Un mundo sin porteros es posible

Yamil Santoro

El SUTERH, el gremio parásito por excelencia, ha convertido a los encargados de edificios en una carga excesiva, un lujo innecesario para los vecinos, condenándolos a una extinción anticipada. La tendencia en viviendas de clases medias y bajas será reemplazarlos por empresas especializadas, como se viene evidenciando en España y otras urbes del mundo.

El portero al que el paisaje urbano nos tiene tan acostumbrado no es obligatorio. Lo obligatorio es construir la dependencia del portero que puede ser usada para cualquier fin que el consorcio luego disponga. Debemos encontrar su supervivencia en el sistema jurídico regresivo que tenemos que promueve la conservación de relaciones laborales ineficientes.

Mientras que en prácticamente todos los rubros las centrales obreras negocian con quienes deben pagar, es decir, las cámaras que representan a los empresarios, en el caso de los encargados de edificios negocian con las asociaciones de administradoras. Aquí hay una gravísima distorsión jurídica que lleva a que los administradores, que no son quienes ponen el dinero, nos reemplacen a los vecinos que pagamos las expensas.

El SUTERH tiene coronita desde un punto de vista jurídico: ante un despido posee una indemnización especial por preaviso que es de tres meses en vez de dos, como el del resto de los gremios. No posee la limitación de otros gremios al tope de 300 horas extras por año y, fundamentalmente, no negocia con quien debe desembolsar el dinero para pagar. Además, se dedica a financiar productos culturales que hacen promoción del kirchnerismo permanentemente, algo ajeno al objeto de su gremio.

Por negociar con quien no debe pagar, es decir, con los administradores, surgen barbaridades como el bono navideño que se otorgó en diciembre del año pasado por $2000 o que el aumento salarial del sector haya sido prácticamente uno de los más altos logrando en la últimas paritarias una suba efectiva del 36%. Daniel Tocco, presidente de CAPHAI, una de las cámaras de administradores, se refirió a sí mismo en una entrevista como “quienes manejamos los bolsillos de la gente”. Son generosos con dinero ajeno, como los gobernantes.

Por su parte, desde el 2003 ADEPROH (Asociación Civil de De­fensa al Consumidor de Bienes y Servicios para la Propiedad Horizontal de la Repú­blica Argentina) reclama poder ser parte de las paritarias junto a otras asociaciones de vecinos. Es decir, quienes efectivamente sufrimos los aumentos no tenemos representación efectiva en las negociaciones. Las cámaras de administradores no deberían estar en dicha negociación salvo a título consultivo.

Nuestros legisladores deben darle la oportunidad a los vecinos de extinguir las relaciones con aquellos encargados que hoy resulten inconvenientes. Sólo deben quedar en pie aquellas relaciones que agreguen valor a los habitantes de edificios. La tendencia es a que cada vez existan menos porteros y la legislación debe apuntar a facilitar la migración hacia un sistema más eficiente.

En la CABA el 70% de las personas vivimos en edificios considerados “de propiedad horizontal” y la incidencia del salario del portero promedia el 65% en cada resumen de expensas que pagamos mes a mes. Si los reemplazamos por proveedores más eficientes lograríamos un ahorro estimado en un 60%. Asimismo, deben darnos a los vecinos la representación que nos corresponde.

Hay demasiados parásitos en la economía argentina, el SUTERH se ha encargado de convertir a los encargados de edificio en un lujo prescindible. No es loco soñar con un mundo sin porteros, es sólo cuestión de hacer cuentas. Como dice el dicho popular: “la culpa no es del portero, es del que le da de comer.”