Basta de cacerolazos

Yamil Santoro

Vienen las elecciones y no se ve que un porcentaje significativo de las personas que se movilizaron en los cacerolazos esté participando en los procesos políticos apoyando a partidos políticos, integrando asociaciones civiles o sumándose a redes de fiscalización como “Ser Fiscal”. ¿Dónde están los que marcharon el 13-S, el 8-N o el 18-A?

Celebro las movilizaciones. Me alegra que hayamos podido conocernos y darnos cuenta de que existen muchas personas que, como uno, están disconformes con este gobierno. Nos ayudaron a formar lazos, a informarnos, reactivaron cierta fibra cívica que los partidos políticos no venían excitando y todo derivó en expresiones multitudinarias volcadas en las calles y plazas del país. ¿Y después del cacerolazo?

Los cacerolazos encierran una trampa: la gente se calma. Son un fenómeno espasmódico tras el cual cae la libido, la excitación política o la ansiedad. Esto es peligroso e inconveniente: consumen las pulsiones políticas de los ciudadanos y evitan que se orienten dichas fuerzas de forma tal que produzcan resultados políticos concretos. Se agotan tras una expresión colectiva de enojo. Recursos como la militancia, la creatividad, la participación y el dinero se han concentrado para abonar un árbol de frutos estériles.

Asistir a una marcha y descargar la bronca hará que destinemos menos tiempo o dinero a una causa que tienda a construir algo perdurable. La catarsis colectiva, lejos de hacernos un favor, en algunos puntos nos ha debilitado. Pero todavía estamos a tiempo para reconducir nuestras fuerzas en miras a lo que tenemos por delante.

Tenemos poco tiempo, recursos limitados y un gran desafío: ganar las elecciones en octubre y evitar el fraude electoral. Debemos organizarnos de forma eficiente para lograr el objetivo y eso demanda realizar y enfocar esfuerzos en acciones que rindan resultados perdurables.

Algunas de las cosas que pueden y recomiendo hacer:

  1. Ser fiscal. Anotarse en www.redserfiscal.com.ar y sumarse a la red de fiscalización para evitar el fraude electoral.
  2. Afiliarse. Los representantes se eligen y promueven desde los partidos políticos. Elijan a quien más los represente por más que no coincidan en todo. Todo espacio puede crecer y mejorar, conviertan las diferencias en propuestas.
  3. Participar. Súmense con su tiempo, difusión y dinero en alguna causa que los convoque. Los cambios no se logran sólo con buenas intenciones. Las buenas intenciones y los deseos sirven de muy poco si no se plasman en acciones.

Estas cosas rinden más que postear tu descontento en redes. Está en vos elegir serle útil al país o limitarte a protestar. Hoy el cambio pasa por otro lado. Pero, no se confundan, si la situación lo amerita volveremos y seremos millones.