Por: Yamil Santoro
Si bien estoy en campaña electoral presentándome como candidato a diputado nacional por la lista 504 C, este fin de semana cumplió años un amigo que me dio una mano enorme en uno de los momentos más duros de mi vida. Prefiero aprovechar la columna de esta semana para rendirle homenaje a la gente que con un pequeño gesto puede traerle luz a un momento oscuro. Espero que esta experiencia sirva para inspirar a algunos. Feliz cumpleaños Sergio Oscar Vieiro, te obsequio mi pluma y comparto tu regalo con los amigos que me leen semanalmente. Perdón por la indiscreción.
Un día después de la muerte de mamá, me sentaron frente a una serie de problemas que nunca había pensado enfrentar: deudas enormes, una empresa quebrada, la crianza de mi hermanito de 14 años, administrar una casa y ocuparme de mi abuela enferma. Todo bajo el efecto de la pena de perder a mamá a los 23 años en poco tiempo y con muchas cosas inconclusas. Amanecí en una casa vacía con una economía quebrada y la desesperación de no saber hacia dónde ir. La mayoría de la gente tomó distancia, muchos no sabían cómo proceder ante la situación.
Fueron pocos los que en aquel momento confiaron en un pibe sentado ante el timón del Titanic que les decía “les prometo que se las devuelvo aunque tenga que cartonear” y “sé lo que hay que hacer pero no puedo solo”. Esa gente que confió, que me ayudó siendo mi palabra la única garantía, no sólo puso un plato de comida en mi mesa y en la de mi hermano (Dios sabe que pasé hambre), si no que me dieron la fuerza necesaria para poder pararme otra vez.
Pagué mis deudas con sus intereses, pudimos poner todos los temas en orden tras años de trabajo, pude remontar mi economía, fundé una empresa, la vendí y pude retomar el sueño de consagrar mi vida a la sagrada labor política, a trabajar para que otras personas vivan mejor.
Una ayuda, por pequeña que sea, puede cambiarle la vida a alguien. No es una frase hecha, no es una proyección de deseo, es el testimonio de mi experiencia. Todos necesitamos una mano de tanto en tanto. Ser solidario no es sólo ayudar cuando se puede, es también ponerse en condición de poder ayudar a otros, es un trabajo interior, espiritual.
Ésta es una historia feliz. Si bien nada puede suplir los vacíos, ni me pueden borrar las canas que me salieron por el stress, hoy algunos amigos pueden sentirse parte autora de esta nueva etapa por haber sembrado en el desierto, en una promesa y en mi futuro.
Experiencias como éstas te marcan y te dan la pauta que hay mucha gente que, si pudiera, daría una mano. Para que cada día haya más personas que quieran y puedan ayudar a quien lo necesite dedico mi accionar político. También trabajo para crear oportunidades para aquellos que, sin nada más que su voluntad y sus sueños, quieren trabajar para regalarse un futuro mejor. Gracias por la inspiración. Gracias por todo.