Por: Nicolás Tereschuk
El año pasado, tuve la oportunidad de escribir aquí una columna sobre el desarrollo de las paritarias durante 2013 y su finalización, una vez más, sin enormes sobresaltos.
Este año, luego de la devaluación de la moneda, del 26 por ciento, registrada del 22 al 24 de enero, ¿las paritarias se desarrollarán como un juego por completo distinto? ¿La conflictividad “social” por el lado sindical será superior a la de años anteriores? ¿Esas negociaciones generarán un “desmadre” en la situación económica?
Hacer predicciones cerradas nunca es bueno cuando hablamos de fenómenos políticos y sociales, pero sería bueno notar que las negociaciones entre entidades empresarias y sindicales este año se realizan en un determinado contexto. Señalo algunos elementos:
Por un lado, como lo indicó el año pasado Julián De Diego, director del Posgrado en Conducción de Recursos Humanos de la Universidad Católica Argentina (UCA) y uno de los principales asesores de grandes compañías en materia laboral en 2013, “por noveno año consecutivo, dentro de la era K” los sindicatos lograron “incrementos superiores a la inflación real”. Las paritarias han sido para los gremios un mecanismo fructífero. Una cosa sería “tirar de la cuerda” en las mesa de tres patas a las que se sientan empresarios, sindicalistas y el Estado y otra distinta “romper” o “desvirtuar” el mecanismo de negociación.
Mientras tanto, para algunos sectores empresarios, seguramente la situación se ve distinta. Las paritarias aparecen como un mecanismo engorroso y desgastante. Sin contar lo antipático que resulta para algunos hombres de negocios el crecimiento de los niveles de afiliación y la proliferación de comisiones internas en sus compañías.
El secretario general de SMATA, Aldo Pignanelli, enrolado en la CGT que encabeza Antonio Caló, recordó hace pocos días que durante el actual período democrático iniciado hace 30 años hubo paritarias en los años 1988 y 1989. Y luego recién a partir del gobierno de Néstor Kirchner. “Libertad de negociación, como tuvimos los últimos diez años, no tuvimos nunca”, destacó.
De esta descripción se desprende otro elemento: existe ya una experiencia una “memoria” en las negociaciones. Los señores que se verán las caras en estas paritarias vienen viéndoselas hace ya una década. En tiempos en que se habla de “calidad institucional” y “previsibilidad” en abstracto, las paritarias parecen ser un mecanismo institucional bastante previsible para los actores involucrados.
En cuanto a la idea de que el Gobierno busca poner un “techo bajo” a los aumentos salariales y que hay sindicatos que rechazan cualquier tipo de tope, ese debate es uno que se da todos los años desde que se lanzaron las paritarias. De hecho, cuando Hugo Moyano era identificado como uno de los principales socios políticos de Néstor y Cristina Kirchner, la paritaria del gremio de Camioneros era criticada por sectores sindicales opositores por ser considerada un “tope” aplicado de hecho por el Ejecutivo.
En ese contexto, de acuerdo con un estudio del Ministerio de Trabajo, la conflcitividad laboral no viene, hasta el momento, “descontrolada”. Ese trabajo indica que en 2013, por primera vez desde 2008, se registraron menos conflictos con paro que el año anterior. Tres datos adicionales:
- Los conflictos con paro en el ámbito estatal fueron menos en 2013 que en 2012.
- Los conflictos con paro en el ámbito privado no dejan de subir desde 2007, pero en 2013 hubo sólo cuatro paros más que en 2012.
- Las jornadas no trabajadas en el sector privado en 2013 fueron de las menores de la serie. Sólo 2006 y 2011 fueron mejores años en este aspecto.
Habrá que tener en cuenta también que, hasta donde sabemos, a un presidente peronista nunca le ha costado un trabajo excesivo alinear los planteos y reclamos sindicales con sus necesidades políticas (y económicas). Carlos Menem, a la hora de aplicar reformas neoliberales que implicaron la venta de una gran porción de activos públicos, enfrentó inicialmente resistencias gremiales, pero más temprano que tarde las superó.
En ese contexto puede notarse además la diferencia que empieza a surgir entre la mirada que pueden tener gremios estatales o de servicios con aquellos que provienen del sector industrial. En muchos casos, en situaciones económicas difíciles o de incertidumbre, los sindicatos fabriles están dispuestos a aceptar pautas menores de aumentos de salarios a cambio del sostenimiento de los niveles de actividad y puestos de trabajo. En términos del dirigente de los mecánicos Pignanelli: “el gremio tiene que discutir el fino equilibrio de no perjudicar los puestos de trabajo por sacar más salario”. Una lógica sindical distinta prima en sindicatos como en el docente, en el que la situación ya viene conflictiva: la paritaria nacional docente, a la que ahora convocó el Gobierno nacional, viene de cerrar sin acuerdo en sus dos últimas ediciones.
Así, las paritarias se abren en el marco de una situación que es nueva, pero donde no todo es novedad. En algunos meses podremos evaluar sus resultados.