Moreno y su “telefonomics”

Tomás Bulat

Siempre son imperdibles los reportajes que da Guillermo Moreno porque son reveladores de las lógicas detrás de las decisiones económicas. Y este último no es la excepción.

La explicación acerca de cómo una economía se maneja por teléfono y no por leyes, instituciones o normas escritas, es absolutamente innovadora. De hecho, si funcionara yo diría que la “telefonomics” debería ser objeto de estudio y, dada la revolución en las comunicaciones, quién dice no terminaría siendo la forma de manejar la economía del mundo.

Es cierto que la economía argentina hace unos años que se maneja por teléfono, y así es cómo funciona. Como los teléfonos celulares. Nunca sabés cuánto va a durar tu comunicación, pero que se cae es seguro.

La realidad: un teléfono descompuesto

La primera parte fundamental de las telefonomics es que la realidad no es importante. Por lo tanto, la disfrazamos a nuestro gusto. Telefonomics dice que no hay inflación porque no sube la carne ni el pollo ni la merluza (ni el cerdo).

Reconoce  que hay cambio de precios relativos. Sube el minuto del teléfono celular, pero el de la telefonía fija no se mueve. Por lo tanto, en promedio, no hay inflación.

También tenemos en claro, según telefonomics, que si hay alguna suba de precios se aplica el teléfono “te estamos mirando” y lo frena automáticamente. Ya que los grandes grupos concentrados económicos le tienen miedo al teléfono. Suena y los precios no suben. Después suben hasta un nuevo llamado y así sucesivamente. No llamás, suben. Llamás, se frenan. Un funcionamiento muy sencillo de entender.

Observando declaraciones de Martín Insaurralde en campaña se comenzó a hablar de que la inflación era un problema para la gente. Se aventuró, entonces, que algo se iba  hacer con la inflación luego de las elecciones. Listo señores, ya se aclaró. Telefonomics mata inflación.

El teléfono verde

Tengo que reconocer que mucho no entendí sobre su explicación respecto al rol del dólar, pero algunas opiniones son más que interesantes. La primera es la definición del dólar como el principal precio de la economía argentina.

Telefonomics propone: “la idea es que el precio de los precios (el del dólar) no tenga precio. Si el dólar no tiene precio inmediatamente se paralizan todas las transacciones al interior de la economía”. Este objetivo de no precio -aclara Moreno- pertenece a los grupos desestabilizadores del gobierno.

Además establece la idea de que si los ciudadanos no sabemos el precio del dólar, la economía se para. Esto no lo entiendo. El problema no es que el dólar no tiene un precio, el problema es que tiene muchos precios. Y de hecho las personas toman decisiones que movilizan la economía en función de los precios del dólar. Veamos ejemplos:

Un dólar de 5,90 mata las exportaciones y, por lo tanto, la Argentina cada vez exporta menos y los productores de economías regionales están cada vez peor, al igual que las cada vez menos pyme exportadoras.

Los que pueden importar autos con un dólar a 5,90 logran dichos autos estén en términos relativos baratos y, por lo tanto, se vendan como nunca. Récord de ventas de Audi, BMW, Mercedes, etc. No paraliza el dólar a 5,90 mas bien aumenta la actividad y mucho.

El dólar tarjeta (el oficial más el 20%), es decir un dólar de 7,10, fomenta los viajes al exterior ya que los subsidia y la gente viaja nomas. No sólo eso, fomenta el consumo al exterior. Y así es como el gasto de argentinos en el exterior este año es récord.

Finalmente el dólar blue a 10  da el valor futuro del dólar oficial dentro de un tiempo. Es el precio del ahorro de largo plazo. Como es más caro, la gente ahorra poco.

Telefonomics y el futuro

Al margen de estas diferencias de criterio que tengo con telefonomics, nos da buenas pistas de lo que puede venir. La primera es que el tan mentado dólar turista no debería aparecer, porque oficialmente el dólar ya tendría dos valores y eso frenaría  la economía.

Si hay dos valores oficiales, telefonomics pierde sentido. Así que dólar turista perdió un aliado.

Así ya sabemos cómo seguiría todo. Ante cada nuevo problema, más telefonomics. Como los problemas siguen creciendo, aconsejo comprar acciones de empresas telefónicas.

Pero hay un pequeño problema, para que el teléfono tenga impacto en el corto plazo -ya todos sabemos que en el mediano plazo sólo empeora las cosas- se necesita que del otro lado de la línea tengan miedo.

Si el poder político se va perdiendo y la realidad se obstina en funcionar de otra manera, es posible que cada vez más seguido el teléfono de ocupado, o te dejen colgado.

Se vienen más telefonazos. Eso es tan cierto como que su impacto en la realidad será cada vez menor al que ya es.