El clima de la nueva campaña electoral se vive en el medio del velatorio de Hugo Chávez, el cual, gracias a la movilización del pueblo venezolano, sigue extendiéndose con largas colas de personas que quieren darle el adiós a su líder
Las elecciones en Venezuela dentro de treinta días serán muy extrañas. La fecha del 14 de abril responde al plazo de los treinta días establecido en la constitución, pero ninguna carta magna contempla el comienzo de una campaña electoral mientras están velando al presidente que acaba de fallecer. Lo “lógico” hubiera sido que comenzara después del entierro, sin embargo el pueblo movilizado modificó el cronograma y después de siete días aún lo están velando. Esto quiere decir que el comienzo de la campaña electoral convive con miles de personas haciendo una cola que se extiende por varios kilómetros para ver a Hugo Chávez en la Academia Militar.
Los candidatos a la presidencia tenían apenas 48 horas para inscribirse en el Consejo Nacional Electoral y la actitud de Nicolás Maduro y Henrique Capriles Radonsky fue diametralmente opuesta. Mientras Maduro lo hizo en persona rodeado de una multitud, Capriles envió a un letrado para cumplir con los requisitos formales. Ambos presentaron sus respectivos comandos de campaña que suelen llevar un nombre. Ante la multitud, Maduro preguntó a viva voz si su comando debía llamarse “Campaña Carabobo” (como en la última elección) o “Hugo Chávez”. A mano alzada y a gritos todos respondieron “Hugo Chávez”. La oposición, que en octubre había bautizado su comando como “Comando Venezuela”, esta vez eligió el nombre de “Simón Bolívar”. La maniobra es clara, identificar al “padre de la patria” -como lo llaman aquí- con la oposición, para enfrentarlo a Chávez, cuando a nadie se le escapa que fue Chávez quien bajó del bronce a Bolívar para incorporarlo a la vida cotidiana. Hace poco tiempo exhumó su cadáver para descubrir si lo habían asesinado y lo invocaba para explicar la integración latinoamericana. Además, reveló que no era blanco de ojos verdes sino mestizo como la mayoría del pueblo y dialogaba con los campesinos para recordarles que por sus tierras, había caminado el libertador. Por eso se decía hijo de Bolívar. Y Maduro proclama que es hijo de Chávez, marcando esa continuidad.
La prensa opositora que sostiene a Capriles es consciente de que la tarea de su candidato es ciclópea. Figurativamente, lo describen subiendo una cuesta, de espaldas y con el viento en contra. En este caso uno podría agregar que el viento en contra lo produce un pueblo movilizado mientras canta “Chávez vive, la lucha sigue”.