Por: Nicolás Tereschuk
Diez reflexiones breves luego de que la Corte Suprema fallara a favor de la constitucionalidad de la Ley de Medios.
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Suele decirse que la Argentina es un país con una baja “calidad institucional” o “calidad democrática”. O más aún, que durante los años de gobiernos kirchneristas se ha registrado un “deterioro” en la calidad institucional, haciendo referencia a supuestos tiempos mejores en este aspecto. La intervención de cada uno de los tres poderes del Estado en la redacción, tratamiento, sanción, promulgación y control de constitucionalidad de esta norma, sumado a la participación ciudadana a través de foros realizados en todo el país ofrecen algún dato en contrario de esta teoría.
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La tenacidad del Gobierno nacional y la ratificación por parte de la Corte Suprema de la constitucionalidad de la norma son un paso adelante muy poco común entre los países de la región. También lo es, inclusive si se toma también en cuenta la situación de algunos países desarrollados, en términos de igualdad ante la ley. El grupo de medios más poderoso de la Argentina, una de las mayores compañías del país, integrante de la Asociación Empresaria Argentina (AEA), debe ahora acatar una norma que regula el mercado en el que actúa. Así, se puede recordar que la Corte Suprema brasileña ha juzgado y condenado a un político poderoso como José Dirceu, el ex jefe de Gabinete de Lula Da Silva, por un caso de corrupción. La Corte Constitucional de Colombia impidió una nueva reelección del ex presidente Álvaro Uribe. La Justicia española puede juzgar al político oficialista Luis Bárcenas por pago de sobresueldos. Pero ¿se impone allí el peso de alguna ley por ellos indeseada al grupo O’Globo, el diario El Tiempo o el Grupo Prisa?
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Se ha dicho que el Gobierno nacional, ejerciendo en este caso la representación del Estado nacional, se ha “chavizado” desde el impulso a la Ley de Medios. Debemos pensar que éste es un “chavismo”muy particular, que se somete como si fuera el último de los ciudadanos a cada una de las instancias judiciales. Que concurre sin chistar a una audiencia pública redundante convocada por la Corte Suprema, con el claro objetivo de dar una oportunidad “extra” a la parte demandante, para impedir la aplicación de una norma a todas luces constitucional. Debería recordarse que el estilo del chavismo ha sido otro. Y que, por ejemplo, en la ocasión en que el Estado venezolano dejó caer la licencia de Globovisión, en 2007, el ex presidente Hugo Chávez realizó el anuncio vestido de militar, desde un cuartel castrense.
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Se dice que hay falta de “seguridad jurídica” en la Argentina. El resguardo que dio la Corte sobre de la posibilidad de reclamar ante los tribunales y obtener eventualmente compensaciones justas para el Grupo Clarín, en el marco del proceso de desinversión, parecen dejar en claro que a quien en nuestro país invierte se lo protege en sus derechos patrimoniales.
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Chile tiene un lema patrio: “por la razón o la fuerza”. ¿Ahora que se le ha dado la razón, podrá el gobierno de Cristina Kirchner poner más de su “fuerza” de su energía en temas que excedan una disputa que se había vuelto por momentos muy presente como la disputa por el Grupo Clarín.
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Los dirigentes políticos y periodistas que más cuestionaron al Gobierno por el impulso a la Ley de Medios son quienes suelen blandir argumentos en el sentido que las instituciones republicanas son desdeñadas en nuestro país. ¿Cómo reaccionarán ante un fallo que respetó hasta en los puntos y las comas todo el recorrido que debe tener una normativa?
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Muchos sectores “intelectuales” han dicho -en parte, hemos dicho- que era hora de “pasar de pantalla” para el Gobierno en la disputa con Clarín. Que después de todo no todo en la política lo explica el impacto de los mensajes mediáticos en la sociedad. Que no puede decirse que cada traspié del Gobierno se deba a la cobertura sesgada de la realidad por parte del Grupo Clarín. El impacto que ha provocado el fallo de la Corte en la arena pública revela que, para bien o para mal, este tema seguía siendo muy relevante en términos políticos.
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Que uno de los grupos económicos más poderosos de la Argentina deba someterse a la ley ¿cómo deja a los otros grupos económicos que integran el mismo club? ¿No está, por definición, parte de su poder, en el hecho de no tener que atravesar las mismas vicisitudes que los simples mortales? La esencia del Grupo Clarín, que lo hace moverse y actuar como si fuera un partido político más que una empresa, ¿es el origen de la fotaleza que mostró durante las últimas décadas, pero también de su reciente debilidad? ¿El hecho de que no sea “una empresa más” le quitó margen de maniobra, de negociación, y lo obligó a ir a un choque que ahora también se revela como un choque contra la Justicia?
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¿La Justicia es “procíclica” o “anticíclica” del poder? ¿Es, como le gusta decir a los jueces un “contrapoder”? ¿O lo que suele ocurrir es más bien que cuanto más poder tiene un gobierno, más le dan la razón los tribunales? En este caso ¿cómo debe interpretarse el fallo de la Corte, muy favorable a los intereses expresados por el oficialismo?
- ¿El fallo tan favorable al Gobierno es una de “cal” o una de “arena”? ¿Es un aliciente para el oficialismo luego de que la Corte dejara en la nada el paquete de normas de la reforma judicial? ¿O la gestión de Cristina Kirchner debería prepararse para algún futuro revés ante el máximo órgano judicial?