Por: Silvina Moschini
Desde el ciberacoso y los mensajes racistas hasta las medidas de prevención y el hashtag #FightRacism, el mundo virtual se presenta como otro terreno de disputa para los Derechos Humanos.
La libertad de expresión en las redes sociales puede convertirlas en espacios donde proliferan con facilidad agresiones y contenidos racistas. Sin embargo, por su gran alcance y por la posibilidad que brindan de conectarse uno a uno, también son usadas para combatir y prevenir ese tipo de prácticas nocivas.
El 21 de marzo se celebra el Día Internacional para la Eliminación de la Discriminación Racial, un tema del que las redes sociales no pueden desentenderse: existen casos en los que el racismo en las redes sociales ha debido ser penado con condenas en prisión. Pero, como contracara, las redes sociales también alojan movimientos que combaten la discriminación y luchan a favor de la inclusión y el pluralismo.
Algunos casos de tweets ofensivos tienen resonancia en los medios, en especial cuando son emitidos por figuras públicas, quienes acaban por protagonizar situaciones escandalosas. Tal fue el caso de Voula Papachristou, la atleta griega reprendida por un tweet agresivo contra sus competidores en los juegos olímpicos de 2012.
Otro caso, de alguien menos célebre, es el de Liam Stacy, estudiante inglés que fue condenado a 56 días de prisión por un comentario racista sobre el jugador de fútbol Fabrice Muamba.
Situaciones similares derivaron en que la justicia francesa instara a Twitter a identificar a los autores de tweest antisemitas en en enero de 2013, generando, en paralelo, un debate acerca de la libertad de expresión en los medios digitales.
Según el Informe sobre el antisemitismo en España durante el año 2011 elaborado por el Observatorio de Antisemitismo en España, organismo creado por el Movimiento contra la Intolerancia y la Federación de Comunidades Judías de España, los contenidos xenófobos, antisemitas y que fomentan el odio racial aumentan año tras año.
¿Porqué se da ese fenómeno? Una respuesta posible es que los usuarios, tras una cuenta con un seudónimo, se animan a decir ciertas cosas que no dirían, por así decirlo, a cara descubierta. Sin embargo, los casos citados anteriormente demuestran que muchos realizan ese tipo de declaraciones con su nombre real y a sabiendas de que podrían ser sancionados.
Tal vez, lo que encontramos, a pesar de la sorpresa aparente que nos presenta el mundo digital, es que la vida virtual no es más que una continuación de la vida cotidiana, en la que también oímos este tipo de expresiones violentas y condenables desde todo punto de vista.
Sin embargo, por otra parte, las redes sociales también son una herramienta para combatir la discriminación y lograr una toma de conciencia al respecto.
Desde las Naciones Unidas, se propone utilizar los social media para hacer frente a la segregación. En su sitio web invitan, con motivo del Día Internacional para la Eliminación de la Discriminación Racial, a utilizar el hashtag #FightRacism y compartir puntos de vista o experiencias de coexistencia y realizar preguntas a expertos. Otra iniciativa de la ONU es la campaña Do One Thing for Diversity and Inclusion, impulsada a través de Facebook.
Asimismo, se habla mucho acerca del Bullying digital, o ciberacoso, del que son víctimas algunas personas. Se trata de un fenómeno en el que, aprovechando el anonimato y ciertas zonas de vulnerabilidad de las cuentas digitales, se utilizan las herramientas del mundo virtual para desde molestar o difamar a alguien, hasta acosarlo y violar su privacidad y sus derechos.
Sin embargo, también pueden tomarse medidas para prevenirlo (entre ellas: no exponer las direcciones de email personales, denunciar las suplantaciones de identidad, etc.). Y, por otra parte, se trata de un uso, si bien muy nocivo para quien lo padece, minoritario entre los usuarios de los social media.
De manera que, una vez más, podemos llegar a la conclusión de que las redes sociales no son buenas o malas en sí mismas, sino que son herramientas con un enorme potencial. Esa capacidad puede ser utilizada tanto para agredir como para comunicarse, concientizar y promover la inclusión e integración de las personas. Todo depende del uso que se les dé.