Por: Tomás Bulat
El vicepresidente dijo que hablar de devaluación es una estupidez y –no quisiera contradecirlo- pero justamente es un buen momento para hablar de ese tema. De hecho coincide conmigo la presidente del BCRA Mercedes Marco del Pont, que en una entrevista negó que vaya a pasar luego de las elecciones aquello que la mayoría de los actores económicos sabe que sí pasará.
Es al menos inquietante escuchar de manera constante que no devaluarán cuando lo que hacen todos los días es exactamente lo contrario. El dólar oficial está ya a 5,12 pesos y todas las semanas sube entre 2 y 3 centavos. Por lo tanto, la depreciación del peso en términos nominales es indiscutible, pero el problema es saber qué pasará con el tipo de cambio real.
El trabalenguas inflación y devaluación
Reconozcamos entonces que el debate es sobre el tipo de cambio REAL. Es decir que hoy hablar de devaluación (real) significa observar si la suba del dólar oficial es más rápida que la inflación no oficial. Es obvio que a esta altura la devaluación del peso en el mercado no oficial es mucho más alta que la inflación oficial. ¿Se entendió o no?
Por ejemplo. Todos sabemos que la suba del dólar oficial es cercana al 20% anual. La inflación no oficial es del 25% /30% anual. La suba del dólar no oficial fue del 70% anual mientras la inflación oficial fue tan solo del 10,5% anual.
En resumen:
La economía argentina medida en dólar oficial/inflación no oficial esta cara en dólares.
La economía argentina medida en dólar no oficial/inflación oficial esta barata en dólares.
Así estamos con dólares e inflaciones oficiales y no oficiales. Nada de tener algo unificado y coherente como en el resto del mundo.
Por lo tanto, si se cumpliera el efecto Moreno, el dólar oficial durante el 2013 pasaría de 5 a 6 pesos. Es decir, se produciría una devaluación del 20%. Si la inflación fuera parecida a los incrementos salariales, entre un 25%/30%, entonces el peso nominal se devaluaría un 20% pero el peso “real” subiría entre un 5%/10%.
Entonces, nuevamente es necesario hablar de la devaluación real y no nominal. Como no es claro el dato de la inflación real, entonces no podemos saber tampoco cuál es la devaluación real. Se sigue entendiendo, ¿no? Volvemos así a los dichos de nuestro vicepresidente: es estúpido discutir la devaluación, pero básicamente porque no sabemos cuál es la inflación.
Es tan cierto que el BCRA está acelerando la tasa de devaluación nominal del peso como que no hace nada para bajar la inflación. Por lo tanto el resultado de todo este proceso es predecible: el tipo de cambio real se va a seguir apreciando y las presiones para una devaluación real, y por lo tanto nominal, irán creciendo.
Economía real o financiera
El principal problema es que las palabras para respaldar que no se va a devaluar fueron “el Gobierno tiene una situación fiscal sólida y alto nivel de reservas” y no algo así como que las exportaciones siguen firmes y competitivas. Es decir, se plantea el problema del tipo de cambio como si se tratara de una cuestión financiera y no tuviera ningún efecto en la economía real.
Se vuelve a repetir la misma historia que en los 90. Al más que preocupante dato sobre las exportaciones industriales que caen por falta de competitividad (más de un 4% en el 2012) se las trata de enmarcar en una crisis internacional no real, cuando en verdad las exportaciones de toda la región se incrementaron el año pasado.
Esa caída en las exportaciones origina un menor ingreso de dólares por el comercio exterior y, para mantener su valor, se dan razones financieras y no reales. Ni las reservas son muchas (apenas superan los 40.500 millones, el mismo nivel que hace 6 años), ni la situación fiscal es sólida (4.500 millones de pesos de déficit primario, el primero desde 1996).
Por lo tanto la devaluación es una realidad presente en la economía actual, lo que estamos discutiendo es su velocidad y ésta depende principalmente de la inflación.
El problema es que hablar de devaluación se vuelve obligatorio porque no se habla de inflación. En la vida hay que elegir. Si la inflación no es un problema, o no existe, entonces tendremos que seguir, estúpidamente, hablando de devaluación.