliar al bando propio caciques y señores que poco a poco pierden autonomía de sus dominios y pasan a ser gerentes de una corporación política. (Es un proceso muy parecido el que se da en mafias no estatales cuando un consigliere viaja de barrio en barrio brindando protección y vendiendo humo a las pandillas y matones locales). Además incluyó montarse en la superestructura burguesa y quedarse con los espejos de colores que ya muchísima gente adoraba: Bolívar, los colores de la bandera, el cristianismo, etc.
- Latinoamericano. Sin demasiada rigurosidad en escoger aliados, el chavismo fue una isla y aceleró la tendencia continental a pasar del monetarismo obscenamente colonial al keynesianismo y la reascención de las burguesías nacionales. Así se consolidó una red de apoyos asociados con favores petroleros o comprados con subsidio a nivel continental, de Bachelet y los Kirchner a Evo, Correa y un valioso consejero para la característica siguiente: Fidel.
- Sobre la marcha y a partir de 2006 Chávez amplía este accionar codeándose con las caras de Irán, Rusia y China, que para el público mundial eran las contrapartes de “Míster Danger” Bush, y que en los hechos son economías asociadas a la estadounidense, sumamente pujantes y gobiernos sumamente autoritarios y represivos que servirían de fuente de tácticas y recursos para los muchachos de las camisas rojas.
- De retórica socialista. Pese a la naturaleza socialdemócrata del chavismo, las puestas en escena son mucho más radicales, potentes; los discursos exaltados y conmovedores de horas y horas y el esfuerzo por convencer a las masas de que la democracia es cada vez más de obreros y menos de funcionarios.
- ¿Cristina Kirchner habla de revolución o proletariado? ¿Acaso Lula o Rousseff? ¿Los profesores K enseñan la Rosa de Peters? Mientras algunos intelectuales y activistas de izquierda estatista, tanto europeos como latinos, vociferan en contra de la preservación del sistema por parte de los neopopulistas, callan o respetan al más hábil de todos los neopopulistas.
- Mediático. Para hacer más eficiente la estrategia anterior y basado en lo ya dicho sobre el fracaso del 92, y las elecciones del 98 y el golpe del 2002, Chávez concluyó en que el poder mediático-informativo no tiene que ser solamente antónimo o regulador del poder político sino también un recurso de los gobiernos para preservarse y enriquecerse. Chávez, además de mejorar el mensaje paternalista y convencer al mundo de que los falsos enemigos son enemigos reales y las revoluciones interminables son un regalo divino, permitió la “competencia” de los tradicionales Globovisión y los periódicos El Universal, El Nacional, Tal Cual y Últimas Noticias, utilizando esa artimaña para ostentar la “Libertad de Expresión” que imperaría en el país chavista, restándole credibilidad a los de por sí decadentes medios nombrados.
- Bajo toda esa tela araña se ocultaba que abrir una emisora de radio individual o armar un periódico digital en Venezuela es técnicamente imposible. Un hecho celebrado tanto por el PSUV como por sus supuestos enemigos privados y millonarios. Por último, Telesur, las radios cooperativas de los ranchos y demás inversiones mediáticas dieron sus frutos a tiempo y forma. Chávez no necesitó del fraude nunca, y recordemos que al sistema capitalista-estatista no le importan los votos pero a sus administradores del sistema sí.
- Capitalista de Estado. Para financiar esta espiral enorme de poder político creciente e innovador, Chávez se nutrió de PDVSA, y en un círculo perfecto, los imperialistas estadounidenses lo hicieron famoso como enemigo de sus intereses, mientras el oro negro pagó cada manual para adoctrinar niños, cada minuto televisivo, cada bala de goma para reprimir opositores, cada ladrillo de obras de vivienda extorsivas a la clase trabajadora, etc. Excepto algún hipermercado, o Radio Caracol, bajas de la guerra simbólica con la burguesía, el único cambio respecto a la posesión de los medios de producción fue que el Estado se quedó con lo que antes era de corporaciones extranjeras. Y ciertamente, hay cosas que le pertenecen al “Pueblo”, es decir los millones de individuos que para la demagogia no tienen razón de ser más que aplaudir al soberano. Por ejemplo, al pueblo le pertenecen las cinco mil personas que mueren al año en Caracas. ¡Gran seguridad la del militarismo venezolano!
- Militarista. Sintéticamente, este brete subjetivo necesitó defenderse de las ansias saqueadoras estadounidenses por el recurso petrolero en manos del saqueador sabanero. Y a su vez, el exsublevado tenía razones para moderar a su fuerza de origen, y para ello creó a las milicias, hoy incómodas incluso para Maduro y los empleados acéfalos del difunto Héroe de la Nada.
Toda esta fórmula consumió el ingenio de un hombre que, a diferencia de la mayoría de los “ídolos” que cita la historiografía, realmente cambió el escenario político global, mientras sus toscos adversarios intentaron hacerle frente con Rosales y Capriles, que pasaron directamente al basurero de la historia.
Este líder habilísimo pudo mantener y profundizar la miseria y la desigualdad, retornar al ardor de las jerarquías militares, embrutecer y estafar a millones, reventar la propiedad privada legítima de los débiles y tratar con indiferencia la de los poderosos, llevar al auge nuevas clases dominantes de Estado, imponer una inflación altísima a los mercados incluso callejeros, adoctrinar disciplinadamente a centenares de miles de niños, homogeneizar a sus padres quitándoles el sentido crítico que les quedaba, idiotizar aún más a los derechistas, sacudir conflictos entre mafias en Colombia y colaborar con asesinatos, torturas y lapidaciones por todo el planeta. En nombre de una Revolución romántica y gloriosa que nunca jamás sucedió.
Chávez nos deja a los verdaderos antisistema una lección vital: la estética, las palabras, los tonos y hasta las miradas son armas. Y cualquier proyecto que quiera triunfar contra cierto orden de las cosas necesita una etapa de divulgación y de convencimiento. Una revolución comunicacional. No importa cuánto difieran nuestros objetivos.