Estanflación y después…

Tomás Bulat
Con los últimos datos de crecimiento publicados por el Indec, donde mayo 2012 presenta un nivel de actividad del 0,5% menor al de mayo del 2011, se confirma la fuerte desaceleración de la economía, hasta ponerla incluso en un punto de recesión. Al mismo tiempo, la inflación publicada por este organismo nos muestra que en los primeros seis meses la inflación es un 0,4% más elevada que hace un año. Crecimiento nulo más inflación creciente, confirma la estanflación. Lo cual no deja de ser un título que a los economistas preocupa, mientras que al común de los mortales no le gusta cómo suena, aún sin saber qué consecuencias reales puede tener. Estanflación es la síntesis de dos problemas a resolver: volver a crecer y bajar la inflación. El único problema es que lograr ambos objetivos, en las actuales circunstancias, es imposible al mismo tiempo. Hay que empezar por uno y seguir por el otro.   ¿Crecimiento o inflación? Como todo en economía y en la vida, luego de una correcta descripción viene la acción. La primera pregunta es si al Gobierno le molesta esta situación y la respuesta es que sí, al menos la falta de crecimiento. Es claro que el Gobierno quiere seguir incrementando el consumo interno y para ello hace política expansiva, tanto fiscal (expansión del gasto público del 30% anual), monetaria (aumento del 40% en la base monetaria), fuerte control de las importaciones (para proteger la industria local), el lanzamiento del plan PRO.CRE.AR. (para reactivar la construcción). Pero como la inversión se cayó estrepitosamente, lo único que logra es que los precios suban, sin que las cantidades lo hagan. Porque la inflación creciente promueve el consumo, pero atenta contra la inversión. Es muy difícil planificar una inversión con incertidumbre de precios y desequilibrios macroeconómicos. Ni hablar si para colmo las restricciones a las importaciones crecen y la moneda extranjera está inaccesible. Por lo tanto el Gobierno seguirá en la medida de sus posibilidades con más de lo mismo y ello implica más inflación y no más crecimiento.   Y después… Como la inflación no se va a frenar y -de hecho- la emisión monetaria crece, es probable que suba unos puntos más en el segundo semestre. El retraso del tipo de cambio oficial va a resultar insoportable. El Gobierno necesariamente debe acelerar la devaluación del tipo de cambio oficial, para que al menos siga el ritmo de la inflación. De no hacerlo, muchos exportadores, industriales o de productos del interior, dejarán de vender al exterior por falta de rentabilidad, generando problemas de empleo y sociales en muchos pueblos. Y este es el escenario. Porque si devalúa le pone más presión a la inflación, entrando en un círculo vicioso difícil de escapar. El problema es la inflación y no el crecimiento. Argentina no crece porque tiene inflación y no al revés. Para salir de la estanflación, primero hay que derrotar la inflación y después promover el crecimiento. Seguramente durante ese tiempo la economía no va a crecer. Lo hará sólo cuando las variables macroeconómicas estén de nuevo ordenadas. Seguir haciendo lo mismo, nos lleva al mismo lugar y eso es menos crecimiento con más inflación. Mientras haya inflación, la economía solo caerá. Pero claro, para combatirla hay que asumirla y aún estamos lejos de esa primera etapa.