Por: Patricio Di Stefano
Así como no hay dos casas iguales, no hay dos barrios iguales, cada uno tiene su identidad. Como recita el tango, Los cien barrios porteños, “cada uno me trae un recuerdo, cada uno me da una emoción”. Son estas características particulares de cada barrio lo que le dan ese sentido único a cada pequeña porción de la ciudad, que muchas veces está organizada en torno a valores, tradiciones y hasta creencias en común.
Cada barrio posee una identidad propia, dada pura y exclusivamente por quienes allí habitan, fruto de la gran diversidad cultural que tenemos. Cada uno nos cuenta una historia diferente acerca de quienes lo frecuentan o frecuentaron. Los atributos que hacen única a una zona son lo que la vuelve atractiva. San Telmo es un buen ejemplo de esto. Originalmente un barrio donde se asentaron las primeras familias patricias en grandes casas, que luego, a medida que la ciudad creció hacia el norte, fueron albergue de numerosas familias de trabajadores y una gran cantidad de inmigrantes, que dieron lugar a los conventillos. Allí comenzaron a escucharse las primeras murgas, símbolo de liberación y libertad, expresión de la variedad y mezcla de culturas que le dio vida a la zona sur de la ciudad.
San Telmo, a pesar de tener construcciones y parques que dan cuenta de su raíz colonial y la capacidad de grandes paisajistas, nunca pudo mostrar su mejor imagen. Centenares de años de descuido hicieron que muchas de sus construcciones históricas fueran demolidas y que el parque Lezama sufriera cambios, sin respetar su diseño original. Esto es lo que debemos reconstruir, sitios fundamentales de la ciudad que necesiten ser restaurados para que nos permitan recuperar la emoción que alguna vez nos transmitieron.
Queremos hacer que uno de los barrios porteños más emblemáticos muestre a través de sus calles, pasajes y plazas los orígenes de nuestra ciudad. Y con este objetivo marcado, el mes pasado dimos inicio al Plan Integral San Telmo y la puesta en valor del parque Lezama, uno de los sitios más representativos del barrio. Con el mismo enfoque con el que se trabajó sobre el Microcentro, vamos a hacer que recorrer este barrio sea una experiencia disfrutable que nos permita remitirnos a lo que alguna vez fue la ciudad, viviendo y transitando una porción de historia argentina. No solo para reavivar el recuerdo de quienes allí habitan, sino para que los turistas y porteños que visiten este barrio puedan vivir la identidad intacta de un lugar histórico.
Esa es la razón por la que restituiremos los adoquines a su estado original, restauraremos las columnas históricas, instalaremos farolas hispanas y recuperaremos la fisonomía original del parque Lezama con el objetivo de revivir una parte de nuestra historia. No se trata de una decisión caprichosa de personas fanatizadas con otras épocas. Este retroceso en el tiempo surge de la convicción de que el gran atractivo de San Telmo es su capacidad para permitirnos vivir el pasado sin abandonar el presente.
Lo que estamos haciendo en este punto de la ciudad lo repetiremos en otras zonas. Sin caer en el peligro de impedir todo cambio, tenemos que identificar las identidades de los barrios y conservarlas. Una ciudad monótona no sorprende, no cautiva y, lo que es más grave, desalienta el uso del espacio público como un lugar de encuentro. Desde sus inicios la Ciudad de Buenos Aires es muy diversa. ¡Volvamos a recordar, volvamos a emocionarnos!