Por: Sergio Bergman
Hace un año, un Día Internacional en Memoria de las Víctimas de la Shoá como hoy, se profanó la memoria del Holocausto.
Estoy aquí, en Yad Vashem, el museo y memorial de las víctimas de la Shoá, el Holocausto. Ingreso por el portal donde se inscribe el versículo bíblico de Ezequiel; y camino por el sendero de árboles plantados en recuerdo a los justos de todas las naciones y religiones, que dieron sus vidas por defender las de los judíos, perseguidos y asesinados por los nazis.
Sin embargo, el dolor no es solo judío, europeo o vinculado a la Segunda Guerra Mundial, sino que es también cercano, nacional, muy argentino. Hace exactamente un año sin que le tiemble la mano, se le derrita la sangre fría ni lata su corazón de piedra, nuestro canciller firmó un acuerdo con Irán, una teocracia que niega la Shoá que aquí se documenta y se hace memoria, en un día donde el mundo entero se compromete a no olvidar y a que como humanidad seamos testigos del horror y custodios de nuestros hermanos sin distinción.
Ya pasó un año y se siguen burlando de nosotros, los argentinos.
Se votó a libro cerrado en febrero pasado, y todavía el parlamento iraní no lo convalidó.
Lo que sí han logrado el canciller, la Presidente y la diplomacia iraní es profanar la memoria de la Shoá, firmando en un día como hoy, hace un año, el certificado de impunidad de quienes niegan la tragedia más cruenta, el genocidio de seis millones de judíos y de tantos otros miles de muertos; los mismos que piden la destrucción de los judíos y del Estado de Israel.
No olvidamos y renovamos nuestro compromiso de revertir por inconstitucional y vergonzoso el acuerdo con Irán.
Las víctimas de la Shoá y de la AMIA claman justicia como nosotros reclamamos que quienes firmaron con Irán también sean juzgados.
Por verdad, memoria y justicia.
No olvidamos la Shoá, la recordamos cada día, como hoy lo hace la comunidad internacional.
Un día que quedará por siempre grabado en la lamentable trayectoria de nuestro canciller, a quien tampoco lo vamos a olvidar.