Por: Roberto Quattromano
“Era el subsuelo de la patria sublevada. Era el cimiento básico de la Nación que asomaba como asoman las épocas pretéritas de la tierra en la conmoción del terremoto… eran los hombres que están solos y esperan, que iniciaban sus tareas de reivindicación”.
Raúl Scalabrini Ortiz
Cualquier conversación sobre Perón merece una aclaración ineludible: decir cómo eran las cosas antes de su llegada a la Secretaría de Trabajo y Previsión, que lo llevó a la Presidencia de la Nación y le permitió impulsar el movimiento político argentino más importante de nuestra historia, en cuya propuesta, mayoritariamente, siguen confiando los argentinos.
En un barrio como Mataderos, de donde somos muchos peronistas porteños, los abuelos nunca olvidaron las penurias que soportaban como trabajadores antes de Perón; en qué condiciones de desprotección se trabajaba en los frigoríficos y en las fábricas.
Con el correr de los años, conforme fui creciendo, la historia de aquellos hombres y mujeres me ayudó a formar mi propia visión acerca de la hazaña de Juan Domingo Perón, y de la obra de su gran compañera, Evita.
Juan y Eva contaron con el respaldo del pueblo que salió masivamente un histórico 17 de octubre a pedir por la libertad de aquel coronel detenido por el Gobierno militar, hecho a cuya raíz quisieron llegar periodistas e investigadores durante muchos años. Pero es difícil de explicar cómo se organizó aquella jornada.
Lo cierto es que para ese entonces los derechos de los más necesitados estaban postergados. Para quien pertenecía a la clase baja, la vida ya estaba decidida de antemano y los trabajadores no participaban en las decisiones políticas de nuestro país.
Literalmente, Perón se ganó la lealtad de los trabajadores al darles protagonismo, al reconocerle sus derechos, y a partir de revolucionarias medidas, que no sólo mejoraron la calidad de vida de las clases más postergadas, sino que inauguraron una era en la que el ascenso social fue posible para millones de compatriotas, que pudieron pasar a formar parte de la clase media.
La noche del 17 de octubre de 1945 cientos de miles de trabajadores de barrios como La Boca, Barracas, y Parque Patricios comenzaron a llenar la Plaza de Mayo, donde corearon nada más y nada menos que “La vida por Perón“.
A 68 años de aquel acontecimiento único de la historia política argentina, que tuvo su epicentro en nuestra querida ciudad de Buenos Aires pero encontró eco en trabajadores de todo el país, lo mejor que podemos hacer es recordar aquella hazaña popular y convertirla en sabiduría, para nunca desviar el camino, y trabajar siempre para los más humildes y los desprotegidos, honrando al gran logro de Juan Domingo Perón.