Por: Yamil Santoro
Hablemos de la marcha del 25 de mayo y del problema de construir en base a lo “anti”-algo.
Cristina Kirchner, la cabeza del partido que se hizo dueño de los festejos de la fecha patria para posicionar la frase “década ganada”, sostuvo: “No venimos a insultar ni a agraviar, sino a festejar el día de la Patria”. Hechos, no palabras, doña. Quizás no advirtió los cantos del grupo de Luis D’Elía contra los “gorilas” y otras expresiones del singular amor kirchnerista. De cualquier forma, no quiero hacerla responsable de lo que pueda hacer algún trasnochado marginal. Lamentable, imberbes hay en todos lados.
Pero de la misma forma que no puedo responsabilizarla por lo que hagan o dejen de hacer sus seguidores, sí puedo hacerlo por lo que se dijo desde un estrado con el sello de Presidencia de la Nación. Desde el escenario B ubicado frente al Obelisco, a las 14:30, previo a que tocaran los Super Ratones, se escuchó la siguiente frase: “Ese perro es gorila”, haciendo referencia a un perrito ladrando. Pero el presentador, Gustavo Masó, continuó: “(el perro) No puede ser gorila porque no piensa. Bueno, los gorilas tampoco piensan”. Gracias por tanto amor, gracias. Ni una rectificación, ni una disculpa, nada. Esto lo tiene grabado Canal 7, vía la empresa “Grupo Eventos”. Busque el archivo.
Esto último no fue la única barbaridad que se dijo desde el escenario. Mentirle a la gente que estaba en la plaza sobre la extensión de la movilización diciendo que colapsaba cuando lo cierto es que lo único colapsado era la Plaza de Mayo es otra muestra de lo que promueve: lo anti, la competencia destructiva. No obstante, esto no fue por un tema de cantidad de gente sino por el agregado de “organización de la marcha”. Para quien haya ido a un cacerolazo esto podrá parecerle una locura, pero no debería sorprenderse de la actitud “anti”. Si bien considero que lo “anti” empobrece, cuando se adopta desde el gobierno se convierte en una posición peligrosa y con consecuencias institucionales nefastas.
¿En qué consistió la logística en la plaza? Las organizaciones de base marchan hacia la plaza con personas encargadas de la “logística”, quienes acompañan estableciendo un perímetro utilizando cañas, personas y/o sogas. Estas columnas o grupos luego se integran a la plaza moviéndose como colectivo manteniendo el perímetro. De esa forma, la cantidad de personas que están dentro del contingente resulta irrelevante porque el lugar que ocupa es determinado por el perímetro marcado con los elementos que antes se mencionaron.
Llegué a cruzarme con unos guardianes de la salida que decían “se sale por atrás”, impidiéndome salir por el costado de la Plaza de Mayo. Así la gente que quería retirarse, como yo, tenía que estar dispuesto a forcejear y pasar un mal rato sólo para poder irse al baño o a comprar algo para comer.
Ahora entiendo la obsesión del kirchnerismo por desarticular y deslegitimar a los cacerolazos con operaciones de prensa, mentiras, inventando financiamientos y tantas otras fantasías acerca de las motivaciones de quienes asistimos o el esfuerzo que hacen para resaltar algún incidente aislado y reprochable. Somos distintos. Más allá de todas las cosas que podamos criticar de los cacerolazos hay algo incuestionable: nadie nos usa. No estamos para ninguna foto. Nadie nos miente. Tampoco hay quien nos hable.
En concreto, en vez de usar esos recursos para ayudar a la gente que lo necesita o para hacer algo bueno, lo hacen para tratar de medirse con gente que está enojada o indignada. Mismo destino le dan a los fondos gubernamentales. ¿Realmente creen que hizo falta todo eso? ¿Gastar plata del gobierno y de ustedes para medirse con otros? ¿Hizo falta apropiarse de una fecha patria? ¿Imponer una lectura de nuestra historia de esa forma? ¿Era todo realmente necesario?
Parva de nuestros impuestos para armar un acto partidario donde la mandamás alzó una bandera partidaria, un mercenario musical se vistió de colores venezolanos y un atrevido insulta a quienes piensan distinto. Ayer no se celebró la Revolución de Mayo, se celebró la “década ganada”. Las neodictaduras, como ésta, juegan permanentemente con las apariencias y los límites. Llaman “Patria” a lo propio, nos insultan desde el escenario B mientras en el A dicen que somos todos amigos. Ya Charly García, con Sui Generis, en Botas Locas planteaba una idea sumamente actual aplicable a lo que me genera la confusión de Estado, Gobierno y partido que exhibió ayer el kirchnerismo: “Si ellos son la Patria, yo soy extranjero”. ¿Ese modelo bancan? Ese es el trasfondo cultural y moral de la “década ganada”.
Prefiero creer que hay otro kirchnerismo o por lo menos que podemos esperar otra cosa de la gente que apoya a este gobierno. Que sean más críticos, que reconozcan que hay muchas cosas que en esta década no se lograron o se hicieron mal, que hay gente que roba y que merece ser sancionada, que no se puede hacer cualquier cosa pisoteando a los que piensan diferente, que no estamos en guerra. Ser argentino no es competir destructivamente contra los otros que piensan diferente. Los felicito a los que fueron a bancar las cosas que estiman positivas, los felicito por la convocatoria más allá del aparato movilizado y la plata desperdiciada, lamento que se hayan apropiado de una fecha patria y hayan vuelto un festejo patrio en algo partidario y haya expresiones de odio o “avivadas”.
Creo que ya estamos para otra cosa. Es necesario terminar con las posiciones “anti”. No me interesa ver quién convoca más gente, si hubo más o menos fuegos artificiales, si más o menos colectivos y toda esa sarta de pavadas. Quiero escuchar debates reales sobre cómo mejorar nuestro país, cómo resolver las trabas al progreso y de qué forma se va a respetar cada vez más a cada argentino. El kirchnerismo religioso sigue atado a la lógica de ser “anti” disfrazándose detrás de un discurso amoroso. Como todo autoritarismo trata de justificar su violencia moralmente. No caigamos en ese juego. Seamos poskirchneristas.